Colombia es un país privilegiado geográficamente y su gran riqueza natural le ha valido ser reconocido a nivel mundial como uno de los cuatro países megadiversos. Una reserva de vida que, en sus más 2.070.408 millones de kilómetros cuadrados, siguen en pie grandes extensiones de bosques y selvas tropicales, donde sobreviven miles de especies y todo un banco genético de fauna y flora invaluable que debe ser conservada para el presente y futuro de la humanidad.
Todo ese potencial natural que hoy ostenta Colombia debe ser reconocido y preservado, pero para ello es necesario conocer el estado de los recursos que tenemos dispuesto como Estado para su conservación y recuperación, en ese sentido es que hemos venido trabajando en la estructuración y formulación de un Marco Fiscal Verde, para poder optimizar los esfuerzos con los que le haremos frente a la transición energética y a los retos planteados por el cambio climático, que vienen generando nuevas dinámicas para el desarrollo de la vida en el planeta.
Identificar los ingresos y el gasto público relacionados con el medio ambiente a través de la creación de un Marco Fiscal verde, no es una idea descabellada y en cambio nos permitiría mediante instrumentos técnicos, jurídicos y fiscales con perspectivas ambientales alcanzar una mayor transparencia en el control del gasto desbordado de los dineros blindándolos de la corrupción, garantizando la eficiencia en la ejecución de los proyectos estratégicos sin afectar la sostenibilidad de nuestros ecosistemas estratégicos.
Debemos ser pragmáticos y generar estabilidad con las finanzas públicas del sector ambiental y más cuando sabemos que hacia el futuro nuestra riqueza natural será el principal activo de la nación soportado en su rica biodiversidad.
Hay que tener en cuenta que el Estado y las empresas son las llamadas a garantizar la sostenibilidad de los recursos para las nuevas generaciones. Este no es un tema menor y menos en el momento que el debate mundial sobre las nuevas fuentes de energía renovables, como la eólica, solar e hidrogeno verde, nos obliga a apostarle a un modelo de crecimiento más amigable con el ambiente y tiene una amplia perspectiva de crecimiento.
Necesitamos tener mayor información sobre nuestro territorio desde el punto ambiental y cambiar los paradigmas con una visión que permita el desarrollo económico garantizando la sostenibilidad ambiental y la protección de la selva amazónica, los bosques pluviales del Chocó Biogeográfico y la Sierra Nevada de Santa Marta, manteniéndolos resguardados de la deforestación.
La administración de los recursos públicos requiere de una gran responsabilidad y de líneas claras. Si no sabemos cuáles recursos están disponibles en las diferentes entidades y que piensan hacer con ellos vamos a tener acciones repetidas, pero sin intención clara. En otras palabras, vamos a desaprovechar oportunidades de transformación y a malbaratar los recursos con los que contamos: dinero, talento humano y sobre todo tiempo.
Esta propuesta no solo la hacemos pensando en los niveles de consumo, la sustentabilidad de los recursos que en cualquier momento pueden comenzar a agotarse, sino hacemos buen uso de ellos también nos inquieta. También es en términos del cuidado de las personas que ya hoy dedican su vida y esfuerzo a la preservación de los ecosistemas.
El tiempo se está agotando para actuar organizadamente y con planeación, ya hemos visto como se viene deforestando la Amazonía, algunos suelos y fuentes de agua potable han desaparecido, por eso la preocupación por lo verde y como estructurar unas políticas que impulsen la inversión de manera sostenible y regulada valorando al máximo los recursos naturales haciendo de Colombia un país más sostenible.
Debemos adelantarnos al tiempo y no esperar que los recursos comiencen a escasear y que nos pase como nos viene sucediendo con el fenómeno del Niño que estaba ampliamente confirmado y no se planeó con tiempo las políticas para hacerle frente y hoy se están viendo las consecuencias y todo esto es por no saber conque recursos verdaderamente contamos.