1. La culpa es peor que la cárcel
Piensa en los fugitivos que se entregan por cuenta propia a las autoridades después de años de fuga. ¿Por qué lo hacen? Eran libres, estaban por encima de la ley, ¡y se dieron por vencidos! Porque, con el tiempo la culpa y el estrés de la vida fugitiva se vuelven el peor que el panorama de una vida sin libertad. De hecho, constituyen una prisión en sí mismos.
Por esto mismo, es probable que, de niño, les hayas confesado una mentira a tus padres, quienes no sospechaban para nada de ti. Por eso, una pareja puede revelar una infidelidad por voluntad propia aunque su pareja no tenga ni idea. “¿Por qué me cuentas eso?”, grita el traicionado mientras sale de la casa. “¡Porque las cosas iban muy bien y no podía soportarlo!”.
El precio por hacer el mal es inmenso, no sólo para la sociedad, también para el perpetrador. Miras las vidas de la mayoría que rechaza la ética y la disciplina: suelen estar marcadas por el caos y la miseria. Casi siempre este castigo es igual o peor que el que impone la sociedad.
Por eso, tantos delincuentes menores confiesan o se entregan voluntariamente. No siempre llegan a las últimas consecuencias, pero en sus peores momentos se dan cuenta de que no pueden vivir así. Quieren la tranquilidad que implica hacer el bien. Al igual que tú.
2. Eres producto de tu formación
Un perro al que le permitan perseguir coches, perseguirá coches. Un niño al que nunca le pongan límites, será un malcriado. Un inversionista sin disciplina no es un inversionista, sino un apostador. Una mente sin control de sí misma, que no entiende su capacidad para regularse, será manipulada por sucesos externos e impulsos irreflexivos.
Ésta no puede ser tu realidad, así que debes estar al tanto de ello. Debes recurrir a la formación e instaurar hábitos para sustituir la ignorancia y la falta de disciplina. Sólo entonces, empezarás a comportarte y actuar diferente. Sólo entonces, dejarás de buscar lo imposible, lo obtuso e innecesario.
3. El color de tus pensamientos
Si todos los días doblas tu cuerpo para que adopte una posición sentada por mucho tiempo, la curvatura de la columna cambia. Un doctor puede saber por una radiografía (o autopsia) si esa persona desempeñó un trabajo sentada. Si todos los días metes los pies en unos zaparos de vestir diminutos y estrechos, los pies también adoptan esa forma.
Es lo mismo con la mente. Si tienes una perspectiva constante negativa, dentro de poco todo te parecerá malo. Ciérrala y también serás de mente negativa. Llénala con los pensamientos incorrectos y tu vida tendrá el mismo color.
“Filosofía estoica: el arte de aceptar la realidad” en la voz del Logoterapeuta y Coach de Vida Armando Martí © (una adaptación del libro Estoicismo cotidiano de Reyan Holiday y Stepehn Hanselman), para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:
4. Engañado y dividido
Una mujer asegura que quiere conocer a un buen tipo y casarse, sin embargo, convive con idiotas. Un hombre dice que desearía encontrar un buen trabajo, pero ni siquiera se ha molestado en buscarlo. Ejecutivos intentan desarrollar dos estrategias a la vez – se denomina opción mixta – y les sorprende que ninguna resulte.
Todas estas personas están engañadas y divididas, como nos pasa también a nosotros. Una mano le tiende una trampa a la otra. En palabras de Martin Luther King: “En nuestras vidas se desarrolla una especie de guerra civil”, una guerra entre el lado bueno y malo del alma de cada individuo.
Los estoicos aseguran que esa guerra suele ser el resultado de nuestros deseos contradictorios, nuestros juicios retorcidos o pensamientos parciales. No nos detenemos a preguntarnos: Bien, ¿en el fondo qué quiero? ¿Qué estoy buscando con esto? Si lo hiciéramos, nos daríamos cuenta de los deseos conflictivos e inconsistentes que albergamos. Y entonces, dejaríamos de sabotearnos.
5. El enemigo de la felicidad
Nos decimos: Cuando me titule seré feliz. Cuando me asciendan, cuando se noten los resultados de la dieta, cuando tenga el dinero que mis padres nunca tuvieron. Los psicólogos denominan esta tendencia felicidad condicional. Como el horizonte, puede caminar kilómetros y kilómetros y nunca llegar, ni siquiera te vas a acercar.
Anticipar un suceso futuro con ansias, imaginar algo que deseas con pasión, anhelar un escenario feliz: por agradables que parezcan estas actividades, estropean tu oportunidad de ser feliz aquí y ahora. Identifica ese deseo por tener más, mejor, algún día y considéralo por lo que es: el enemigo de tu satisfacción. Toma partido: tu felicidad o aquello. Como dice Epicteto, ambas no son compatibles.
6. Cultiva la indiferencia en donde los demás cosechan la pasión
Imagina el poder que tendrías en tu vida y tus relaciones personales i todas las cosas que preocupan a los demás – si están delgados, si tienen dinero, cuántos años les quedan de vida, cómo van a morir – no importan tanto. ¿Qué pasaría si en vez de estar molesto, emocionado, sentirte envidioso, posesivo o codicioso como el resto fueras objetivo, sereno y lúcido? ¿Te imaginas? Imagina qué efecto tendría en tus relaciones laborales, sentimentales y amistades.
Séneca era un hombre increíblemente adinerado, incluso famoso, sin embargo, era un estoico. Tenía muchos bienes materiales, pero como dicen los estoicos, también los trataba con indiferencia. Aunque los disfrutaba, también aceptaba que podían desaparecer algún día. Es una mejor actitud que ansiar tener más o tener pavor a perder incluso un centavo. La indiferencia es un terreno neutral sólido.
No se trata de eludir ni rechazar las cosas o las consecuencias, más bien de no otorgarles más poder o preferencia de la debida. Sin duda, no es fácil, pero de lograrlo, ¿acaso no estarías mucho más relajado?