Esta semana conocimos que luego de la información entregada por el ex líder paramilitar, Salvatore Mancuso en los días de audiencia ante la Jurisdicción Especial para la Paz -JEP- se encontró una fosa común con restos humanos en zona fronteriza entre Colombia y Venezuela en un lugar ubicado cerca de la población de Juan Frío, de la cual, según la información entregada por el compareciente, las Fuerzas Militares tenían conocimiento.
Esta información por supuesto, no lleno cientos de titulares de la prensa tradicional ni generó la suficiente indignación por parte del sector político y económico que se opone al cambio, sino que por el contrario fue una noticia que pasó de agache mediáticamente y que no tuvo la suficiente difusión.
El paramilitarismo, una oscura época de nuestro país en la que se utilizó el aparato estatal como recurso contra la población civil y que se alimentó del discurso del enemigo interno para justificar miles de masacres que está cumpliendo, a través de las jornadas de reconocimiento extrajudicial de Mancuso un nuevo capítulo que le permiten a nuestro país reconstruir la violencia y conocer sus causas para no repetirlas, por lo que es un tema de suma importancia para un futuro no violento.
En los hallazgos, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas -UBPD- está jugando un rol fundamental pues será la encargada de acopiar la información necesaria para la construcción del contexto como parte de la investigación humanitaria y extrajudicial, y a su vez está llevando ante la Cancillería la gestión diplomática para el desarrollo de la búsqueda transfronteriza.
Los relatos del ex líder paramilitar hablan de aproximadamente unas 200, o más, personas que fueron asesinadas por el Bloque Catatumbo y de las cuales sus familias aún no saben nada y no han podido hacer un proceso de duelo efectivo, que siguen sin una reparación y a las cuales, a pesar de tener la información presuntamente les fue negada.
Estos hechos, nos demuestran que el camino es el de la búsqueda de la Paz Total, que instancias como la JEP son no solo importantes sino también necesarias en un país que lleva más de 60 años en una espiral de violencia en la que los perjudicados han sido los territorios de esa Colombia profunda, mientras que en la centralidad con toda la comodidad se dedicaban a ordenar acciones contra el pueblo y a ordenar la guerra con hijos ajenos.
Esperamos que con las declaraciones de Salvatore Mancuso la verdad siga saliendo a la luz para que el doloroso episodio del paramilitarismo en nuestro país cumpla su ciclo de reparación y compromiso de no repetición con las víctimas que esta práctica atroz y secundada por el estado dejó.