Enrique Herrera Araújo

Experto en Desarrollo Rural, Tierras y Agro. Abogado, Especialista en planificación y administración regional del Cider y Magister Artis en Administración Pública del Instituto Ortega y Gasset de Madrid, España. Con vasta experiencia en el sector público y analista de políticas públicas del sector tierras, desarrollo rural y de política electoral.

Enrique Herrera Araújo

La salida de Petro es el Centro

Si Petro no quiere pasar a la historia como una decepción anunciada debe desanclarse de su dogmatismo; ser pragmático; construir puentes y no muros; concentrase en la acción; desplazarse al centro político y cambiar de equipo. Nombrar uno avezado en el hacer más que en el decir.  

Ya lo escribió Jorge Iván González cuando afirmó “La absolutización de la bondad del discurso llevó a desconocer la complejidad de su realización práctica” y renunció al DNP y también Carlos Granés cuando anotó que el gobierno tiene “una nula capacidad para gestionar lo real y concreto”. Esto es ya, un lugar común, un sentir ciudadano.

El gobierno lanza casi todos los días ideas y palabras ¡sin hechos! y el exceso de ideas y narrativas desvaloriza a las dos, crea desconfianza en el relato y en los narradores y además, genera incredulidad.

Pareciese que el gobierno se ocupa mucho de la ideología, de sus creencias, pero no de las acciones que debe ejecutar y así, entonces, hay un gobierno teórico e idealista imaginario que dista de ser práctico y realista. Esa es su tragedia y frustración y es, el estado de ánimo de sus seguidores.

La pregunta ahora es, ¿el gobierno va a seguir en esa línea  hasta que termine su mandato?

Si la respuesta es sí, el camino será largo y culebrero porque, como menciona —para el caso de Chile— el artículo de The Economist  "Si no hay flexibilidad y pragmatismo para alcanzar las soluciones, Chile podría quedar atrapado en un nuevo ciclo de frustración".

Para tener mejor suerte el gobierno debe ser pragmático y deliberativo. Pero  no es lo uno ni lo otro porque las reformas sociales y sus políticas públicas (por ejemplo, la no exploración de petróleo y gas o la rural enfocada en la entrega de propiedad de la tierra) no admiten puntos intermedios porque tienen altas dosis de dogmatismo y el equipo de gobierno no tiene licencia para contra argumentar, solo para obedecer.

Por ejemplo, las reformas a la salud y la laboral han continuado su trámite pero sin deliberación. Deliberar implica disponerse a dar razones, entender las ajenas y tomar las que, luego de un examen de evidencias, resulten ser mejores.

Y entonces, por ello, otra fatalidad del gobierno es su dificultad de encontrar puntos medios. Me explico: supongamos que la solución —a las reformas sociales y a las políticas— puede situarse en una única línea (utilidad) en los puntos señalados como A y B:

                                                                         A — x — B

Siendo el punto x una solución potencial al conflicto. Si A y B se encuentran suficientemente alejados entre sí en la escala de la utilidad —y lo están— el conflicto puede no tener solución. Y no la tendrá por la carga ideológica del gobierno y las movilizaciones que, con poca gente, en vez de promover el encuentro hacen lo contrario.

Sí no hay timonazo no hay cambio de rumbo y más perderá Petro y la izquierda que el país.

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Enrique Herrera Araújo
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