“Gaviria y Serpa acabaron al Partido Liberal”: López Caballero

Sáb, 05/08/2017 - 05:27
Es uno de los hijos de Alfonso López Michelsen, expresidente liberal. Juan Manuel López es vocero de los liberales “sociales y demócratas” y considera que las directivas de su partido (Gaviria
Es uno de los hijos de Alfonso López Michelsen, expresidente liberal. Juan Manuel López es vocero de los liberales “sociales y demócratas” y considera que las directivas de su partido (Gaviria y Serpa, entre otros) han estado en la ilegalidad y por fuera de la Constitución. Afirma que los partidos políticos se convirtieron en fábricas de avales y son el origen de la crisis política y de corrupción del país. -“Estamos tratando de alertar a la opinión pública, en estos momentos en que el país habla de falta de ética y corrupción. Es grave por eso que el Partido Liberal está desacatando de frente una sentencia del Consejo de Estado. Más aún cuando los motivos de la sentencia es que hubo violación a la moralidad administrativa, actos anticonstitucionales, actos ilegales, contra los principios democráticos, el interés colectivo y los objetivos del Estado. Es también grave que quien en ese momento era el director único: Rafael Pardo, una persona tan mal calificada, hoy ejerzca como Ministro del Postconflicto. ¿Quiénes son los liberales sociales y demócratas? Yo diría que somos todos los que han desaparecido de las votaciones del Partido Liberal. En la primera votación de 1998, cuando Serpa sí representaba a la Socialdemocracia, tuvo el 57% de votos. Después Serpa negoció con el expresidente Gaviria para no atacar al neoliberalismo y quedó Gaviria como director del Partido y Serpa como candidato, y la votación se bajó al 33%. De ahí a la siguiente elección, después de que Gaviria lo definió como partido de centro (o sea neoliberal), Serpa sacó el 11%. Después el candidato fue Rafael Pardo que sacó 4%. ¿Qué dice la sentencia? Que se debe retornar a la situación anterior a todos esos actos ilegales, es decir: deroga los estatutos falsos que creó el doctor Rafael Pardo y ordena que las personas que estaban ocupando varios cargos del Partido, vuelvan a ocuparlos. ¿Por qué el Consejo de Estado no ha obligado al Partido Liberal a cumplir la sentencia? Eso ya es un aspecto técnico. En los casos de acción popular como este, lo que hace la segunda instancia, el Consejo de Estado, es emitir una sentencia. A la primera instancia, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, le toca ejecutarla. Pero el Tribunal autorizó que se haga el Congreso Liberal del 28 de septiembre, contrario a la decisión del Consejo de Estado. ¿O sea que el Partido le está haciendo caso al Tribunal Administrativo de Cundinamarca que emitió una sentencia a su favor y no al Consejo de Estado que emitió una sentencia en contra? Sí, pero es al revés. El Tribunal de Cundinamarca le está haciendo caso a la dirección del Partido Liberal al emitir una sentencia que desconoce lo que dijo el Consejo de Estado. Todo esto tiene una serie de aspectos paralelos que son a cuál más graves. Por ejemplo, para citar a este Congreso, la dirección nacional sacó una resolución que dice que hay una interinidad y que entonces nombrará a todos los tribunales y secretarías, incluso a todas las direcciones regionales. Esas personas nombradas serán quienes asistan al Congreso. Y eso se acompañó con otra decisión del doctor Serpa, que dice que podrán ser elegidos y elegir únicamente los que estén registrados bajo esta dirección de hoy, es decir que todos los otros liberales están condicionados a que no existen si no van y aceptan que esta dirección los registre. Todas esas manipulaciones y ausencias del cumplimiento del Consejo hicieron que el Tribunal de Garantías renunciara en pleno para no ser cómplice de los atropellos que está haciendo la dirección. ¿Qué implicaciones tiene que el Partido Liberal no acate la sentencia? Es lo más grave que puede pasar porque esta es la corrupción política, es la fuente, como ejemplo y como