Gabriel Becerra Yañez

Representante a la Cámara

Gabriel Becerra Yañez

¡Alcalde Galán, las vías para carros no son más importantes que la educación y el cuidado de las y los ciudadanos bogotanos!

El día 29 de mayo, en segundo debate del Plan Distrital de Desarrollo, el Concejo de Bogotá aprobó los artículos 304 y 308 que reviven el sueño desarrollista de Enrique Peñalosa de construir el tramo norte de la Avenida Longitudinal de Occidente en terrenos destinados, por mandato del Plan de Ordenamiento Territorial vigente, para desarrollar infraestructura educativa y para el cuidado. La construcción de esta vía es un incentivo perverso que promoverá la expansión desaforada de la ciudad, así como el desarrollo inmobiliario insostenible.

La administración, y los concejales que votaron por este modelo de ciudad, no han aprendido nada de la reciente crisis de desabastecimiento de agua potable que, entre otras, nos invita a morigerar las cargas excesivas de megaciudades como nuestra amada Bogotá que hoy está consumiendo más de lo que nuestros ecosistemas nos pueden proveer. La ALO Norte es, en el contexto de crisis climática actual, un despropósito de la vanidad de políticos de turno y de la ambición del gremio del cemento, muy bien representado en Camacol.  

La ALO Norte, y en esto queremos hacer énfasis, no es una solución integral para los problemas de movilidad, sino una garantía para que las constructoras puedan desarrollar sus lucrativos proyectos inmobiliarios. Ahora bien, por si fuera poco, esta vía pone en peligro disposiciones contenidas en el POT 2022-2035 que garantizan que estos terrenos se empleen para el desarrollo de infraestructuras educativas y del cuidado. Estos temas, que han sido del primer orden para nuestra bancada y el Gobierno Nacional, son hoy secundarios para la bancada de Galán en el Concejo.

Nuestros compromisos, establecidos en el Plan Nacional de Desarrollo, implican políticas, programas y obras para el mejoramiento y el avance integral de la educación y el cuidado. Priorizar la movilidad de carros, en su mayoría particulares, sobre estos aspectos fundamentales para nuestra sociedad es, cuando menos, una ceguera frente a los asuntos urgentes que demanda el pueblo bogotano.

En el caso de la infraestructura pública para la educación superior, nos deja un mal sabor que nuestro llamado reiterado para aunar esfuerzos técnicos, financieros y administrativos entre la Nación y el Distrito para la ejecución de los proyectos de Multicampus Universitarios de Suba y Kennedy, con el fin de fortalecer la política de acceso y permanencia en la educación superior, quede sin respuesta, o mejor, que la respuesta sea un portazo contra esta posibilidad.

En particular, el multicampus de Suba, que se espera beneficie a más de 15.000 estudiantes, queda amenazado por una vía; el alcalde Galán y sus concejales han decidido priorizar la ALO Norte sobre la educación universitaria de miles de ciudadanos que hoy no cuentan con la posibilidad de acceder o, si lo hacen, no pueden hacerlo en las mejores condiciones. Suba es una de las localidades más deficitarias en infraestructura pública para educación superior; si sumamos otras localidades de la zona norte de la ciudad, la situación se agrava para miles de ciudadanos, especialmente jóvenes, que deben gastar tiempo, recursos o simplemente renunciar a su derecho a la educación superior.

Aunque no deja de sorprender la indolencia con la que algunos concejales justificaron su voto por estos artículos que reviven el sueño voraz y desarrollista del peñalosismo; ya estábamos advertidos de que esta administración tenía prioridades contrarias a las necesidades estructurales de las y los bogotanos. Por ejemplo, en el mes de enero de 2024 el alcalde Galán decidió suspender el contrato para la construcción de la ciudadela educativa y del Cuidado en Suba (Contrato de colaboración empresarial entre Las Galias y Renobo No. 430 de 2023); como consecuencia, se revivió la mega obra que aquí hemos cuestionado.

Sumado a esto, en medio del desmonte original del destino de los terrenos donde ahora se pretende desarrollar la ALO norte, soterradamente han manifestado desde la alcaldía, así como escuderos del alcalde en el Concejo de Bogotá, que el multicampus de Suba “iría, pero en otros terrenos”. Aquí valdría la pena preguntarnos ¿Qué predios tiene Bogotá en el noroccidente de la ciudad con posibilidad de garantizar como mínimo las tres hectáreas que se requieren para el desarrollo de una infraestructura en las condiciones óptimas para albergar más de 15.000 personas? Dejo la pregunta planteada, pero estoy seguro de que no encontrarán predios con las características de acceso, centralidad, condiciones de terreno, entre otras, que hoy tienen los que se pretenden destinar para esta mega Avenida.

Vale destacar que, la infraestructura universitaria pública fue de las propuestas con más menciones ciudadanas en los Diálogos Regionales Vinculantes de Bogotá. Las y los bogotanos presentaron alrededor de 1.865 propuestas y, en las audiencias públicas del Plan Plurianual de Inversiones, participaron más de 1.500 personas que discutieron y priorizaron los proyectos estratégicos dentro de los cuales se destacó el de los multicampus de Suba y Kennedy que el gobierno se comprometió a financiar en su totalidad.

La ciudadanía bogotana no puede permitir que se entierre su futuro en avenidas para carros: pues la educación sí es el futuro, por el contrario, vías como la ALO Norte son un pasado que, por el bien colectivo, debemos superar. Así, es un deber ético salir en defensa de lo fundamental, impedir que hagan ilegalidades revestidas de aparente conformidad con la ley y, en consecuencia, asegurar el destino que el POT les dio a estos terrenos.

Cierro esta columna, no sin antes señalar que con mi equipo estudiaremos las medidas legales que haya lugar para detener este esperpento que el Concejo de Bogotá avaló en el Plan Distrital de Desarrollo. Asimismo, desarrollaré las acciones de control político que me faculta la Constitución y la Ley Quinta para que rindan cuentas quienes desde el distrito se oponen a un asunto de interés general como lo es el desarrollo de infraestructura para la educación superior pública, compromiso que, en el Congreso de la República, suscribimos quienes con nuestro voto aprobamos el Plan Nacional de Desarrollo “Colombia Potencia mundial de la Vida”. El fortalecimiento de la educación no puede verse superado por la mezquindad de los negocios del cemento. La educación es la columna vertebral de la transformación de la sociedad, por lo tanto, debe ser la prioridad y eso es lo que defenderemos.

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Gabriel Becerra Yañez
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