Andrés Jiménez Ríos

Comunicador Social-Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, Especialista en Economía de la Universidad de los Andes. Consultor. Columnista. Lector. Entusiasta por la ‘tercera vía’: el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario

Andrés Jiménez Ríos

X, Venezuela y Superbigote

Joseph Goebbels, el ministro de la propaganda nazi, postulaba que mientras más grande sea una mentira, más gente la creerá. También se le asocia con aquella frase de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Los dictadores son conscientes del estorbo que supone la verdad, por eso prefieren fabricarla ellos mismos y tanto el relato como la propaganda son esenciales, pues de acuerdo con los principios del propagandista nazi estaba la simplificación de los problemas, encontrar un enemigo único, monopolizar el mensaje y los medios de comunicación, así como hacer un culto al líder y crear un Estado de miedo.

Al momento de escribir esta columna han pasado catorce días sin que los venezolanos puedan trinar por X (mejor llamada Twitter) por cuenta del bloqueo que anunció Nicolás Maduro, en un desesperado deseo por silenciar al pueblo frente al mundo, buscando esconder bajo el tapete lo que está pintado en las paredes: que Edmundo González es el presidente electo de Venezuela.

Para darle “legitimidad” a su ejercicio dictatorial de restricción a la opinión, Maduro -a quien probablemente le resumieron la obra de Goebbels- debía fabricar una “realidad” que le permitiera tomar una decisión que “protegiera” al pueblo, y qué mejor que a través de un excéntrico multimillonario norteamericano. David había encontrado a su Goliat.

Mientras millones de venezolanos marchaban por el país cobrando lo que merecen, esto es, un reconocimiento sobre el triunfo de González en las elecciones, en el Palacio de Miraflores corrían órdenes de perseguir a líderes opositores, desaparecer personas, detener a quienes se expresaran por redes sociales, asesinar manifestantes, negar el clamor de un pueblo que eligió reemplazar a un dictador por un demócrata en la presidencia, entre muchas otras arbitrariedades, al tiempo que comenzaban a elaborar el
relato propagandístico con el que buscarían manipular a la opinión pública, especialmente a aquella que no entiende muy bien lo ocurrido, pero también a los que podrían convertirse en cómplices mediante el silencio. Una de las cabezas de ese relato es Elon Musk, y detrás de él y sus continuos trinos burleteros y pendencieros, la oportunidad de oro para acallar al pueblo.

Con excitación y la dificultad en la pronunciación que le supone el inglés, Maduro sentenció que Musk había violado todas las leyes de Venezuela incitando al fascismo, al odio y a la guerra civil, y que por eso decidía bloquear la red social en el país por diez días. Luego esperó por los aplausos, como dicta el manual de oratoria autoritaria, aunque estos fueron más bien pocos y apagados, algo que seguro lo inquietó.

Entendiendo que el régimen no podía ‘tacar burro’, desplegaron otra de sus tácticas de manipulación y es aquí cuando aparece ‘Superbigote’. Esta es una caricatura paradójica creada en 2021 para atacar todo lo que huela a capitalismo, aunque sus animaciones y el personaje parecen inspirados en los comics norteamericanos y se reproducen por las “redes del imperio”. Superbigote cuenta la historia de un Nicolás Maduro musculoso (desde ahí ya comienza la mentira) y carismático, que lucha amparado en Dios contra los demonios yankees. Pues bien, esta semana se emitió un nuevo capítulo de Superbigote, donde se ve a un Elon Musk satánico, ojeroso y demacrado, sentado en el infierno diciendo que con el poder que tiene en tecnología y la dominación de las redes sociales (X es de las redes que menos usuarios tiene) va a cambiar la forma de pensar de los venezolanos como parte de un plan para quedarse con sus recursos naturales. En ese momento aparece Superbigote (que se parece más a Sadam Husein que a Maduro), quien dice estar de la mano de Dios y del pueblo venezolano para vencerlo; acto seguido saca una biblia y debilita al satánico Musk. Congraciado con Superbigote, Dios mismo expulsa a Musk a Marte y, al final, Superbigote advierte que derrotaron todo el ciberataque que ha querido implementar el imperialismo y que el fascismo jamás entrará a Venezuela.

Los autoritarios son conscientes de que es mejor producir la realidad y si para ello hay que mentir mil veces, pues mil veces mentirán. Conocen también la importancia que tienen las redes sociales como medio de información y por eso las bloquean, como lo hizo Erdogan en Turquía con Instagram. Y entienden la importancia de la religión como elemento integrador, de ahí los inventos de que María Corina Machado tiene un pacto
satánico con Elon Musk y la iglesia satánica de los Estados Unidos.

Con estas tácticas desesperadas es que el régimen de Nicolás Maduro quiere atornillarse en la presidencia, desconocer que fueron arrasados democráticamente por una nación que no los quiere ver ni un día más en el poder. Edmundo González, gracias al portentoso y admirable liderazgo de María Corina Machado, ganaron las elecciones y nada de lo que haga Superbigote podrá impedirlo.

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