Esta semana se encendieron las alertas ante un golpe blando contra el gobierno del cambio y su bancada en el Congreso de la República, ante los últimos hechos que han marcado la agenda política del país en las recientes semanas y que sin duda nos generan una alerta. El golpe blando, es una técnica de desestabilización política que busca afectar la estructura del poder y el equilibrio institucional de un país, mediante una ejecución discreta y gradual, sin la utilización de la fuerza o la violencia directa.
Sanciones a los congresistas del pacto que en definitiva afectan la votación de las reformas que estamos gestando y una clara agenda mediática con desinformación que buscan azuzar a las masas en contra de hechos que ni siquiera sucedieron como los cuentan y que lo único que termina es deformando la realidad.
En Latinoamérica los casos abundan, especialmente contra los gobiernos progresistas. Uno de los casos más conocidos es el de Lugo en Paraguay, en el que el presidente dejó el Palacio de López luego de un juicio político exprés marcado por la presión mediática que terminó distorsionando la realidad de los hechos. O el caso de Venezuela en 2019, en el que la oposición liderada por Juan Guaidó se declaró presidente interino con el apoyo de Estados Unidos y otros países; en el mismo año, en Bolivia se dio la renuncia del presidente Evo Morales tras una combinación de presiones internas y externas, incluyendo una campaña mediática en su contra.
En Colombia, nos encontramos ante una feroz campaña de desprestigio por parte de un sector de la prensa en el que el afán de la primicia y una clara agenda política de parte de algunos medios de comunicación quieren crear una sensación de caos y de crisis ante un gobierno que se encuentra trabajando de manera consecuente con su propuesta y plan de desarrollo por el cambio y por cumplirle a los territorios.
Es claro que hay una persecución hacía el sector del progresismo que representamos y que nuestro interés por la sociedad, por devolver las tierras a quienes las trabajan y no a grandes terratenientes, por un sistema de salud más equitativo y no uno en el que prime en negocio de pocos, y por una reforma laboral que devuelva los derechos a los trabajadores y no que solo piense en las ganancias del empresario tienen a un sector de la sociedad bastante alerta e intentando por todos los medios generar incertidumbre.
Estamos seguros que los intentos de esa derecha extremista y desesperada no pasarán porque hoy tenemos una ciudadanía activa e informada, que no traga entero y que se siente representada por un proyecto político que respeta sus derechos y libertades. Nosotros seguiremos trabajando porque el cambio que ganó en las urnas llegue a los territorios con justicia social y equidad.