Jimmy Bedoya

Profesional en administración policial y de empresas, doctorando en estudios sociales (UExternado), máster en administración de recursos humanos (Ucav de España), máster en administración de negocios -MBA- (UExternado), especialista en seguridad (Espol), gobierno y gerencia pública (EAN) y control interno (UJaveriana), y CIDENAL (Esdeg). Es columnista y consultor con más de 30 años de experiencia en seguridad pública, capital humano y control interno.

Jimmy Bedoya

El fútbol, ¿excusa para violentos?

La semana anterior en el partido de fútbol disputado entre Junior y Atlético Nacional, en el Estadio Atanasio Girardot, se convirtió en un trágico ejemplo de cómo la violencia invade un evento deportivo. Un encuentro apasionante entre dos de los clubes más importantes del fútbol colombiano terminó en caos. Durante el partido grupos de hinchas protagonizaron violentos enfrentamientos que resultaron en múltiples heridos.

La relación del fútbol y su influencia en la sociedad ha sido objeto de análisis en diversas disciplinas académicas, este deporte no solo es una fuente de entretenimiento también es un reflejo de las dinámicas sociales que moldean nuestras interacciones cotidianas. La pregunta clave es: ¿por qué el fútbol se ha transformado en el escenario de manifestaciones de agresividad y confrontación? En Colombia, el fútbol ha mostrado ser un microcosmos donde emergen las tensiones sociales más profundas, y se revelan problemáticas que van más allá del campo de juego. La violencia en los estadios, los enfrentamientos entre barristas y las agresiones a jugadores y árbitros son síntomas de una crisis social amplia que incluye la desigualdad, la exclusión y la falta de oportunidades. 

El fútbol en Colombia ha sido testigo de múltiples episodios de violencia, dentro y fuera de los estadios. Según el estudio “Barrismo social y convivencia (2008-2024)” de la Universidad Central cada 20 días muere un hincha por eventos relacionados con el fútbol, el 68% de los aficionados al fútbol colombiano han presenciado actos violentos en jornadas deportivas, y un 30% han sido víctimas directas de algún tipo de agresión en este contexto, además el 78% de las mujeres y el 70% de los hombres consideran que es peligroso ir al estadio. 

Con la intención de mejorar la seguridad y convivencia en el fútbol colombiano, se promulgó la Ley 1270 de 2009, sin embargo, su implementación ha sido deficiente, lo mismo ocurre con el “Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol 2014-2024” impulsado por el Ministerio del Interior y respaldado por diversas entidades gubernamentales para erradicar la violencia tanto dentro como fuera de los recintos deportivos. 

A pesar de contar con un marco normativo adecuado que establece medidas a corto y largo plazo, enfocándose en el control y prevención de manifestaciones violentas mediante protocolos de seguridad, así como en la formación en convivencia y DDHH, las autoridades no han logrado llevar a cabo acciones efectivas para prevenir la violencia originada, por una parte, por la falta de coordinación entre las instituciones encargadas de garantizar la seguridad pública, y porque autoridades locales no han contado con los recursos suficientes o no han dado prioridad a las mejoras en seguridad, lo que ha contribuido a que los incidentes violentos sigan ocurriendo.

Hechos como los de la semana anterior demuestran que la violencia en el fútbol colombiano no ha sido erradicada y sigue siendo un desafío serio para las autoridades. En muchos casos, la falta de una estrategia unificada ha dificultado la prevención de la violencia, y aunque se han creado mecanismos legales para mejorar la seguridad y convivencia en los estadios y alrededor del deporte, la aplicación de estas leyes ha sido limitado. No se han impuesto sanciones adecuadas a los responsables de la violencia, y la falta de seguimiento a las medidas ha debilitado su efectividad.

¿Cómo abordar este reto y que el futbol no sea la excusa para manifestaciones violentas?  Observemos los ejemplos exitosos de otros países, tras años de afrontar esta problemática Argentina implementó un sistema integral que incluye un registro nacional de hinchas violentos. Este sistema permite prohibir el acceso a aquellos identificados como problemáticos, lo que ha reducido significativamente los incidentes agresivos. En cuanto a la liga española se han desarrollado campañas educativas dirigidas a jóvenes aficionados sobre el respeto y la convivencia pacífica durante los partidos. Transformar la cultura del fútbol hacia una más pacífica y respetuosa es posible si se toman las medidas adecuadas y oportunas.

El fútbol tiene el potencial de entretener y unir a las comunidades, esa es parte de su relevancia dentro de la sociedad y para lograrlo es imperativo abordar las raíces sociales que alimentan la violencia dentro y fuera de los estadios. Es cierto que, las autoridades deben asumir su responsabilidad y garantizar la efectividad de la Ley 1270, además es fundamental involucrar en este proceso a todos los actores sociales: autoridades, entidades deportivas, aficionados y sociedad civil, y actuar con determinación para erradicar la violencia del fútbol colombiano para disfrutar de su espectáculo sin temor ni divisiones, y recordemos que para deshacernos de la agresividad en este deporte se comienza con acciones de cada uno de nosotros, hagamos del fútbol un reflejo positivo de nuestra sociedad.

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