El presidente Petro en entrevista con José Manuel Acevedo invitó a que sí se convoca una constituyente miren menos las formas -de convocarla- que el contenido. El problema, es que las formas están en la constitución política y son de obligatoria observancia.
Hay que recordarle al presidente, que las formas son las que le dan cauce al contenido y dependiendo de la forma, se configura el contenido y así, el contenido, puede adoptar la figura del envase -de la forma- y no al revés.
Y sí se rompen las formas constitucionales hay ruptura institucional.
Además, las formas consignadas en una constitución están para contener el capricho o el delirio del gobernante; por eso las constituciones son el mástil al que hay que amarrarse para no sucumbir a los cantos de sirena que tiran por la borda las reglas establecidas.
Infringir las formas es destrozar el orden jurídico y dar un golpe no blando, sino de Estado.
¡Hay que marchar! por ese riesgo. La marcha debe ser ciudadana, ni de derecha ni de izquierda ni de centro, sino un espacio común de concurrencia para que así no se la apropie ningún partido ni ningún ego. Es más, debería ser el principio de la construcción de un gran frente para defender el presente, lo logrado, las
instituciones y el sistema de pesos y contrapesos de la democracia para, desde ese hito, el de la marcha, corregir el rumbo en 2026.
¡Hay que marchar! porque parece que estamos regresando al pasado: tomas de grupos armados de centros poblados y carros bomba. Con varios agravantes: pobre desempeño de la economía, baja inversión y recaudo; inseguridad no solo rural -como antes- sino también urbana; zozobra con la salud; tarifas asfixiantes de energía en la costa atlántica; racionamiento de agua y quizás de energía; intentos de des-institucionalización y debilitamiento de las FFAA, EPS, @FedeCafeteros, @SenadoGovCo, empresarios y medios de comunicación que atentan contra su funcionalidad.
¡Hay que marchar! porque el gobierno no hace uso del pensamiento complejo para estudiar las crisis simultáneas que lo ahogan. El futuro que se avecina no va a ser una vuelta al pasado porque es una insensatez pensarlo como una prolongación del pasado porque el futuro, el de Colombia y del mundo, hay que pensarlo en plural y en fuertes disputas, es decir, tendremos futuros que difieren y se enfrentan entre sí bajo el entendido que no es lo que va a ocurrir pero sí, lo que podría ocurrir. El cambio climático es un ejemplo de ello.
Y ¡hay que marchar! porque este gobierno no hace que las cosas pasen ni evita que las inconvenientes no pasen. Le cuesta forjar acuerdos y solo a través de los pactos se pueden producir cambios profundos y duraderos. Le gusta polarizar, pero entre más polarizada esté una sociedad, menos capaz es de transformarse.
Hay que salir a marchar porque existen momentos de la historia, como el actual, en que hay que estar presente y no ausente.