Los candidatos venden futuro, pero no lo garantizan. Con el inicio formal de la campaña para los que buscan ser gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, el asunto central es mejorar las condiciones de vida de las personas a las que gobernarán. Lo demás es carreta.
Hay que derrotar de una vez por todas la idea que todo tiempo pasado fue mejor. No puede ser una opción estar apegados a la nostalgia de algo que ya no volverá, la oportunidad de pretender un futuro esperanzador, la tienen en gran medida nuestros líderes regionales, que se harán elegir este 29 de octubre. No defrauden.
El presente nos aplasta. En la actualidad nos cruzamos con varios desafíos complejos y no es un fenómeno estricto de Colombia. Problemáticas como la inflación, la inminente llegada de un sofocante Fenómeno del Niño, obligan a los actuales candidatos, ser honestos con sus propuestas para todo lo que se viene.
Las campañas políticas venden esperanza. Pero nunca puede estar soportada en una falsa ilusión, es todo lo contrario, fundamentada en una realidad viable de abrazar un mañana con unas condiciones que superen nuestra actualidad. Y la gente vota con esta convicción.
La incertidumbre es una condición sobre lo que ocurre en el presente, entonces hablar del futuro, incrementa esta sensación. Aunque muchos persistan en el optimismo como elemento destructor de las adversidades, la realidad nos supera.
El destino social que se nos avecina debe ser mejor. Pero depende en gran medida de la escogencia de mandatarios regionales y locales, con la capacidad suficiente para revertir lo que hoy ocurre. El 29 de octubre votaremos por el futuro.
No podemos envidiar la vida cuando fuimos niños, debemos procurar que nuestros hijos vivan mejor que nosotros. Nos llenamos de ansiedad con la sola posibilidad que no sea así. Piensen en ellos al momento de votar.
Hay que evitar lo que siempre advirtió el sociólogo Zygmunt Bauman, que el futuro no sea un escenario de pesadillas. Además, afirmaba que ha crecido un síntoma de nostalgia por el pasado. Todo esto, tienen la obligación inaplazable los candidatos, de neutralizarlo. Tenemos derecho a la esperanza.
Darle la espalda al futuro sería un error irremediable. Depende de todos nosotros, con defectos y virtudes, los aspirantes a gobernar en las regiones deben asumir el compromiso de restaurar lo que no viene bien. Algo mejor no puede ser una utopía.