BANI es un acrónimo compuesto por las palabras “brittle, anxious, nonlinear e incomprehensible”, traducidas al español “frágil, ansioso, no lineal e incomprensible”, términos que explican un escenario a punto de desmoronarse.
Este concepto fue creado por el antropólogo estadounidense Jamais Cascio, investigador del Institute for the Future, organización sin ánimo de lucro enfocada en el análisis de los comportamientos y componentes socioeconómicos de las naciones u organizaciones a fin de pronosticar las consecuencias a largo plazo de su accionar.
El momento por el cual atraviesa el país puede identificarse como un escenario BANI. Al finalizar el año 2023 se evidenciaron situaciones adversas en un ambiente enrarecido, que ha permitido confirmar que Colombia está dando un giro inesperado, y en el inicio del año 2024 se ha encapsulado en la esencia de su existencia moderna, lo que parecía ser robusto hoy se torna frágil y puede romperse con facilidad.
Por ejemplo, circunstancias distópicas como que, en año y medio de ejercicio el ejecutivo ha denunciado supuestas conspiraciones de la oposición para desestabilizar su gobierno, sin ninguna prueba, y ahora insiste en la tesis de una “ruptura institucional” para desalojar a la izquierda del poder.
En consecuencia, la inteligencia del Estado está verificando la autenticidad de unos documentos que señalan un aparente plan para golpear el gobierno del presidente Gustavo Petro. La noticia ha generado un clima de incertidumbre sobre la estabilidad política del país, se espera que las investigaciones aclaren la veracidad y alcance de las advertencias.
Un hecho que ha impactado en la última semana, son las imágenes de la Corte Suprema de Justicia rodeada por manifestantes exigiendo a los magistrados la elección de la nueva fiscal general, situación que no le convenía ni al gobierno ni al país, que comparada con la toma del Palacio de Justicia de 1985 trae al imaginario, recuerdos lamentables.
La desidia gubernamental motiva una dinámica de zozobra que convive en cada ciudadano día tras día, el ejercicio de la autoridad en el territorio se debilita y esto afecta a los pobladores. La erosión del Estado Social de Derecho destruye la ingeniería de la gerencia pública en Colombia.
En perspectiva, el país se encuentra en un escenario BANI, en donde las acciones van y vienen sucesivamente sin un patrón predecible, los hechos se rigen de forma no lineal. Así mismo, lo incomprensible de la situación ocasiona un aumento en la sintomatología ansiosa y depresiva en la población obligada a tomar decisiones en esta distopía, denotando una sensación generalizada de malestar y aprehensión.
Sin embargo, los sujetos o sociedades inmersas en escenarios BANI son capaces de revertir el deterioro causado. La contemporaneidad permite, como nunca antes, el acceso a herramientas para cambiar aquello con lo que se está en desacuerdo y edificar futuros deseables para todos. Como la única opción es seguir adelante, depende de cada individuo prepararse para asumir la imprevisibilidad que se avecina.
Para doblegar este mundo BANI se requiere un mayor nivel de agilidad, empatía e iniciativa. Navegar por esta nueva realidad requiere abrazar la incertidumbre, incentivar la resiliencia y cultivar una mentalidad de aprendizaje continuo, y otorgar un mayor énfasis al desarrollo de estrategias proactivas, disminuyendo y descartando las respuestas reactivas.
Por esta razón, se necesitan líderes realmente capacitados, con el interés de abordar las complejidades de esta Colombia bajo estado BANI, que promuevan el abandono de las etiquetas sociales (políticas, generacionales, culturales) y centren su liderazgo con una visión estratégica que posea iteraciones constantes, con foco, soluciones disruptivas y mejora continua como garantes del valor público de los servicios del Estado.
La clave para afrontar este tipo de entornos es construir sistemas con base en un liderazgo colectivo, al analizar sus procesos y que le permita al Estado la identificación, evaluación y gestión de los diferentes tipos de riesgos los cuales tienen el potencial de obstaculizar el cumplimiento de los objetivos estatales. Gestionar de forma efectiva un entorno BANI implica comprender que los cambios y rupturas de paradigmas seguirán acelerándose y si no se atienden pueden llegar a ser imparables.
Para esto, el gobierno requiere un ajuste rápido a sus estrategias, perspectivas y acciones, es fundamental planear con prospectiva y desarrollar el factor humano motivándolo a enfrentarse a nuevos retos a partir de las lecciones aprendidas y transitar del actual modelo de administración a una nueva gerencia pública integral y flexible.