“Recógeme a Kira”

Jue, 04/04/2013 - 08:03
Un buen amigo, amante de los animales como yo, me contó que había descubierto los mejores criaderos de p

Un buen amigo, amante de los animales como yo, me contó que había descubierto los mejores criaderos de perros Rottweiler de Europa, que están en España; me habló largo de sus destacadas características, mientras yo pensaba que sería un arrebato más. Pero al poco tiempo, con una sonrisa socarrona me confesó: “Me regalé dos cachorros hijos de perros campeones de Europa”. Enseguida pensé “la mujer lo va a matar” Porque su esposa, no solo encuentra exótico y desbordado comprar unos perros en otro continente, sino que no soporta ninguno más grande que “Shaggy” el Yorkshire Terrier con el que duermen abrazados los dos… 

Olvidé el asunto, hasta que un miércoles cualquiera, mi amigo, por celular y en tono solemne exclamó: “Tengo un problema jodido: Kira, la cachorrita llega de Madrid a Bogotá el martes, y tengo un Congreso de arroceros ese día en el Huila.. ¿Qué haré?” Y en seguida dijo raudo: “Araújo, recógeme a Kira”. -¿Cómo sería? (Pregunté inocente) “Fácil. Si puedes, pido que la despachen a nombre tuyo desde Madrid, y te la entregan en carga.” –Listo. Yo recojo a Kira.  El martes siguiente, a pesar de una Junta Directiva con varios temas importantes, me levanté pendiente de Kira, por nada quería fallarle a la españolita. Así que como el vuelo de Iberia llegaba a las 3:30, pedí varios cambios en el Orden del Día para salir corriendo al terminal de carga de modo que Kira no tuviera que esperar ni aguantar más sed ni hambre.  Al llegar a El Dorado, para poder acceder al terminal de carga, me devolví usando uno de los retornos temporales, inmediatamente una patrulla de tránsito me detuvo por haber accedido a la calzada derecha por donde estaba prohibido -aunque ninguna señal lo advertía-. Para no perder mi cita perruna, acepté el comparendo sin remilgos, y un poco molesto por la injusticia, ingresé al terminal con Hugo, quien me acompaña y soporta hace 8 años en las lides urbanas.  En el tercer piso del edificio donde decía IBERIA me atendió un funcionario de pantalones apretados que me torcía los ojos ante cada pregunta entre despectivo y coquetón. De sus respuestas concluí que no iba a ser un asunto de minutos: “Son 4 pasos -dijo- pagas aquí $36.192 por la guía, después vas al ICA y ellos te inspeccionan la perra, luego vas a la DIAN y haces la declaración de importación” …Saqué los 37 mil y me puso la palma de la mano casi en la cara, con los dedos apretados. “Aun no, hay que esperar que llegue tu perra”.  Me senté a esperar y 45 minutos más tarde volví a acercarme –Son las 4:20 ¿Por qué no me ayuda y me permite ir adelantando? “No” dijo una vez más. Volví a sentarme.  25 minutos más tarde por fin pude pagar, me entregó la guía, y me indicó que en el edificio de enfrente, en el segundo piso, estaba el ICA, pero cuando llegamos allí, una sonriente funcionaria que salía de las instalaciones vacías nos dijo: “Cerramos. Vengan mañana” tuve el impulso de arrodillarme, pero Hugo -más rápido- le preguntó: “¿Y en El Dorado terminal viejo?  “Bueno, vayan allá, pero paguen los $37.500 en el banco antes” –Muchas gracias, ¿allá en el Banco Popular del primer piso? “No. En Dorado Plaza. En Bancolombia, a unas 20 cuadras de aquí”. Así que resignado pagué el parqueadero, y cogí el turbulento tráfico de la 26 hacia el Oriente hasta el dichoso banco donde el buen Hugo hizo una cola de 20 minutos hasta pagar los derechos del ICA. Eran ya casi las 7:00 cuando llegamos a El Dorado, y tras la odisea de la parqueada, a las 8:00 de la noche me entregaron –sin hacerla- la inspección del ICA en su flamante papelería con solo revisar los documentos españoles. Volví a la DIAN en el terminal de carga y un celador bajo y flaquito me dijo:  “Se están yendo. ¡Pilas!” Como pude me metí hasta un escritorio que empezaban a recoger y después de un ruego lastimero, una amable y conmovida funcionaria susurró: “Esta bien. Présteme sus documentos con el RUT de importador” –No. Yo no soy importador… Yo solo vine a recoger a Kira… Dije, imbecilizado ya. “Si la perra viene de España, es importada ¿no?” -Si, pero es una perrita, no varias, fue un regalo (mentí) Yo tengo mi RUT normal pero está en la oficina... “No. Ese no le sirve. Tiene que tramitar el RUT de importador.  