Hidroituango, es mucho más que la más grande represa en construcción del país y quizá su más importante obra de infraestructura. Ahora se me antoja que sería una buena marca para un centro de reflexión, de estudio, de formación y de introspección, porque desde su estructuración empresarial, hasta la semicontrolada catástrofe que apareció con todas las alarmas hace ya un año y que aún sigue latente, más allá de todos los riesgos, de las enormes pérdidas económicas y las evidentes fallas de diseño y construcción, las cuales ha demostrado con razones propias y ajenas Luis Pérez Gutiérrez, el gobernador de Antioquia, lo que realmente se nos está asomando es una avalancha de falsedad, soberbia, quebrantamiento de valores y ausencia de principios.
Es hora de reflexionar sobre ética y estética; sobre realidad y apariencia; sobre verdad, medias verdades y mentira; sobre responsabilidad empresarial, social y personal; sobre el medio ambiente y el bolsillo; sobre los seres humanos y las utilidades esperadas; sobre la construcción de comunidades y la acumulación de riqueza; sobre regionalismo protector y complicidad delictiva; sobre compromiso empresarial y emocionalismo laboral; sobre el deber ser y el querer hacer.
De los errores constructivos, los dineros perdidos, los favoritismos contractuales, los procedimientos equivocados frente a los procesos previamente establecidos, los recursos malgastados, los riesgos a los cuales se sometió y se somete a las comunidades pos represa, de los peligros que el gigante pudiera representar y del talento para superar los problemas o del que se haya echado mano para confundir, mentir u ocultar, se ocuparán las autoridades, los años y la historia.
Es nuestro deber como periodistas, como funcionarios públicos, como docentes, como influenciadores sociales o líderes de opinión o como simples ciudadanos, realizar un pare, no simplemente para cuestionar o señalar, sino para preguntarnos sobre cuáles son las bases conceptuales, los criterios éticos y los principios morales con los cuales estamos regulando nuestras actuaciones y bajo qué parámetros filosóficos desarrollamos nuestros roles sociales.
Hidroituango es un llamado de atención serio sobre si la verdad tiene sentido, si la vida realmente cuenta, si el medio ambiente implica responsabilidades, si los grandes desarrollos apuntan al bienestar y a la felicidad colectiva, si es más responsable conservar el cargo o alertar a tiempo sobre las dificultades, si el fin justifica los medios, si enfrentar las dificultades o reconocer los errores son conductas bien vistas institucionalmente, si la estructura moral de las empresas tiene aún cabida en la agitación tecnológica de sus desarrollos, si queremos gobernantes transparentes o cómplices, si en adelante elegiremos funcionarios dignos o sin escrúpulos.
Hidroituango, la escuela de reflexión, abre sus puertas sin celulares prendidos, sin redes sociales encendidas, porque no se analiza con el agite de los pulgares ni se piensa con la boca abierta. Que haya pausa, silencio y responsabilidad, que haya sentido de sociedad, de colectivo, de bienestar común. Que haya intención de aprender para después tratar de enseñar a quienes, jóvenes y niños, sin decírnoslo, nos lo están reclamando.
@VillaAncizar