Colombia siempre ha gozado de buen nombre y prestigio en el ámbito internacional por el buen manejo de su economía, lo cual se debe principalmente al manejo que le han dado los ministros de Hacienda que con su experiencia han sabido sortear las diferentes crisis como la de los años 90, la del 2009, incluso de su desafío más difícil, la pandemia del Covid-19, donde Colombia salió maltrecha pero airosa de los impactos y coletazos provocados en su economía.
Algunos de esos desafíos, fue los que llevaron al gobierno en el año 2011 a presentar una ley que permitiera blindar la economía y sacar adelante la Ley que implementó la Regla Fiscal y que hoy nos permite ante el mundo dar mensajes de tranquilidad institucional.
El cumplimiento a rajatabla de la Regla fiscal, aún a pesar de los sentimientos de algunos dirigentes, no solo ha permitido cumplir con los compromisos de la banca multilateral, sino que se ha convertido en una especie de mantra para evitar que nuestra economía sea golpeada en los momentos adversos ocasionados por la volatilidad y los movimientos abruptos de la economía global.
Por eso, las declaraciones de las últimas semanas del Presidente Gustavo Petro de querer modificar la Regla fiscal, han generado una lluvia de críticas desde todos los sectores, frente a lo que podría suceder si Colombia decide tomar ese camino de cambiarla.
Si bien durante la pandemia del Covid-19 el Gobierno tomó la medida de modificar la Regla Fiscal por fuerza mayor para poder aliviar las necesidades de gasto social, los momentos que hoy vive la economía necesita de mayor innovación y sobre todo de mayor estabilidad y respeto por las instituciones. Tomar las decisiones de manera apresurada podría llevar a Colombia a un escenario de incertidumbre para los mercados internacionales, y aún peor encarecer el crédito y la financiación internacional.
No tiene mucho sentido buscar un incremento de la deuda si no se ejecutan los recursos que existen. A octubre 31, el 71% de los recursos de la nación estaban comprometidos, pero solamente el 37% estaba ejecutado. De nuevo, acá el punto central está en la responsabilidad fiscal y esto incluye tanto los ingresos, como los gastos. El esfuerzo no es pequeño, los colombianos estamos apostando por un mejor país y por eso aportamos con nuestros impuestos, pero se requiere de una cabeza y una organización para hacerlo.
Así que, como ya lo dije, por el momento más allá de pensar en endeudarnos más, tenemos que pensar en tener más orden y por eso es por lo que, necesitamos identificar los gastos con claridad. Por ejemplo, en el tema ambiental, necesitamos un Marco Fiscal de Mediano Plazo Ambiental, que nos dé una medida clara y organice tanto los ingresos como los gastos que se dispondrán en los siguientes 10 años, desde las diferentes entidades, para tener una visión estratégica. Solo así podremos gestionar la transformación energética, la recuperación de nuestras costas, manglares y bosques.
Yo le apunto a pensar este tema desde una visión pragmática, entendiendo que solamente podremos garantizar el cuidado de nuestra riqueza ambiental si también garantizamos pagos mínimos, pero organizados, para el cuidado de los servicios ambientales, para las personas que los cuidan, pero no como una ayuda estatal, sino con una mirada sostenible.
El debate inició y desde mi lugar estoy lista para aportar y poder construir conjuntamente con el gobierno nacional y demás actores las herramientas que se necesitan, para que desde la fortaleza de la institucionalidad, se alcancen las metas que hemos logrado identificar desde el consenso como país.