Remberto Burgos de la Espriella

Médico Neurocirujano, miembro Academia Nacional de Medicina. Miembro Honorario Academia de Cartagena. Presidente Honorario Federación Latinoamericana de Neurocirugia.Expresidente Asociacion Colombiana de Neurociriugia.Especialista en Gobierno y Asuntos Públicos.

Remberto Burgos de la Espriella

Cerebro del Asesino

Execrable, censurable, despreciable.

El comportamiento de la corteza prefrontal del asesino muestra una reducción considerable en su desarrollo. El área de la función ejecutiva del cerebro es inferior al grupo de control. Estos elementos predisponen una persona a la violencia: reducción del autocontrol, menor control sobre el sistema límbico (ira y rabia) y mayor adicción al riesgo. En el 2019 se demostró una menor cantidad de materia gris en comparación con las personas encarceladas por otros delitos. Los pacientes con delitos por homicidio tenían esa tendencia.

Somos la función de la biología y el ambiente. La genética es el arma y el entorno el gatillo. Los crímenes de sangre son macabros pero los de cuello blanco producen similar horror. No tenemos el freno social para detenernos, nuestra conducta sigue. Psicopatía y violencia se asocian, no son sinónimos y algunos psicópatas no son violentos. La plasticidad es una de las características propias del cerebro y podemos afirmar que algunos de estos enfermos, especialmente antes de los 25 años, pueden mejorar o controlar sus impulsos beligerantes. Después de esta edad, cuando el cerebro ya funciona en forma madura, es muy difícil.

Debemos diferenciar entre agresividad y violencia. La primera está enfocada a la conservación y supervivencia del individuo. La violencia es el daño desmedido sin mediar límites y sin considerar consecuencias. Los mecanismos neurobiológicos regulados enfocados en la supervivencia (agresividad) comienzan a sufrir una disfunción, de modo que se genera una conducta violenta que puede ser manifestada existiendo o no un estímulo específico.

Las bases neuroanatómicas del cerebro asesino: la corteza prefrontal orbitofrontal, el hipotálamo, la amígdala y el lóbulo temporal. En el hipotálamo nace la respuesta entre la agresión afectiva (respuestas emocionales) y la agresión instrumental (carecen de respuesta emocional). Existe una relación directamente proporcional entre las regiones ventrales de la amígdala y las respuestas de agresión/impulsividad. Del mismo modo, se observó que la amígdala dorsal tendría una función reguladora, mientras que la activación/estimulación sería mediada por la amígdala ventral. Su menor volumen se relaciona con agresividad y psicopatía. Los delincuentes psicopáticos en comparación con los sujetos no criminales tienen una corteza temporal más delgada que se extiende hasta la materia gris. Se han informado asociaciones entre el desequilibrio neuroquímico y la agresión.

La baja actividad serotoninérgica en humanos se ha relacionado con la violencia impulsiva y autodestructiva, mientras que el aumento de los niveles de serotonina sináptica se ha relacionado con la agresión. Esta anatomía debe ser vulnerable a la educación.

Repugnable, abominable, condenable.

Algunos consideran que el funcionamiento anómalo del asesino es el detonante de los comportamientos trasgresores. El sistema de “frenos” de los antisociales no funciona adecuadamente y esto explica los niveles crueles propio de ellos. Una fallida educación basada en la posesión material y en el egocentrismo pueden contribuir a la formación de mentalidades psicopáticas. Parecen carecer de respuesta emocionales que permite identificar el dolor y sufrimiento de otros. De hecho, hay una conectividad disminuida entre la amígdala y la corteza prefrontal. Esta área esta apagada y los impulsos eléctricos entre estas no comunican. El procesamiento de estímulos negativos en la amígdala no se traduce en emociones negativas intensas. Hay estudios como el de Gran Bretaña, donde se demostró que los asesinos tenían menos sustancia gris en la corteza prefrontal anterior y en los lóbulos temporales que los criminales no psicópatas.

Una consulta común con estos individuos de comportamiento antisocial: son rescatables después del acto miserable en donde acabaron con la vida de uno a varios ciudadanos. Son múltiples los estudios y los intentos. Conocemos que tienen una lesión cerebral y sus neurotransmisores no funcionan como el resto de la gente. Por eso hay una tendencia punitiva hacia la criminalidad. Cuando se trata de conductas violentas, se opta por los castigos severos.

Son redimibles o rehabilítables los asesinos. Un entrenamiento profesional, dirigido y extenso se requiere. Leo las publicaciones sobre el daño cerebral existente y lo que los programas de reinserción social pueden hacer. ¿Podemos cambiar la dirección de los rieles o las redes que crecieron anormales y permanecen torcidos? ¿Somos capaces de configurar la corteza prefrontal para que haya empatía, padecimiento y sufrimiento? No lo creo. Estos individuos no son rescatables.

Diptongo. Asesino: ser despiadado.

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Remberto Burgos de la Espriella
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