
El juego de las precandidaturas presidenciales está abierto, van cerca de 30 candidatos y contando.
Pero el juego se cerrará. Muchos son los lanzados pero pocos serán los escogidos por, entre otras cosas, el efecto bandwagon que enseña que la competencia termina reduciéndose a 2 o 3 candidatos -el resto termina descolgándose- porque el elector, dado que no le gusta perder, acaba montándose en el vagón en que se sube la mayoría de la gente, el de los punteros.
Digamos que, tras el efecto bandwagon y otros, como la polarización impulsada a través del populismo, podrían conformarse 4 bloques en competición. El del centro, centro derecha e izquierda y, quizás, alguien que se aparezca por sorpresa, que no se vea venir, que genere una ola, un envión en la recta final como pasó en su momento con Mockus y la ola verde y hace 4 años con el ingeniero Hernández que apareció de pronto. Pero esos fenómenos no suceden cada 4 años.
De la centro derecha, surge Vicky Dávila que está, con Fajardo, punteando en todas las encuestas y que tienen en común que están adelantado sus precampañas sin jefes políticos y sin alianzas con partidos sino más bien, con los ciudadanos. Cada uno abriéndose camino desde la independencia política. Las uniones, supongo, vendrán después, una vez esté trazada casi toda la cancha. Es más, arrancar las uniones desde ahora es un error que aprovecharía Petro. Se victimiza, ese es su bucle.
El gran riesgo de Vicky -y quizás su gran error- fue que arrancó la campaña muy temprano y ello le implicará un desgaste muy grande porque el camino es largo y culebrero. Ella debió salir tarde, como el ingeniero Hernández, en el segundo semestre 2025 y generar ahí sí, en la recta final, el fenómeno político, la ola, que la hubiera catapultado a la presidencia. Perdió el factor ¡sorpresa!
Su mejor escenario es la polarización, llevada quizás a la radicalización, sin tonos grises -es blanco o es negro- en donde ella es la heroína y el villano(a) será el candidato(a) del gobierno o el que depure el bandwagon. Dávila es audaz, construye fácilmente relatos, tiene audiencia y adhesión, invisibilizó los precandidatos del Centro Democrático, es mediática y comunica fácil. De hecho, construyó una frase muy potente, de fácil recordación, de 3 palabras, que tiene contra las cuerdas a Claudia López: “Claudia es Petro”. Su talón de Aquiles: es una aprendiz.
Por otros lados, parece ser el momento de Fajardo. Sergio se puede sacudir lo de tibio y lo de las ballenas, si en su formula vicepresidencial escoge una persona que conozca de seguridad y del arte de la guerra para conseguir la paz porque entre otras cosas, Fajardo ha dicho que para unir al país hay que gobernar con gente de derecha, de centro y de izquierda y él pesca voto de esas tres piscinas. Esta fórmula lo puede llevar a la segunda vuelta. Su mejor escenario no es la polarización.
De la izquierda hay que decir que el péndulo está en otra parte y la consigna nacional, parece ser, salir de Petro en el 2026. En todo caso, la narrativa Petrista cautivó mucha gente y para superar las narrativas populistas es preciso contar mejores historias, no quedarse atorado en el antipetrismo y lo clave, construir mejores narrativas, esas en la que la gente quiera vivir a partir del 2026.