La cara amable pero contundente de “Fabiola de la DIAN”, me derrotó, había estado de 3:30 a 8:15 tratando de sacar a Kira del Guacal, pero entendí que sería imposible. Así que volví al terminal y pedí que me la dejaran conocer y recordé que debía alimentarla. Volví a pagar parqueadero, conduje, y traje un bultico de concentrado. Kira comió un poco y tomo mucha agua. Esa noche llegué exhausto y decepcionado a casa, como a las 10 P.M.  Al día siguiente, volví a la DIAN, Fabiola ya no estaba, hice una cola de 25 minutos y me dijeron “El RUT de importador requiere que traiga sus recibos de agua y luz” -¿Cómo? “Sí” -¿Y deben estar a mi nombre? “Sí” –Oiga y que podemos hacer para subsanarlo, no están a mi nombre. “Vea, la única forma es que consiga un pasajero que haya llegado a Colombia en los últimos 3 meses” –De España? “Sí. O de cualquier parte” –Ajá… déjeme pensar…  Tras varias llamadas al dueño de Kira, recordamos que un sobrino suyo había llegado de Miami unas semanas atrás, y aunque me pareció una solución exótica, tras implorarle desde las 10:00 a.m. hasta las 12:00, finalmente, Luifer, el sobrino, llegó entre disgustado y burlón con el pasaporte en la mano.  Nos hicieron desfilar de arriba a abajo muchísimas veces. E indicaron que endosara la guía, y fotocopiara hasta el acta de nacimiento de Luifer, de manera que Hugo y yo nos turnamos “sube y bajas” para suplir todo tipo de caprichos burocráticos y llevar desayuno y almuerzo a Kira; finalmente, la DIAN me entregó la declaración viabilizada. ¿Puedo ir por ella ya? “No. Ahora tiene que revisarla el Inspector” Me dijo un sujeto entre feliz y complaciente.  Y caí en Bahamón. El inspector de la DIAN… “Señor, ¿cómo puede ser que la perra es ‘equipaje acompañado’ de éste viajero a quien usted le endosó la guía de Iberia, si el viajó directo en Avianca, Miami-Bogotá y la perra suya vino un mes después en Iberia Madrid- Bogotá? ¿en que parte del éter se encontraron?” Ahí me desplomé: -Vea señor, tiene razón, eso fue lo que sus compañeros me recomendaron... Y enseguida Bahamón miró picarón a su compañera de cubículo. “!Si ve!” y ella asintió... -¿Qué hago inspector? Se lo imploro ayúdeme, son casi las tres de la tarde, no hemos almorzado y la perra completa 46 horas en el guacal, por caridad! “Déjeme pensar… ¿cómo se llama la perrita?” –Kira, contesté con ganas de torcerle el pescuezo ¿Acaso importaba como se llamara? “¿Pero aquí dice Jitta... Cuántos meses?” –Tres, dije resignado. “Bueno, voy a hacer las inspecciones de TAMPA y le llego a Iberia en una hora” Y partió despectivo con un mazo de declaraciones pendientes” A la hora llegó y dijo: “Sí. Es una perrita.. Bueno, y cuánto vale? –No sé dije (con ganas de ponerme a llorar) “Ok, si no sabe, no puede pagar el impuesto” –Cien dólares (especulé) “Bueno, vaya al mismo banco donde pagó el ICA y pague los derechos de importación”.  Hugo, leal, y tan hambriento como yo, hizo la larga fila en el banco que resultó ser otro. Pero cuando llegó a la ventanilla le dijeron: “Este formulario no es. Vaya a la DIAN que le den el que es”. Otra hora más tarde, finalmente pagamos los $100.129 del impuesto… Volvimos donde Bahamón, y a las 4:45 de la tarde, 24 horas después de la llegada de Kira (o Jitta, ya no importaba), tras mil súplicas, el inspector firmó el documento final. “Vayan por ella, pobrecita” nos dijo. Convencido de su solidaridad.  Cuando íbamos saliendo, el Celador flaquito nos remató diciendo “Uish, han subido 14 veces a este piso, ¿no piensan terminar?”  A las 6:00 después de picarle el ojo al amaneradín de Iberia –que ya se iba- Pudimos cargar a Kira que salió del guacal oliendo a diablos, y no dejaba de lamernos de gratitud…  Un día y medio después de diligencias extravagantes, pagos diseminados por doquier, información enrevesada, y la mayor desconsideración de los funcionarios a cargo; tras haber hecho una importación mal hecha, aconsejada por los mismos funcionarios de la DIAN, me encontré con mi amigo que llegaba del Huila y le entregué a Kira, ya bañada y feliz...  “Gracias Araújo, perdona si te demoré un poquito” –Nombre! Con gusto. (Y lo dije de corazón)  Y eso que un decreto presidencial de descongestión, nos había liberado de los trámites absurdos en 2011… ¡Pobre país!  @sergioaraujoc
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