El inicio del segundo mandato de Trump, la presidencia rotativa de Brasil en los BRICS+, la crisis tanto en Venezuela como en Cuba y algunas elecciones en América Latina como en Ecuador, Bolivia, Chile y Honduras serán hechos políticos que traerán consigo cambios fundamentales para el hemisferio americano.
Sin lugar a dudas, el regreso de Trump a La Casa Blanca producirá serias transformaciones en materia de migración para América Latina según lo anunciado en campaña (creo que en esta ocasión Trump si cumplirá). Igualmente, las relaciones con La Habana van a ocupar un lugar clave en la agenda dado que el Secretario de Estado, Marco Rubio, es de origen cubano y la eventual muerte de Raúl Castro podrá abrir la oportunidad para una transición pacífica y ordenada al mundo libre. Por demás, el pueblo cubano merece un cambio después de 66 años de una farsa revolucionaria cuyo legado se caracteriza por la esclavitud, el hambre y el terror.
La política comercial de la nueva administración en Washington afectará el relacionamiento con Canadá (con o sin Trudeau) y México principalmente tal como se ha venido apreciando en la prensa norteamericana. "President-elect Donald Trump has said he will impose an additional 10% tariff on goods from China and a 25% levy for Canada and Mexico" es la muestra de algunos titulares que, como el de la CNBC, han dado cuenta de la nueva dinámica en los términos de intercambio que empezarán a regir en pocos días.
Desafortunadamente, las relaciones del hemisferio no estarán exentas de algunas tensiones por cuenta de las declaraciones inoportunas (eso esperamos) de Trump como la más reciente (y reiterativa) sobre el Canal de Panamá.
De otro lado, Brasil asumió el pasado 1° de enero la presidencia rotativa de los BRICS+ con la misión estratégica de modificar lo que llaman el modelo de governanza global con algunas prioridades fundamentales como desdolarizar la economía global, buscar fuentes alternativas de financiamiento para el cambio climático, las guerras en Ucrania y en Oriente Medio. Por ningún lado se habla de democracia. Obviamente este bloque se caracteriza precisamente por ser una alianza del mundo antidemocrático donde Brasil es el socio que más tradición y legado democrático tiene.
Ahora bien, para muchos analistas, a Nicolás Maduro le quedan los días contados. Habrá que ver si logra posesionarse, o no. Por lo pronto, ha quedado claro que el aislacionismo del régimen es cada vez mayor; por ejemplo, el mismo Lula de Silva ha decidido apartarse cada vez más del tirano de Miraflores y ha tenido que tragarse su propio recital de mentiras con respecto de la dictadura venezolana.
Recordemos que las piruetas discursivas del líder petista (PT) han llevado a Lula a decir, en 2023, que Venezuela era una democracia y que era víctima de narrativas en su contra. Ya hace unos meses dijo que Maduro no era un dictador, pero que el gobierno si era autoritario, (un chiste que parece estúpido, menos para los progresistas) y luego ha afirmado que es un régimen desagradable.
De ahí que, en Itamaraty hayan decidido que Lula no debería ir a la posesión de Maduro y que asista Glivânia Maria de Oliveira, embajadora acreditada ante Caracas. Como buen politicastro, Gustavo Petro solo imita lo que hacen los demás; en consecuencia, anuncia que hará lo mismo (obviamente sin reconocer que está replicando lo decidido en Brasilia).
Más allá de esto, lo importante es el desenlace de la crisis. Como era de esperar, a medida que se acerca la posesión, más tenso se vuelve el ambiente. Y así lo hemos apreciado desde los medios internacionales de comunicación. De tal suerte que mañana, 10 de enero, sabremos si tanto las protestas de hoy, como la estrategia de la dupla González Urrutia -Machado y el apoyo de los verdaderos demócratas del mundo, consiguen la caída de una tiranía que merece caer para que sus testaferros morales, en otros países, no tengan la menor opción de repetir el recetario.
Por último, el hemisferio americano cambiará su mapa político en razón a los procesos electorales que se avecinan. No habrá jornada democrática que no sea importante e insignificante por más pequeños que sean los países como Ecuador y Honduras. De hecho, ha sido la misma Xiomara Castro (presidente de Honduras) quien le ha dicho a Trump que, si cumple con su política de deportación masiva, cerrará las bases militares que tiene Estados Unidos en ese país. Newsweek tituló hace pocas horas: "Honduras Threatens US Military Bases Over Trump's Mass Deportations".
