Los famosos del deporte programan silencios y palabras. Lo hacen dirigidos por sus empresarios, sus relacionistas, o sus periodistas de bolsillo. Por eso, la insensibilidad con el paro nacional, un plan urdido desde su indiferencia.
Temen que cualquier frase solidaria sea interpretada como hipocresía. O, recaer, como ocurre tantas veces, en el desconocimiento.
Héroes en fuera de lugar.
Qué sentido tiene, piensan, en hablar o no. Poco pueden aportarle al pueblo sobre temas que no conocen, o les importan poco. Al fin y al cabo, viven en burbujas donde abundan las comodidades con burguesía y, cuando salen de ellas o de los estadios donde triunfan, son hombres vacíos.
Cada expresión mal usada, los lleva al horno crematorio de los medios incendiarios, donde son ídolos por dotes futboleras, sus extravagancias y sus salidas en falso. Equivale, por su poco estudio, a tirarse de cabeza al abismo.El grado de insensibilidad de los deportistas reconocidos, con el pueblo que los sigue, es extremo, con contadas excepciones, como Egan Bernal quien se expresó con lacónico mensaje desde sus redes. Poco nada les importa ver muertes, ciudades devastadas, papas explosivas, marchas multitudinarias, o cacerolazos. Dinamita pura sería aquel famoso que, en épocas de protestas, vierta sus opiniones argumentadas, sin cobardías, con solidaridad ante el pueblo oprimido por la corrupción del poder. Por eso el olvido del que son víctimas, al llegar la hora del retiro, cuando inician silenciosos el baile de los muñecos ignorados, por allá en las lejanías. Los famosos del balón y su fría indiferencia. El miedo a caer en la lista negra de los rechazados o la ignorancia sobre los temas de actualidad que afectan al país donde nacieron. Reconocido, a propósito, fue hace poco, en épocas de crisis con amenazas de huelga, el silencio de sus futbolistas líderes del pasado, aquellos que presidieron el sindicato.