Esta semana, un alto cargo del Gobierno de España dijo en un acto público que Colombia está gobernada por una oligarquía criminal y narcoparamilitar. Unos señalamientos que, en otro país con una cancillería seria, darían para una protesta formal. Aquí, de momento, Marta Lucía Ramírez se limita a pedir que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, reciba a la veintena de candidatos a la presidencia colombiana, igual que hizo con Gustavo Petro en estos días en Madrid.
La cosa es una soberana tontería; la señora Ramírez sabe que eso es imposible y, además, pasa delante de un asunto más grave que el encuentro entre el candidato de la Colombia Humana y el primer ministro español. Porque la acusación que durante esa visita se ha hecho en España al Gobierno colombiano la ha realizado un Secretario de Estado, que allí tiene casi rango ministerial.
Qué tal que aquí un viceministro de Iván Duque dijera que Pedro Sánchez es un mentiroso compulsivo; y que, por el hecho de recibir apoyo para su gestión de gobierno desde un partido simpatizante de ETA, el primer ministro español es cómplice de los crímenes de esa banda terrorista.
Estas cosas, y otras más graves, las puede decir la prensa contraria al actual gobierno español y los políticos de oposición. Y, de hecho, allí se lo dicen. Pero no sería de recibo que lo dijese un alto representante de una nación con la cual se tienen relaciones diplomáticas plenas, que es lo que ocurre entre Colombia y España.
Gustavo Petro es muy libre de hacer campaña alrededor del mundo; y, por cierto, sería muy interesante saber de dónde tiene tanto dinero para este despliegue proselitista transnacional. Y Pedro Sánchez muy libre de recibirlo. Lo que pasa es que, aunque Sánchez haya recibido a Petro en la sede de su partido y no en el palacio de la Moncloa, el premier español está homologando a un partido que creíamos socialdemócrata, el PSOE, con un movimiento populista más cercano al chavismo que a los postulados de la Internacional Socialista. Allá él, ésa es una cuestión para que aclaren los españoles.
Lo que sí tiene coherencia es que a Petro lo alaben y magnifiquen en España los miembros de Podemos, un partido populista que nació con la financiación que le dio Hugo Chávez. Y aquí es donde llegan los nudos al peine, como dicen los italianos. Porque en un acto en la sede de UGT, el sindicato socialista, el Secretario de Estado de la Agenda 2030, Enrique Santiago, repito, un alto cargo del Gobierno español, se pasó de la raya que marcan las relaciones entre los Estados.
Aquí las palabras textuales de Enrique Santiago: “El Acuerdo de Paz se está incumpliendo, no cabía esperar otra cosa de esa oligarquía criminal colombiana. Pero la paz es el único programa: para que haya reforma rural, para que realmente haya sustitución de cultivos, algo absolutamente frenado por ese Estado narcoparamilitar que no lo ha permitido”.
A ver si se entera, señora Canciller, y en lugar de pedirle a Pedro Sánchez que reciba a la pléyade de candidatos presidenciales que tenemos hoy en fila para llega al palacio de Nariño, proteste como se requiere en casos como éste.
Y tome nota el candidato que se enfrente a Petro en la segunda vuelta. Quienquiera que sea, si llega a ganar, pásele la factura a Sánchez por la sobada de lomo que le ha hecho a Petro en Madrid. Y por ahí derecho recuérdele que esas cosas no se dicen a los gobiernos amigos, incluso si son ciertas. En política tan importante es la ética como la estética.
España tiene muchos intereses económicos en Colombia. Hágase sentir, candidato in péctore. Y también usted, señora Ramírez, que obligaciones como ésa van incluidas en el sueldo que le pagamos todos.