Germán Vargas Lleras se ha convertido en el hombre que puede salvar la democracia en Colombia. No es el candidato de los indignados, ni de los decepcionados que ya no creen en la clase política tradicional, como lo es el aspirante de extrema izquierda Gustavo Petro. No es el candidato símbolo de la lucha anticorrupción como se percibe al candidato de centro izquierda, Sergio Fajardo. No es el candidato que defienda a capa y espada los acuerdos de La Habana con Las FARC, que encarna bien el candidato centrista Humberto de La Calle. Y no es el candidato de la derecha que por efectos de los defectos del acuerdo de paz, terminó en el que dijo el uribismo, apoyado por la ultraderecha, el candidato de centro derecha, Iván Duque.
Pero por cuenta de las amenazas que se ciernen sobre el país y de los temores que rondan los escenarios de opinión, el pánico a las extremas, tanto de derecha como de izquierda, erige hoy a Vargas Lleras como la solución equilibrada para que en la segunda vuelta se escoja en relativa tranquilidad democrática y sin tensión polarizante. Ya es un hecho que Iván Duque pasa a la segunda vuelta porque la fuerza de Alvaro Uribe, que aún es un gran fenómeno electoral, sumado a las tendencias de todas las encuestas que lo dan como la mayor votación en la primera vuelta, son dos fortalezas que lo pondrán de primero, aunque no le alcance para que gane en primera. El dilema para los demócratas ahora es quién será el otro que pasa a la segunda.
Los universitarios por rebeldes, contestatarios y anarquistas prefieren a Petro. Ellos no conocen la historia, no han vivido los horrores de la guerra y creen que aquel que se oponga a los mismos con las mismas es el que merece su confianza. El problema es que con un lenguaje de izquierda, con una virulencia verbal contra los ricos y con unos programas sonoros como el de educación universitaria gratuita, Petro ha logrado calar en las emociones de los jóvenes, que bien hubieran simpatizado con una guerrilla marxista o con un golpe militar con tal de que fuera en lucha contra la aristocracia y los poderosos. Jóvenes que simpatizan con la efervescencia y el radicalismo verbal pero que no tienen referentes sobre los peligros del populismo o de la dictadura.
Como durante los últimos 8 años los jóvenes han escuchado una prensa politizada, que asocia a Uribe casi con todos los males de la sociedad como el paramilitarismo y los falsos positivos, la juventud no cree en Iván Duque, pero sobretodo, por miedo a un gobierno en cuerpo ajeno. Petro ha sabido capitalizar el fervor rebelde de los jóvenes, agregado a la ilusión de los más pobres que aspiran a que les de salud, educación y vivienda gratis, además de subsidiarles transporte y alimentación. En cuanto a la corrupción, los jóvenes le creen mucho más a Fajardo, pero no lo sienten tan aguerrido. Y al final a la juventud le atrae mucho más alguien que le dé una bofetada a los ricos y poderosos que alguien que quiera cambiar la cultura del atajo.
La espuma efervescente de Petro arruinó las posibilidades de un proyecto de izquierda democrática y desinfló a Fajardo. Aunque en los últimos días repuntó el candidato anticorrupción es muy probable que no le alcance el aliento. Y ante la posibilidad de que termine Petro en la segunda vuelta, la confrontación que se ve terminará en el peor escenario de polarización. Hoy se hace imperativo que los seguidores de Humberto de la Calle, quien definitivamente no tiene chance, voten para que Vargas Lleras entre a la segunda vuelta. No será el mejor amigo de los acuerdos con las FARC pero voto por el Sí. Y aunque las FARC y el ELN estarían frente a un presidente que no se dejaría tomar el pelo, Vargas mantendrá el espíritu de los acuerdos.
Germán Vargas Lleras no es la esperanza de los desarrapados, ni el contentillo de los desencantados con la clase política. No es el redentor de los pobres ni el mesías que promete soluciones inviables que satisfagan a todos. Pero sí es la garantía de la ponderación, de la buena administración, el liderazgo ejecutivo y la búsqueda de soluciones realistas. Y sobre todo Vargas Lleras, si pasa a la segunda vuelta, es la garantía de que el debate ponga la bola en el centro. Los radicales de derecha azuzarán para que Gane Duque pero justamente esto sería su talón de Aquiles y los izquierdistas incluidos los de Petro terminarían apoyando a Vargas para evitar que suba el que dijo Uribe. Pero el centro del debate será el centro filosófico y político.
Mucha gente democrática esperaba que en los últimos días Fajardo por lo menos se pegara al pelotón porque prefiere no seguir con la polarización. Pero para ayudar a derrotarla hay que aterrizar. Si Fajardo va pinchado la salida coherente sería Vargas que puede capturar algunos votos de centro. Y los que aspiraban a que fuera De la Calle deben pensar en un voto útil, más con la razón porque el candidato del corazón ya no llegó. Y para que la segunda vuelta no sea una pelea de perros y gatos hay que meter a Vargas en el centro. Así, la opción de Duque, que ya está en segunda vuelta, se enfrentaría a una suma de todas los que no quieren a Uribe y eso haría incluso que las fuerzas de centro derecha dentro del uribismo derroten a su extrema interna.
Si Vargas Lleras es el que dice el centro se habrán derrotado los sueños de riña de gallos que pretenden tanto la extrema derecha como la extrema izquierda. Incluso las corrientes sensatas dentro de la campaña de Duque ya han manifestado que prefieren un escenario en el que el otro finalista sea Vargas Lleras. Luego de los resultados del domingo en Venezuela se reviven los temores y lo que se viene para Colombia no es de poca monta. El segundo aire que toma Nicolás Maduro se convertirá por reflejo en vientos huracanados para las elecciones del próximo domingo y los ecos triunfalistas de la revolución bolivariana con sus voces que claman la unión de los socialistas del Siglo XXI en Latinoamérica tronarán fuerte este 27 de mayo.
Hoy las elecciones en Colombia son también una lucha por la soberanía. Aquí hay una democracia imperfecta, pero es democracia. Si gana Petro lo que se anuncia es una tiranía como la que acaba de atornillarse en el vecino país. La democracia está en juego y Vargas Lleras lo sabe. Por eso se metió de frente en la lucha contra la corrupción. Ya anunció que “se acabó la robadera”. Y como van las cosas terminará Vargas por ser el que mete presos a los corruptos. Si Ernesto Samper terminó por extraditar a “sus aliados” del Cartel de Cali y si Alvaro Uribe fue el que extraditó los paramilitares, a “sus aliados”. Y si Santos por poco extradita a los jefes de las FARC, “sus aliados”, no resultaría raro que Vargas Lleras meta presos a los corruptos que se le han colado.
Vargas Lleras: ¡Lo que ha de ser que sea!
Mar, 22/05/2018 - 05:25
Germán Vargas Lleras se ha convertido en el hombre que puede salvar la democracia en Colombia. No es el candidato de los indignados, ni de los decepcionados que ya no creen en la clase política trad