Augusto Solano

Presidente Ejecutivo de Asocolflores desde el año 2000. Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes y MBA del Wharton School, de la Universidad de Pennsylvania, asesor económico y financiero del Ministro de Desarrollo. Formó parte de las Juntas Directivas del Instituto Colombiano Agropecuario – ICA en representación del presidente de la República, la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), del Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible (Cecodes, Presidente Junta Directiva), de Porvenir S.A. y de la Universidad ICESI.  También lo es de varias organizaciones de la floricultura internacional en los Estados Unidos y Europa.

Augusto Solano

Fomentar la igualdad de oportunidades para todos

La igualdad, el cierre de brechas y la inclusión social son temas que nos afectan directamente cuando hablamos de mejorar las condiciones de vida propias y ajenas.

Frente a este tema, considero que por su representatividad, experiencia y alcance de impacto los gremios juegan un papel muy importante en su consecución, algo que los estudios dicen está lejos de alcanzarse.

En el anterior sentido, la clave radica en fomentar la creación de oportunidades para todos con el fin de que cada uno encuentre un camino hacia el progreso. Los gremios deben contribuir a cerrar no solo las brechas de género, sino también las que existen entre diferentes sectores de la sociedad.

Ya sea entre mujeres y hombres, jóvenes y mayores o habitantes del campo y las ciudades, por mencionar solo algunas de las desigualdades existentes, se debe entender que el objetivo no es simplemente reducirlas, sino asegurar que todos experimenten mejoras reales y tangibles en sus condiciones de vida.

Es muy importante que comprendamos que el objetivo no es simplemente disminuir la desigualdad empeorando la situación de todos (por lo bajo). 

El enfoque debe estar centrado en erradicar la pobreza -una de las mayores generadoras de desigualdad-, impulsar la construcción de riqueza y construir los procesos necesarios para promover el bienestar general (por lo alto).

Los gremios tienen que hacer todo lo posible por asegurar la creación de empleo formal como una de las principales estrategias para lograr ese bien común que tanto se necesita. 

Durante la reciente reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT (3-14 de junio), su director general Gilbert F. Houngbo, dijo que “Enfrentamos inequidad persistente, así como informalidad en el mundo. Las discusiones confirman un aspecto crítico: Debemos actuar; no hacerlo no es una opción.”

Además, a lo largo de todas las discusiones de esta conferencia se enfatizó en que la informalidad es uno de los principales problemas de precariedad laboral, desigualdad social y fuente de pobreza. 

Cerca del 80% del empleo nacional lo genera el sector privado. Y, aunque hay personas que insisten en hablar mal de las empresas, esta cifra refleja la importancia de respetar, promover y dinamizar la actividad empresarial en la búsqueda del bien común. 

Claro está, siempre exigiendo un empresariado que desarrolle todas sus actividades desde el empleo formal, y aquí nuevamente hablamos de la importancia gremial.

Sin duda alguna, la formalidad permite a las personas acceder a un salario estable, servicios médicos, caja de compensación, seguros de riesgos laborales, pensión para la vejez, subsidios y prestaciones sociales, entre otros beneficios. 

La formalidad le brinda a los individuos la posibilidad de planear proyectos a largo plazo para transformar positivamente su entorno, y así mejorar la calidad de vida de sus familias. 

 

Muchas empresas desarrollan programas que van más allá de la ley, en términos de bienestar y apoyo para sus colaboradores, los cuales los ayudan en adquisición de vivienda o estudios y capacitaciones, por mencionar solo dos. 

Entonces volvemos nuevamente a la responsabilidad del actuar gremial frente a la generación del empleo formal. Los empresarios, además de impulsarlo, deben unirse con sectores como la academia y los centros de investigación para proponer soluciones innovadoras en este sentido, y como también dijo F. Houngbo: “fomentar el diálogo social para la prosperidad compartida”.

Finalmente, y como lo he dicho con anterioridad, hacer empresa en general y especialmente en este país, es muy difícil. El solo cumplimiento de las normas actuales es un gran desafío. 

Los empresarios tienen que responder a infinidad de requisitos, enfrentar múltiples obstáculos del país que afectan su competitividad y asumir innumerables riesgos (climáticos, cambiarios, de mercado, de cartera y de obsolescencia tecnológica, entre otros). 

Aceptar los diferentes riesgos que supone el empresariado requiere alguna motivación. Las empresas deben ser rentables y más que rentables, deben ser prósperas, para reinvertir, crecer, generar más empleo formal y, por ende, mayor bienestar.

Es decir que, para concluir, el gobierno se debe sumar con incentivos reales y acertados para que juntos creemos más empleo formal, y fomentemos así la igualdad de oportunidades para todos. 

 

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