La historia de los parlamentos supera los 8 siglos. Nacieron para el debate de las ideas, preservar la democracia, su acumulación de experiencia a lo largo de los años, le otorga toda la legitimidad de representatividad de los ciudadanos.
El verdadero significado de la voluntad popular se refleja en los parlamentos, congresos o asambleas, según sea el país y la denominación que se les otorga a estos cuerpos colegiados. Alterar este sistema, es atentar contra la democracia misma.
Aunque se debe admitir que existe una vieja costumbre. Intentar deslegitimar el trabajo de los legisladores, cuando éstos no atienden las pretensiones del gobierno central. Los ejecutivos no son amos de los parlamentos.
Las crisis políticas se agudizan cuando se pretende perturbar el trabajo del Congreso. La persuasión a través de los argumentos sólidos, es el mecanismo aconsejable cuando las diferencias aparecen, pero la intimidación no conduce a los acuerdos legislativos, al contrario, los desbarata.
Los parlamentos tienen una faceta de tradición histórica destacada, la posibilidad de transformar los desacuerdos en puntos de encuentro, que permitan abreviar distancias y discusiones, ya sea orden político o frente a un proyecto de ley.
Justamente el colapso de muchas democracias se genera cuando caen los parlamentos, asediados por distintos frentes, motivados por el poder gubernamental, entonces concluyen en la catástrofe de cerrarlos y darle paso a remedos de cuerpos colegiados.
La soberanía delegada es la base de un sistema de representación como lo son los parlamentos, congresos o asambleas. El voto que la ciudadanía deposita para elegir a sus congresistas, se constituye en un doble compromiso, pues los legisladores velarán por bien común de la gente.
Es obligación conservar la salud democrática que nace de los parlamentos. Que abracemos de forma colectiva esta decisión irreversible y establezca fronteras que se blinden ante intentos para desestabilizar esta institución.
Los peligros siempre están presentes. Hay mantener el coraje necesario para defender en todo momento, la figura histórica de los parlamentos y afrontar con templanza, cualquier asomo de amenaza.