Estamos llegando al final de la temporada de vacaciones de mitad de año, un espacio clave para los servicios de turismo y hospedaje, no solo porque representa un movimiento importante de turistas, consumo de servicios y ocupación hotelera, sino porque permite hacer un diagnóstico más cercano de la realidad económica del mercado de cara al segundo semestre y al cierre de 2024, con la semana de receso, las festividades de navidad y año nuevo.
Hace algunas semanas hice un llamado de atención frente al comportamiento de los indicadores en el turismo, resaltando algunos aspectos positivos en el crecimiento; por ejemplo, el mayor número de visitantes extranjeros al país. No obstante, también dejé sentada mi preocupación por la disminución en el turismo de connacionales o turismo interno, la cual obedece principalmente a factores como la inflación, las altas tasas de interés, el aumento de los costos tributarios para el hospedaje y el transporte aéreo, así como el impacto causado por la salida de las aerolíneas low cost Viva Air y Ultra Air. La suma de estas variables han contribuido a la consolidación de fenómenos de informalidad hotelera, en la que nos enfocaremos más adelante.
Pronto conoceremos el balance de los primeros 180 días del año; pero, con las cifras regionales y los resultados parciales de los meses anteriores, el sector sigue generando alertas. Cotelco expresó recientemente su preocupación por la disminución de los ingresos reales y la ocupación hotelera que, de acuerdo con la encuesta mensual de alojamiento entregada por el DANE, tuvo una variación anual de ingresos reales de -6.1% entre enero y mayo de 2024 en comparación con el mismo período de 2023. En cuanto a ocupación la caída llegó al -2,5% respecto a 2023, ubicándose en un 48,9%.
La informalidad hotelera y su impacto
Según el gremio que reúne al sector, las anteriores cifras demuestran nuevamente que, tras dos años de cambios en la política de gobierno, la reactivación económica no se ve en el consumo interno. Esto se suma al impacto que han sufrido los hoteleros formales con el aumento de la oferta ilegal del servicio de hospedaje, también conocida como parahotelería, la cual sólo en Cartagena -por tener un referente- ha aumentado desde 2022 en una proporción cercana al 400%.
Estos fenómenos de informalidad e ilegalidad en la prestación de los servicios de alojamiento infortunadamente impactan otros aspectos fundamentales de la economía que van desde el recaudo tributario, tanto nacional como territorial, hasta la reducción en la generación de empleo y oportunidades para las comunidades más vulnerables, además de inseguridad y ausencia de garantías para el turista.
¿Qué se está haciendo para fomentar la reactivación del turismo interno?
Hablando de reactivación, el pasado lunes 15 de julio el nuevo ministro de Comercio, Industria y Turismo anunció el plan de reactivación económica que da continuidad al Sistema Nacional de Competitividad e Innovación (SNCI) y está conformado por 7 ejes temáticos, siendo uno de ellos el turismo.
Dentro del plan sectorial de turismo, el Gobierno destaca el propósito de transformar el enfoque del desarrollo turístico con el fin de utilizar el sector como una herramienta para la transición económica y la protección de los recursos naturales, de manera que en el futuro sirva como sustituto o alternativa de las actividades extractivas de la economía nacional.
Dentro de estos cambios de enfoque hay tres pilares en los que el Gobierno dice que centrará sus esfuerzos de reactivación para los últimos dos años de mandato. El primero trata del desarrollo de las capacidades humanas por sobre la competitividad, aunque genera dudas sobre su capacidad para impulsar de forma efectiva y pronta la reactivación que necesita el sector ahora mismo.
El segundo se concentra en la promoción territorial de la cadena de valor del turismo. En este campo cobra relevancia el reconocimiento de la diversidad cultural de nuestro país, permitiendo un aprovechamiento de las múltiples expresiones artísticas, sociales e inmateriales de nuestras comunidades y fortaleciendo las llamadas economías populares, que jalonarían la generación de empleo y emprendimientos locales.
Finalmente la tercera apuesta se dirige al incentivo del turismo regenerativo, basado en el desarrollo sostenible, donde existan estrategias de compensación de la huella de carbono en el sector de hotelería y el fomento a una mayor perspectiva sobre cambio climático de los productos turísticos.
Ahora bien, aunque los objetivos del plan sectorial de turismo son plausibles, más que herramientas eficaces para la reactivación parecen postulados que inspiran un propósito o una meta futura para transformar el turismo, siendo algo alcanzable en el mediano y largo plazo. Pese a que el plan de reactivación nacional de la economía habla de estímulos, incluidos los tributarios, no se encuentran medidas de esta naturaleza en el sector turístico ni una verdadera inmediatez que tenga la vocación real de reactivar el turismo interno en el país.
En previa oportunidad resalté el peso de las decisiones desacertadas en el modelo de incentivos; los cuales, en vez de simplificar las cargas impositivas para un sector que se predica apoyar, han aumentado las tarifas tributarias a los servicios de transporte y hospedaje. Por ello, insisto nuevamente en la urgencia de generar espacios de reactivación eficaces e inmediatos para el sector, que se traduzcan en una reducción en los costos asumidos por los empresarios y comerciantes formales del mercado.
