Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Confesiones de un bot ruso

La semana pasada, aquí mismo, les hablé de un buen libro inútil porque la belleza de una obra bien escrita en el fondo no produce más que un placer estético, en fin de cuentas prescindible. Esta semana, en cambio, quiero recomendarles un libro mal escrito, pero francamente útil. No es que nos diga nada que no sepamos, porque en el fondo su contenido son las tripas de toda la basura que circula por internet; pero qué bien saberla de primera mano. 

Tampoco sabemos el nombre de su autor, cosa que ya sería motivo para abandonar su lectura en un primer momento. Pero es que el autor o autora, asegura estar ligado a una cláusula de confidencialidad que lo obliga a no desvelar su identidad so pena de verse envuelto en un pleito engorroso y seguramente penalizado con una enorme suma de dinero, en caso de ser vencido en juicio en los estrados.

El libro en cuestión se llama Confesiones de un bot ruso. La verdad, no entendí muy bien por qué se atribuye esa nacionalidad; pero un bot, para quienes no están familiarizados con el término (confieso que yo lo supe hace muy poco), es en realidad un programa informático que efectúa tareas repetitivas por internet de forma automática que una persona sería incapaz de realizar. Y por extensión entiendo que se llama así a la persona que maneja ese programa.

Bueno, nuestro hombre (o mujer, repito que no sabemos ni su género ni su identidad) nos cuenta que llegó a desempeñar esa labor por casualidad, no sabiendo muy bien, cuando respondió a una oferta de trabajo, en lo que se estaba metiendo. Había ingresado a una agencia de relaciones públicas y sus clientes fueron partidos políticos, empresas multinacionales y asociaciones de diverso tipo, pero su cometido concreto era redactar blogs, crear contenido para páginas falsas de Facebook, ficticias cuentas en Twitter y operar y gestionar cuentas trol en internet, entre otras tareas.

“Durante varios años he estado agazapado en la sombra, como un espía durmiente que busca el mejor momento para intervenir en la conversación o la ocasión idónea para colarse en la multitud y lograr el mayor impacto posible. He simulado ser a la vez una hermosa muchacha y el líder de una organización ciudadana”, confiesa nuestro héroe en estas memorias.

El nombre con el que se conoce esta labor --en realidad tan vieja como la humanidad como es la difusión de una mentira, de un rumor, de una noticia no contrastada-- es “astroturfing”, palabra en inglés que equivale a césped artificial, pero que también se refiere a la técnica de comunicación por internet empleada por todo tipo de organizaciones humanas, empresas o individuos para manipular y difundir “información” falsa, influyendo en periodistas y en la opinión pública.

El anónimo autor de esta obrita de apenas 200 páginas, no tiene empacho en calificar como una “máquina de odio” a esta estrategia de posverdad. Intenta revelar, no sé si con mucho éxito porque el fárrago de términos técnicos te lleva a perder el hilo muchas veces, los secretos de esta estrategia de marketing digital basada en dos pilares: esconder al responsable de una campaña y dar la impresión de espontaneidad. 

Pero sí queda claro que hoy en día operan en la sombra ejércitos de manipuladores de la opinión pública que actúan con mucho éxito. Entre paréntesis, y esto es mi opinión personal, éste es hoy el mayor desafío para la democracia en cualquier parte del mundo, la manipulación de la realidad, la difusión universal de la mentira.

De entre los muchos motivos de reflexión que se pueden extraer de este libro hay uno que ya hemos compartido aquí alguna vez: en internet no hay nada gratis; y cuando pensamos que hay algo gratis téngalo claro, el producto es usted. Y por lo menos recuerdelo cuando tenga que facilitar sus datos en la red. El asunto no es nuevo, como queda dicho, y ejemplos para alertarnos nos ha dado la historia.

En la Holanda de 1940 se creó un censo que, además de incluir los datos habituales, recogía otro tipo de información, como las creencias religiosas. Este dato fue fundamental para que el Gobierno optimizara los recursos económicos y pudiera destinar más justamente las partidas presupuestarias de acuerdo con los intereses reales de la ciudadanía, pero también facilitó el trabajo de los nazis durante la ejecución del genocidio.

Colombia vive en estos días tiempo preelectoral; los bots, sean de la nacionalidad que sean, se aprestan a trabajar horas extras. No está de más tenerlo en cuenta.

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