Un creyente en brujerías no vacilaría en atribuirle a los supuestos poderes del “Indio Amazónico” o del “Cacique Nemocomo” la cadena de éxitos que protagoniza en el fútbol del continente un entrenador nacido en estas queridas breñas cafeteras que se ha puesto de moda por sus propios méritos dentro y fuera del país.
En efecto, una misteriosa coincidencia acompaña en los últimos años, en el fútbol –el deporte de multitudes— al profesor Juan Carlos Osorio, el flamante director técnico de la Selección mejicana.
Casualmente, la suerte le sonríe y lo premia con buenos resultados y apetecidos títulos cuando toma posesión de los equipos de ciudades cuyos nombres empiezan por M, la decimotercera letra y la décima consonante del alfabeto español y del alfabeto latino básico. La Real Academia dice que su nombre en español es femenino: la eme, en plural emes.
Pruebas al canto: Osorio ha saboreado las mieles de la victoria en Manizales, con el Once Caldas, y con el Atlético Nacional, de Medellín, y actualmente enloquece a millones de aficionados aztecas con el rutilante papel que desempeña la Selección de México, no solo en las eliminatorias de cara al Mundial de Futbol de Rusia sino en la Copa América Centenario, que se desarrolla en estadios de los Estados Unidos. Cauteloso en materia de agüeros, el hijo de Santa Rosa de Cabal luce en la raya una corbata verde, el principal de los tres colores que ahora representa y defiende en el balompié latinoamericano.
Caballero a carta cabal, dentro y fuera de los escenarios deportivos, don Juan Carlos salió del banco de Millonarios, de Bogotá, porque no soportó la guerra sucia que desató contra él, en la junta directiva del club y en los medios periodísticos, Luis Augusto Garcia, “El Chiqui”, quien sostenía que Osorio “era un recreacionista, no un entrenador de fútbol”. (¿Cómo le quedó el ojo, don Luis?).
Lamentos de plañideras se escucharon entre algunos “gurús” de la prensa deportiva del Distrito Federal cuando se anunció la llegada de Osorio a la Selección de México, en sustitución de “El Piojo” Miguel Herrera, al recordar que había pasado con más pena que gloria por el banco del equipo Puebla. (¿Cómo le ha parecido el papel de su sucesor, don Miguel?).
Los cronistas que pedían a Marcelo Bielsa o a Jorge Sampaoli en remplazo de Herrera decían que “era difícil que el nombre de Osorio representara alegría al ser el elegido para llevar el destino, a buen o mal puerto, del equipo Tricolor”. Y algunos lo ubicaban despectivamente como “el que llevó al Atlético Nacional a la Final de la Sudamericana”; “el que fracasó con Puebla”, o “el que viene del Sao Paulo”. Y terminaban auto consolándose de esta manera: “Ya qué, esperemos; estará dirigiendo a México por lo que queda de este proceso; es hora de familiarizarnos bien con este hombre, quien como todos, ha tenido éxitos y fracasos importantes durante su carrera”.
La apostilla: Si los dueños de clubes tan encopetados como el Real Madrid, de España; el Manchester United, de Inglaterra o el Bayer Munick, de Alemania, creyeran en agüeros, ya estarían detrás de este santarrosano que ha puesto a soñar a millones de mejicanos con la primera copa mundo para la cuna del mariachi y el tequila.
(ocadavidcorrea@gmail.com)
Las Emes que le sonríen al Profesor Osorio
Sáb, 11/06/2016 - 07:08
Un creyente en brujerías no vacilaría en atribuirle a los supuestos poderes del “Indio Amazónico” o del “Cacique Nemocomo” la cadena de éxitos que protagoniza en el fútbol del continente