¿Por qué Trump? titulé mi pasado artículo ante la inminencia de las elecciones en Estados Unidos. ¿Por qué Uribe? es el título del actual. El tiempo se nos escurre como agua entre los dedos. Un día, una semana, un mes o un año no hace gran diferencia y ya estaremos con las elecciones encima sin darnos ni cuenta de ello a pesar de que en Colombia restan veinte meses todavía mientras que en el país del norte apenas un día.
Me perdonarán la insistencia lanzando el anzuelo. La posibilidad de un nuevo mandato de Álvaro Uribe no se me sale de la cabeza y vuelvo a él con la terquedad que me caracteriza. Ahora mi inquietud mayor es el cómo y tuve la suerte de encontrar una pista en un sesudo mensaje que me envió Jaime Sarria, experto constitucionalista con el que tengo el gusto de debatir en un grupo que se reúne con cierta frecuencia de manera virtual. Para comenzar les comparto estos dos párrafos de su carta:
“Las reformas constitucionales que se hicieron desde la primera reelección le cerraron la puerta a la posibilidad de que un expresidente pueda ser elegido nuevamente de tal forma que la única opción es una reforma constitucional, lo que implica un procedimiento que requiere mayorías muy bien consolidadas en el Congreso de la República. Ya está visto que en las actuales circunstancias y con el poco respaldo del presidente Duque a una reforma a la Constitución por vía de una Asamblea Constituyente, una iniciativa de esa naturaleza estaría condenada al fracaso.
“Así las cosas, la única posibilidad a la vista es que el expresidente Uribe pueda presentarse como candidato vicepresidencial. Es posible porque, cuando se le cerró la puerta a una nueva reelección, sus enemigos en el Congreso no previeron cerrarle la puerta en el caso de ser candidato vicepresidencial”.
Es una solución salomónica que abre la puerta a un posible retorno a los principios de la Seguridad Ciudadana reforzados con serios planteamientos de quien sea el candidato del uribismo a la presidencia. Pienso en Óscar Iván Zuluaga cuyo plan de gobierno coincide, en lo esencial, con el que desarrolló Álvaro Uribe durante ocho años de gobierno y del que fue partícipe fundamental, como Ministro, en un momento de crisis económica internacional. Lo veo como una fórmula ganadora en todo el sentido de la palabra. La experiencia de estos dos personajes sería garantía de un gran gobierno sin correr riesgos innecesarios.
Para terminar procedo a reproducir lo que dice Jaime Sarria en su carta sobre los aspectos legales de la cuestión tratada :
“Jurídicamente la situación es la siguiente: El artículo 197 de la Constitución Política, que establece las inhabilidades para ser elegido Presidente y Vicepresidente, dispone que "no podrá ser elegido Presidente de la República el ciudadano que a cualquier título hubiere ejercido la Presidencia. Esta prohibición no cobija al Vicepresidente cuando la ha ejercido por menos de tres meses, en forma continua o discontinua, durante el cuatrienio. La prohibición de la reelección solo podrá ser reformada o derogada mediante referendo de iniciativa popular o Asamblea Constituyente". Como usted puede concluir, esta reforma se hizo con nombre propio y con el fin de atajarlo. Verá que ya se le cerró la posibilidad a una reforma por el Congreso y volvemos al punto de que Duque no apoyaría una constituyente cuya convocatoria tendría que pasar por el Congreso. El referendo de iniciativa popular que también tendría que pasar previamente por el Congreso, ya demostró que no es la vía adecuada al caerse, por una decisión política de la Corte Constitucional, cuando fracasó la convocatoria para la segunda reelección de Uribe.
“El citado artículo establece como inhabilidad de los candidatos a Vicepresidente la de haber ejercido un año antes altos cargos como Ministro, Magistrado, Contralor o Procurador pero no incluye el de Presidente de la República, de tal forma que para ser vicepresidente no existe impedimento alguno por el hecho de haber ejercido la presidencia. Ese es el camino”.
Sin duda, ese es el camino.
