Quiero aprovechar esta columna de opinión para darle mis más sinceras felicitaciones al periodista peruano Guillermo Galdos, autor del documental sobre Medellín que transmitió hace dos semanas el canal 4 de Londres, en el que muestra una realidad que muchos ignoran o no quieren ver.
Le reconozco la labor aunque muchos lo critiquen, en primer lugar porque no es nada fácil elaborar un documental en una ciudad que fue tomada por las mafias y el paramilitarismo, reencauchado ahora en las llamadas bandas criminales, y en segundo lugar porque habla de la situación de muchísimas mujeres, algunas de ellas menores de edad, que son obligadas a prostituirse, mundo del que difícilmente salen vivas.
Esta situación ha sido ignorada no solo por las autoridades de Medellín, sino también de la mayoría de ciudades principales en el país, incluyendo a Bogotá, donde también se presenta este mismo fenómeno, y me atrevo a decir que a la vista de las autoridades, que no entiendo por qué se hacen los de la vista gorda, o será que acaso no saben cuál es la actividad económica de sitios que se ubican en la calle 22 entre Carreras 13 y 24, cuando a diario es frecuentado por políticos, policías, grandes empresarios, militares, etc., donde no solo se ejerce la prostitución, sino donde también se camufla el negocio de las drogas ilícitas.
Es cierto lo que ocurre en Medellín, viene sucediendo desde hace mucho, incluso en los tiempos de la “bernabilidad” y de Pablo Escobar, y repito, es un fenómeno que no solo se presenta en la capital de la montaña. Sucede también en Cali, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, Bogotá, etc., y pregunto, ¿qué esperan las autoridades para rescatar a estas niñas de este mundo? ¿Hasta cuándo los gobiernos locales y nacionales van a permitir que se siga maltratando a la mujer de esta manera?
No es suficiente con los discursos enfocados a exaltar la labor de la mujer, o que se la nombre en altos cargos, si la gestión pública del país no se da a la pelea de sacar al género femenino de los negocios de la criminalidad urbana, como tampoco servirá la lucha que damos quienes nos hemos dedicado a trabajar por los derechos humanos, si el Estado con su pasividad, permite que estos combos o grupos delincuenciales continúen victimizando a la mujer obligándola a prostituirse para ellos sacar provecho financiero.
Invito a que los ciudadanos no nos enojemos porque documentales y trabajos periodísticos revelen esta realidad que todos conocemos, pero de la que nadie o pocos hablan. Más bien deberíamos unirnos para que las mujeres que son obligadas a prostituirse bajo la presión de las armas sean rescatadas y en estos casos también se dé garantías de no repetición, no solo en Medellín sino en todas las ciudades principales, incluyendo a Bogotá, donde repito, sucede exactamente el mismo problema.
@ludyspalencia
Medellín es solo un caso
Vie, 03/10/2014 - 13:03
Quiero aprovechar esta columna de opinión para darle mis más sinceras felicitaciones al periodista peruano Guillermo Galdos, autor del documental sobre Medellín que transmitió hace dos semanas el