Ilusiones y engaños
El entusiasmo ante el regreso del futbol se propaga entre la felicidad de unos hinchas y el recelo envidioso de sus adversarios.
El futbol sin balón en las canchas, en el partido de los escritorios, donde tiran números dirigentes y empresarios con poca injerencia de los técnicos.
Ruedan la pelota y las noticias, de una boca a la otra.
Que “Quizas”, “Es posible”, “Tal vez”, “Podría” se escucha y se ve en los titulares de los medios, en frenético mercado especulativo que pone a los aficionados a la expectativa o con los pelos de punta.
Pero poco de lo que se dice o trasciende es cierto. Los futbolistas que ocupan las vitrinas de la información no tienen regularidad o vitalidad en sus carreras, con excepciones, con el renombre y la fama de Quintero y James.
Son infladas con habilidad sus hojas de vida, para cotizarlos y promocionarlos.
Futbolistas-estafa, borrachos, sin clase, despedidos de otros clubes, que llegan deslumbrantes y luego se marchan silenciosos, sin dejar huella, minimizados por las críticas.
La habilidad de sus representantes encontrará, en la ingenuidad de los dirigentes, otros sitios, otros lugares, donde acumularan más fracasos.
Proliferan los fichajes que no son refuerzos. Al futbol colombiano no llegan figuras bien referenciadas o conocidas, que eleven la temperatura de liga, la que por costumbre se mueve entre escándalos y patinazos.
Solo Junior y América muestran los colmillos en los fichajes, con los bolsillos abiertos para cortejar a James Rodríguez o contratar a Juanfer Quintero, quienes son fragancias seguras por su talento indiscutible. Se babean con estos nombres sus hinchas.
Bolsillos cerrados los de Falcao, quien no encuentra las fórmulas para pagar sus impuestos en Colombia a pesar de que Millonarios, le garantiza el contrato.
Juegan las finanzas, enloquecen los aficionados, se agita el mercado, sin importarles si los referidos son culones, lentos, perezosos, si sus rodillas están destrozadas o si se asoman al ocaso de sus carreras.
Si el fuego interior del futbol aún arde en sus cabezas y en sus mentes. Si son burgueses dispuestos, por comodidad y dinero, a extender sus carreras en los estadios.
Si tienen artillería para los goles, voluntad al sacrificio, si incendian el ambiente con su clase, si piensan en el público y no en sus suculentos contratos.
Si tienen la capacidad competitiva para vestir el overol, si pondrán a sus compañeros a correr por ellos, o a médicos y asistentes a sus servicio, con visitas constantes a la enfermería.
Si el atractivo está en la liga, o en las noches, las chicas, el ambiente, las parrandas y el perreo.
Historia repetida este con flujo interminable de titulares y noticias. De mentiras y engaños.
De ilusiones. De fanatismo y fantasías en las gradas y en el juego, de agitación y revuelo en el marketing.
La liga en la que unos clubes almuerzan con tamal o con morcilla y eructan caviar, porque pocos son los dirigentes con los pies sobre la tierra.