Ideas para que unidos podamos superar la crisis

Empecé a escribir esta columna cuando la reforma tributaria presentada por el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, estaba en el Congreso. Leí cada artículo para determinar qué había de favorable y qué de desfavorable en ese texto legislativo para el sector de ciencia, tecnología e innovación. En medio de esta densa lectura primero oí a personas caminando en las calles pidiendo comida y luego a los manifestantes marchar.

No había terminado de revisar cada artículo cuando oí la alocución del Presidente de la República Iván Duque de retirar el proyecto de ley que contenía la reforma tributaria de 2021. En ese discurso fue enfático en buscar un diálogo nacional. En la búsqueda de un consenso, un actor importante es el sistema financiero que tiene tanto poder en este país y que ayuda lo mínimo posible.

Ante esta situación, mi concentración para escribir la columna desde la visión de ciencia, tecnología e innovación cambió. Ante esta crisis, todos y todas debemos aportar ideas para que ese diálogo nacional, ese consenso del que habló el presidente Duque se haga con argumentos, no sólo con pasiones.

Mi propuesta entonces está en destinar el cuatro por mil a enfrentar la crisis actual, pedirles al sector bancaria crear estrategias para mitigar la crisis y crear un fondo de ayuda al investigador científico.

Con respecto al cuatro por mil, esa contribución que inició en el año 1998 ante la crisis financiera (decreto 2331 de 1998) permitió, inicialmente, resolver la situación de los sectores financiero y cooperativo y aliviar la situación de los deudores por créditos de vivienda y de los ahorradores de las entidades cooperativas en liquidación. Una vez superada la crisis financiera, el terremoto en la zona cafetera del país obligó a usar esos recursos para un nuevo propósito. En el 2000, el gravamen fue convertido en un impuesto permanente y su tarifa inicial ha sido aumentada a un cuatro por mil. A pesar de que en el 2006 la ley 1111 estableció un desmonte gradual de tal contribución, pasando a ser de dos por mil entre los años 2014 y 2015, uno por mil entre los años 2016 y 2017 y a partir del año 2018 de cero por mil, la crisis del agro colombiano, obligó al Gobierno Nacional a replantear esta decisión y en el 2013 se volvió a establecer la tasa. Ante la situación actual, usar esos recursos para los más necesitados debería ser el camino en el que todos contribuimos con nuestras transacciones bancarias.

Con respecto a las utilidades del sector financiero en el 2020 que fueron de $24,25 billones de pesos en el 2020, es importante exhortarlos a que, en esta situación de crisis social, creen programas sociales para ayudar a las familias más necesitadas a volver a encontrar sustento para que los impulsos que se han dado a la economía en la última década no retrocedan generando una pobreza desastrosa en Colombia. En este aspecto, el emprendimiento responsable y basado en ahorros debería ser la contribución de la banca.

Finalmente, por nuestra parte, impulsaremos a la generación de un fondo del sector de ciencia, tecnología e innovación para ayuda a los investigadores que, ante la pandemia están viviendo una situación financiera de emergencia. Ante esta crisis no podemos quedarnos quietos y debemos tomar acciones de solidaridad en nuestros sectores de forma que sobrellevemos juntos la postpandemia

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