El balón como hilo comunicante que, esta vez, a pesar de la abrumadora posesión, no fue instrumento para someter al rival, el peor de la serie clasificatoria.
La ausencia de juego combinado en los alrededores de la portería peruana, afectó la confianza y limitó el rendimiento, con el agregado de un juego confuso, sin ideas.
Colombia, con la mente en blanco y en piloto automático gran parte del partido, fue un equipo bajo de forma, calculado, plano, sin variantes, inofensivo y sin ambiciones.
Pero llegó James como relevo, como un “rodillón” cualquiera por su inactividad, a aportar la calidad que el juego no tenía. Con él, la selección fue otra.
Caminador y trotón, pero talentoso con sus pases en rosca, lejanos, siempre medidos, para destrabar el partido. Poco hizo, pero todo lo suyo fue vital para encontrar el camino que redimió al equipo y alejó la desdicha y el sonrojo de la derrota.
Tres de los cuatro relevos, fueron claves. Yaser Asprilla por su técnica en movimiento, con habilidad en el espacio reducido; Jhon Durán por su potencia y su juego aéreo y James por su influencia en el rendimiento y el resultado. Todos de la cantera de Envigado.
Lerma por su dinámica, su equilibrio y su respaldo a una endeble defensa, fue uno de los mejores en la calificación de los expertos.
Igual Camilo Vargas por aquella formidable atajada ante Varela el Peruano, con agilidad en su movimientos con reflejos impecables, además de su experta comprensión de juego, mirando a sus delanteros, a distancia, como fórmula de ataque que no fue aprovechada.
En el reparto de elogios Lucho Díaz, con la alegría de su futbol. Dominador de duelos, a pesar de la marca disciplinada que los peruanos le aplicaron. Su gol, a lo Muñoz, atacando el espacio en zona ciega, llegó en un momento inesperado, pero premeditado, para elevar la temperatura de los hinchas.
El resultado, que hoy para tantos es noble arte como único objetivo, hizo justicia a pesar de que no fue este el mejor partido de la selección Colombia, por la aportación discreta de algunos de sus jugadores.
En ellos no hubo relación directa entre la idea, la voluntad y el rendimiento.