En la galería El Museo se inauguró una exposición colectiva de jóvenes artistas que buscan su expresión en la fotografía, una manera a la que es difícil desvincular de la verdad real. Casi todos hacen sus experimentos con técnicas novedosas y, se encuentran buscando la coherencia de un lenguaje que exprese en imágenes, alguna imagen de su realidad.
June Juno, tiene soledad en su mirada. Completamente rectilínea. Busca los volúmenes la expresión de las texturas de cemento, el vidrio. Y la geometría es arquitectónica.
Juan Felipe Rubio, experimenta en series de fotos que descomponen las acciones en compartimentos. Como lo hizo magistralmente el inglés David Hockney en una época de su trabajo, busca una continuidad en la continuidad fragmentada, descompone los actos en fotos instantáneas y vuelve a rearmar la secuencia de los actos. En este caso, Rubio busca la descomposición de gestos y momentos a los que se le puede dar una interpretación de una relación de pareja.
El más impresionante de todos los fotógrafos es Juan Carlos Delgado, ultramoderna con toque de nostalgia con su foto de acantilados hecho en resina, poliuretano y tinta. Delgado es un gran artista que siempre está en la búsqueda de una propuesta poética; una salida alterna de su alquimia como lo son las esculturas o cortinas de y en hielo.
Karim Estefan busca en impresión digital una puesta en escena de retratos teatrales, al hombre blanco lo pinta de blanco, a la una estilizada negra la pinta de negra y la vuelve una princesa de los mares sin esclavitud y, en un autorretrato, el artista se esconde.
Ana Adane, una de las consentidas de la galería, busca paisajes urbanos tildados, como lo hace el cineasta alemán Wim Wenders, busca la soledad de carreteras donde solo ocurre el tránsito. Esta vez se trata de una de una frontera que, siempre tiene su carácter desapacible.
Jairo Llano utilizó una silla solitaria en medio de un paisaje desalmado como protagonista de una historia. Nada interesante.
Mateo Gómez busca entender la actitud de los gestos, las formas de comportamiento del cuerpo, la historia de los personajes a través de la formalidad o informalidad de cómo se inventa la apariencia.
Camilo Echeverry, también tiene puestas escena, como el norteamericano pintor Edward Hopper, busca mostrar la soledad de la sociedad de consumo, en un día de febrero del 2010 que lo encuentra muy a propósito, remarcado en un viejo almanaque o, la joven que vive el tiempo del teléfono en una intimidad rota. El esmero por alguna cotidianidad se derrumba en un instante y, como dice el título o el reloj: faltan cinco para las seis.