La Secretaría de Seguridad y Convivencia les costó a los bogotanos $1.6 billones de pesos y se esperaba que la nueva entidad diseñara políticas públicas de seguridad encaminadas a combatir las amenazas que hoy enfrenta la ciudad. Sin embargo, según la encuesta de victimización realizada por la Cámara de Comercio de Bogotá, el año 2019 inició con un índice de percepción de inseguridad del 61% en comparación con el 60% del 2017 y el 41% de 2016.
Adicionalmente, el hurto sigue posicionándose como una de las mayores problemáticas que afrontan los capitalinos, ya que esta modalidad ha aumentado en un 20%, pasando de 60.608 casos entre enero y agosto de 2018 a 72.514 en los primeros ocho meses del año en curso.
El único logro que nos muestra el alcalde Peñalosa es una reducción en la tasa de homicidios, que si bien es un factor positivo, se trata de una tendencia desde el año 2000 relacionada, entre otras, con medidas como la prohibición del porte de armas.
En localidades como Chapinero, que es una de las más inseguras de la ciudad, hoy presenta un incremento del 33% pasando de 5.484 casos de hurto a 7.295. Igualmente, se debe hacer la claridad que en todas las localidades de Bogotá el hurto aumentó entre un 6% a un 33%.
Frente a esta preocupante situación, presento 5 aspectos en los cuales Bogotá debe avanzar en términos de seguridad con énfasis en la prevención y en la denuncia ciudadana:
Trinomio para una seguridad efectiva:
La Administración actual se ha enfocado en la instalación de cámaras, lo cual pareciera estar a la vanguardia. Según la Secretaria de Seguridad y Convivencia, Bogotá cuenta con 3.281 cámaras en comparación con las 378 que existían en 2015. Para que esta medida tenga un impacto efectivo en la mejora de la seguridad se requiere capacidad institucional de procesar la información. Por eso, como propuesta se debe construir un Trinomio de Seguridad focalizado, que conecte cámaras de seguridad + inteligencia + unidades de atención inmediata.
Hoy en día, los Comandos de Atención Inmediata, CAI, están totalmente desarticulados del sistema de video vigilancia central. Ningún CAI tiene acceso inmediato a la información que producen estas cámaras debido a que es monitoreada en el Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo de Bogotá, C4, ubicado en Puente Aranda. ¿Pero, de qué sirve tener cámaras si no hay quién acuda ante el delito en flagrancia o quién actúe de manera preventiva? La cámara de vigilancia debe cumplir una función disuasoria del crimen, permitir alertas y facilitar la generación de material probatorio.
Frentes de seguridad vecinales:
Uno de los avances que trajo la inserción del concepto de seguridad ciudadana fue hacernos entender que un entorno seguro es responsabilidad de todos y por tal razón se originaron los Frentes de Seguridad. Estos han evolucionado pasando desde el árbol telefónico en los años 80`s hasta los grupos de WhatsApp de hoy en día.
Por tal razón, la modernización de estos grupos vecinales se debe hacer por iniciativa distrital. El primer paso debe ser una localización y perfil de cuadra creado por la Policía.
Esta herramienta debe permitir no solo la comunicación para temas estrictamente relacionados con la seguridad, sino también para priorizar acciones comunitarias para gestionar con las entidades del Distrito entornos seguros: mejora de iluminación pública, recuperación de espacios deteriorados, cumplimiento de horarios de recolección de residuos, etc.
Cultura ciudadana:
La aglomeración en la ciudad ha generado que se presenten situaciones que afectan la convivencia pacífica y armónica, desde el vecino con la música a todo volumen hasta el mal parqueado obstaculizando el paso peatonal. Por tal razón, el primer paso es fortalecer la Dirección de Cultura Ciudadana para contar con información estadística permanente que permita comprender los factores están generando conflicto en determinadas zonas de la ciudad.
Una vez comprendidos los contextos sociales, el siguiente paso debe ser el empoderamiento del ciudadano por medio de actividades que reconstruyan el tejido social y le brinden herramientas para la solución pacifica de los problemas de convivencia.
También, es importante la figura del gestor de convivencia que debe potencializarse. Actualmente, Bogotá cuenta con 222 gestores asignados a las 20 localidades de la ciudad. Sin embargo, para una ciudad de 7.181.000 habitantes debería existir un número mayor. Pueden desplegarse en cuadrillas que atiendan estaciones de Transmilenio y zonas de alto tráfico peatonal, por ejemplo, con una estrategia pedagógica que mejore la convivencia en el espacio público y permita que la policía pueda concentrase en perseguir bandas delincuenciales.
La cultura ciudadana debe regresar, entendiendo las dinámicas sociales de la Bogotá de hoy.
Todos a denunciar:
El acceso a la justicia y a denunciar son fundamentales para orientar la política de seguridad. En concordancia con una política de justicia 24/7 la creación de más Unidades de Reacción Inmediata, URI, brindando servicio 24 horas debe ser una prioridad. Adicionalmente, debe realizarse campañas pedagógicas que instruyan a la comunidad sobre cómo denunciar virtualmente por medio del aplicativo Adenunciar.
Este eje debe ser primordial ya que acercando al ciudadano a la justicia podrá conocerse información precisa que permita orientar a la Policía de una forma clara. Adicionalmente, en delitos relacionados con la violencia sexual podrá conocerse la cifra oculta que normalmente se esconde bajo estos atroces crímenes.
P. D. Vale la pena preguntarse cómo articular la disposición de sistemas de seguridad privada con el mejoramiento del entorno de los sitios donde hacen presencia, son puntos de vigilancia permanente que podrían ser actores claves para prevenir delitos comunes.