Tras el asesinato de una investigadora de la Dian en Neiva (Celia Escobar, acribillada a tiros frente a su hijo de 11 años), el director de la institución, Juan Ricardo Ortega (45 años), formula un diagnóstico aterrador, que lo lleva a plantear el uso del polígrafo para todos los funcionarios:
“El estado colombiano ha sido penetrado por delincuentes. Hay gente vinculada al robo de activos y la corrupción es generalizada, se está viendo en todo lado. Es un problema muy complejo que cuando se trata de combatir genera mucha reacción. La corrupción al interior de todas las entidades oficiales se mantiene y crece, como un cáncer. Son fuerzas oscuras que han penetrado todo…”.
¿Fuerzas oscuras que hacen qué?
De todo, empezando por el contrabando, a través de comercializadores internacionales. Algunas zonas francas nada juiciosas, unos usuarios aduaneros permanentes muy vinculados con el lavado y con el narcotráfico. Hay vínculos con el crimen organizado que afecta a funcionarios en las distintas entidades del Estado. El trabajo de ser honesto se ha vuelto muy riesgoso.
Hay fuerzas que se rehúsan a que sea el Estado Nacional el que prevalezca y personajes locales asociados con el crimen con enorme poder de todo tipo.
¿Sucede que funcionarios llevados a la justicia, regresan al trabajo sin problema?
Sí. Los dejan libres por vencimiento de términos. En Colombia las cosas no se aclaran y casi todos los procesos son raros. Las audiencias se levantan porque alguien está enfermo, y se dilatan por situaciones absurdas que terminan en agotamiento de los tiempos. Lo increible es que la justicia no opera, las fallas son de fondo.
En su diagnóstico, ¿cómo afectan esas fuerzas oscuras a la Dian?
Resulta insólito que pase el recaudo de impuestos de 70 billones a 100 billones, un aumento ridículo. Las sociedades se construyen con base en la solidaridad de los impuestos. Pero en Colombia esa construcción de lo público parece que es objetivo de unos depredadores dedicados a robar y a usufructuar lo que debería ser el futuro.
¿Qué clase de controles se imponen?
Hay que meter al polígrafo a los funcionarios, buscar gente juiciosa, comprometida e idónea. En algún momento hubo fuerzas que permitían que se perdieran cifras muy importantes en impuestos a cambio de sobornos. Hay muchos funcionarios amenazados como el director de la Aduana de Barranquilla, ciudad donde se pagaban sobresueldos del 100 % a algunos funcionarios para permitir toda clase de ilícitos.
Hemos hecho denuncias y solicitado a la justicia que investigue, pero extrañamente dejan vencer los términos. Hay enormes anomalías en todo el país, especialmente en sitios de frontera como Turbo, Maicao o Ipiales. Hay situaciones muy graves pero la justicia no actúa, no responde, no hace nada.
No se capturan las personas, no se terminan esclareciendo los crímenes y muchos se benefician, porque los recaudos se pierden y paran en bolsillos de delincuentes. Ellos están tranquilos porque nadie los toca y los procesos prescriben.
¿Hay connivencia de delincuentes y jueces?
Mire los resultados empíricos, los casos de corrupción y las grandes fortunas por desfalcos a lo público. Nadie recibe sanciones ejemplares para que se genere una conciencia que robar lo público es fuertemente castigado.
Hay personas diciendo en Bogotá que no jodan, que cualquier investigación que se haga se puede mercar, palabra que utilizan para significar que se puede comprar el Estado, negociar las investigaciones, comprar los resultados de las mismas.
¿Hay entonces una olla podrida al interior de la Dian, o por lo menos unos focos de corrupción grandes?
Hay gente muy valiosa y meritoria como Celia, que perdió su vida haciendo su trabajo. Y también focos importantes de corrupción y la impunidad que prevalece.
¿Qué pasó con todo el ímpetu que le vimos cuando llegó al cargo, y de su lucha contra la corrupción?
No ha pasado nada. Todo queda impune. Se ha logrado formar un equipo de trabajo con gente maravillosa, totalmente institucional, pero los ilícitos de unos pocos, vinculados con el crimen, pareciera que no hay forma de erradicarlos.
¿Hay una mafia entronizada en la Dian?
En el estado colombiano, no en la Dian. El tema es de muchas entidades, de mucha gente. Es un problema en el cual no se sanciona a la gente que comete graves ilícitos.
¿Quiénes son esos delincuentes que se han tomado el estado colombiano?
Es claro que el narcotráfico, el paramilitarismo, las guerrillas. Han venido poco a poco infiltrando gente en un Estado que tiene muchos problemas en el manejo de su personal, en la selección, evaluación, promoción, desarrollo.
Hay personas que trabajan para intereses que no son públicos, probablemente crimen organizado en algunos casos, que hacen un daño enorme. Tienen la capacidad de ir al mal y hacer cualquier cosa sin ningún tipo de límite, pues no se les combate con eficiencia, mientras la gente ve con angustia y desazón que no se resuelven los temas graves. Fraudes como los de Interbolsa no se resuelven.
¿Pero es el aparato de Justicia el que no funciona?
Trabajamos con fiscales muy meritorios, que luchan hasta el último momento para sacar las cosas adelante. Pero hay otros tantos dedicados al delito, menoscabando el trabajo de mucha gente honesta.
Preocupa la pasividad de la sociedad civil, mientras unos se roban los impuestos.
¿Qué es más grave, el tema de los evasores o el tema de las mafias de corruptos al interior de la Dian?
Van de la mano. Tenemos un caso que vamos a sacar al público esta semana. Una empresa que montaron con facturas falsas, 220 mil millones de facturación falsa, asunto en el que hay un funcionario de la Dian involucrado. Se trata de una empresa de papel.
Venden facturas falsas y luego chantajean con investigaciones por utilizar las mismas facturas. Es un círculo, gente que compra facturas falsas, gente que las vende y gente que después utiliza esas ventas para sobornar. Es una cultura donde la plata está por encima de todo.
Polígrafo para funcionarios de la Dian, propone su Director
Mar, 21/05/2013 - 01:06
Tras el asesinato de una investigadora de la Dian en Neiva (Celia Escobar, acribillada a tiros frente a su hijo de 11 años), el director de la institución, Juan Ricardo Ortega (45 años), formula un