Bogotá afronta una crisis climática sin precedentes. Ya rompió récord de temperatura al llegar a los casi 25 grados. Ver a la mayoría de personas por sus calles con camisetas, es algo extraño. La capital no parece ser la misma de siempre.
Y lo impensado ocurrió. Desde hace varios días el alcalde de Bogotá Carlos Fernando Galán se vio obligado a implementar un racionamiento de agua, una especie de pico y placa por distintos sectores, privando por 24 horas de este liquido a millones de ciudadanos.
Y no tenía alternativa, el sistema Chingaza que abastece en un alto porcentaje a la ciudad, mostró su realidad más cruda e irrefutable: Se está quedando sin agua. El asunto es dramático. Por ahora estamos con un racionamiento en promedio de una vez por semana, pero si la tendencia no mejora, podría estallar una crisis superior. Menos días sin agua no se descartan.
Aunque esto recién comienza, el alcalde Galán ya entregó la instrucción oficial de no prolongar la presencia en la ducha más allá de los 3 minutos. Además, ha dicho que cuando corresponda turno de racionamiento, es mejor no bañarse.
Y esto continuará así hasta nueva orden. Es una rutina obligada que se extenderá en un período no menor a un año y para que el embalse de Chingaza recobre sus mejores días, tendrá que esperar más de 14 meses.
Lo ha remarcado el alcalde, Bogotá solo tiene agua para 54 días, por eso el racionamiento al cual estamos sometidos. Entonces la situación no es para tomarla a la ligera, ni piensen que es de unas cuantas semanas. Estamos en una verdadera emergencia.
“La situación es crítica, necesitamos bajar el consumo todavía más” sentenció el alcalde Galán, en una especie de llamado desesperado, pues la ciudadanía al parecer, no ha entendido la dimensión del cataclismo que tenemos alfrente.
Aquí lo urgente también, es no quedar en manos de los rumores. Atender las recomendaciones de los boletines diarios de la alcaldía, aunque cada día que pasa, se incrementa el tono de la angustia, pues Bogotá sin agua no es un escenario exagerado, sino posible.
Ahora lo que necesitamos, sumado por supuesto a todas las medidas de racionamiento, es una solicitud al unísono: que llueva a chorros.