Remberto Burgos de la Espriella

Médico Neurocirujano, miembro Academia Nacional de Medicina. Miembro Honorario Academia de Cartagena. Presidente Honorario Federación Latinoamericana de Neurocirugia.Expresidente Asociacion Colombiana de Neurociriugia.Especialista en Gobierno y Asuntos Públicos.

Remberto Burgos de la Espriella

Cordón umbilical enflaquecido

Se había adelantado el invierno en Canadá: nieve, hielo, viento y un frio que se metía en el cuerpo. El esfuerzo era grande para cumplir. Estaba en el hospital haciendo el Fellow cuando a mediodía mi jefe se acercó al sitio de trabajo en el laboratorio. Imperturbable preguntó: cómo estaba mi familia. Era la segunda vez que me hablaba y me sorprendió. Respondí que bien e inmediatamente me contó la toma del Palacio de Justicia por el M-19.

El 6 de noviembre de 1985 un comando del M-19 se había tomado el Palacio de Justicia en la Plaza de Bolívar de Bogotá. La compañía, Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre, pretendía un juicio político contra el gobierno de Belisario Betancourt por traición a la voluntad de paz. Este palacio simbolizaba el poder judicial y allí estaban las oficinas de la Corte Suprema, Consejo de Estado, Corte Constitucional y el Consejo Superior de la Judicatura (tiempo después). Se calcula que en el interior existían 350 personas. No hubo intento de negociación y se ordenó restablecer la constitución.

El balance de los resultados ha enlutado por años a muchas familias colombianas:100 muertos, identificadas 68. Policías y militares 11. Desaparecidas 11 y se encontraron 6 después. La toma fue financiada por Pablo Escobar quien entregó armas y dinero para que se llevara a cabo su objetivo: quemar los documentos y expedientes de los denominados extraditables. Gustavo Petro estaba en la cárcel. El recuerdo son imágenes que Colombia y el mundo nunca podrá olvidar: tanques intentando entrar, palacio en llamas, estallidos de explosivos y la suplica de los magistrados para detener la retoma: “presidente, de finalmente de la orden del cese del fuego”, expreso Alfonso Reyes Echandía. Aun lloramos este hecho doloroso.

El jueves 8 de febrero del 2024 en medio de protestas los magistrados de la Corte Suprema de Justicia se sintieron amenazados, se puso en riesgo su vida y la integridad física de las personas que allí se encontraban. Fue un intento de asalto y el consenso nacional rechazo enfáticamente este tipo de presiones que nublan la justicia y ennegrecen la democracia. ¿Son parecidas? ¿Cuál es la similitud entre ambas? En la primera hubo una planeación del suceso, se armó el grupo atacante y se sabía lo que se debía atacar. En el segundo, se preparó bajo el criterio de ruptura institucional, nació durante la marcha y se organizó bajo los comandos del X. Se llegó a cercar todo el establecimiento para presionar y amenazar a los magistrados en la elección del fiscal.

En la primera se acribilló la justicia en Colombia y todavía tenemos vivos reclamos por la desaparición de muchas personas. Hemos pagado unos costos morales muy altos y también, debemos decirlo, costos económicos. En el segundo se patea la inviolabilidad de la justicia y se intenta direccionar su mandato. ¿Cuándo la justicia está amenazada y los fallos no ocurren quien es el ganador? La respuesta es simple y clara: los delincuentes son los que se celebran estas atrocidades. No se puede arrinconar por 5 horas a quienes representan la justicia.

Miremos algo lejos pero cerca: el 6 de enero del 2021 fanáticos empujados por Twitter invadieron el Capitolio de USA. Estos individuos protestaban por la derrota de Trump y este desde su móvil los animaba. Cuando las cosas cogieron otro rumbo dio instrucciones para que desalojaran en paz. Tres muertos fue el balance y por supuesto el triunfo de Biden y el rechazo en pleno de esta actitud de Trump. No se puede desviar la veracidad y especialmente si la justicia sigue sus parámetros.

Antes que nada, la justicia es verdad. Inmaculada y transparente. No le tiembla el pulso y a los culpables de fechorías hay que sancionarlos. Se comporta transparente y coherente: se estudian a conciencia los casos y se emite un dictamen. Debe ser intachable, pura, sin manchas, pulcra. Es honesta y ética y da a cada uno lo que le corresponde por su comportamiento. Los encargados de administrarla deben ser responsables y guiados por una sola norma: la aplicación de la verdad.

Es el principio moral de dar a cada persona lo que le corresponde. No puede ser presionada y jamás acudir a las vías de hecho.

Diptongo: en el atletismo gubernamental lo del 85 fue la maratón, lo del jueves pasado un entrenamiento.

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Remberto Burgos de la Espriella
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