origen, de la corrupción económica que hoy tanto se cuestiona. Por el sistema de avales están amancebadas las direcciones de los partidos con los avalados, porque los avalados no pueden existir si no nacen de las direcciones de los partidos y las direcciones dependen de que los avalados los reelijan. El Presidente Santos depende del apoyo parlamentario para gobernar (lo vemos hoy con una aprobación menor al 20% y, sin embargo, continuando políticas y sacando leyes que necesita). Ese apoyo lo logra negociando con la Dirección de los partidos los cargos burocráticos y los “cupos indicativos” que alinean las bancadas. Con ellas se tramita a través de la dirección de los partidos a su turno manejan esos congresistas mediante los avales y las cuotas que sugieren qué mandatario. La banca liberal es la única que respalda indiscriminadamente toda iniciativa presidencial. Por eso tiene la mayor participación en el gobierno con las cuotas que les son asignadas a esa camarilla (entre ellas Consejo del postconflicto, director de Planeación, Ministerio del Interior y ahora Viceministro y Comisionado de Paz). Se ha pasado completamente la función de hacer política y no politiquería, de hacer política con propuestas y no de buscar puestos y poder. Los parlamentarios una vez conseguido el aval, sólo dependen de la cantidad de dinero que consigan para sus campañas. Esa es la característica del clientelismo, de la politiquería y el origen de la corrupción puesto que por ninguna parte de esta cadena aparecen los puntos de ideología, de propuestas o de programas que deberían ser la esencia de la política y explícitamente contrario a lo que debería ser la ética pública. ¿Qué dice el Partido ante todo esto? Si lo digo textualmente, el Partido por boca del doctor Serpa contesta: “la justicia en Colombia no funciona como debería funcionar, les va a dar la razón a ustedes de que todo lo que se ha hecho es ilegal, pero dentro de 20 años cuando nosotros ya hayamos hecho congresos y dado avales”. Es lo que contestan, descaradamente. Pero eso se presenta en todos los partidos… ¡Claro! Pero comencemos que lo que llama “casi todos los partidos” son derivados de la disolución del Partido Liberal. Además se presenta en todos porque se volvió institucional que no les toca actuar como partidos políticos sino como distribuidores, vendedores de avales. En últimas, hoy en día, el 90% de los elegidos depende de la cantidad de plata que puedan meter en la campaña y lo que llama “la votación del partido” representa y depende de lo que consiguen con la venta de avales. ¿El Partido Liberal está acabado entonces? En recientes encuestas, sólo el 2% de la población colombiana siente que pertenece al Partido Liberal. Todos se salieron por estas circunstancias. Nosotros somos voceros de todos los que están indignados con el manejo de la dirección liberal, tanto en lo ideológico al decir que somos un partido neoliberal de centro como lo dijo Gaviria; en lo orgánico al cambiar toda la filosofía estructural de participación de los sectores populares a pasar a un director único que maneja todo como una dictadura; y sobre todo en lo jurídico al no cumplir las sentencias de la justicia. ¿Esto no corresponde más bien a una crisis de los partidos? En Colombia es muy claro que esa disminución del Partido Liberal del 57% al 2% fue acompañada de la creación de partidos, de Cambio Radical, del Partido Verde, del Partido de la U, que nacieron y existen únicamente como fábricas de avales. Ninguno de ellos tiene una identidad y mucho menos una ideología y una propuesta programática. La decadencia de los partidos, en el caso nuestro es más claro porque el Partido Liberal era el partido mayoritario, pero dejó de cumplir la función de hacer propuestas de gobierno y se dedicaron únicamente a fabricar avales. ¿Qué pasa en las regiones? Nada, como ellos dicen que nombran en todas las regiones todo lo que quieren, entonces ellos manejan a quienes las van a representar. Pero el Partido Liberal era fuerte por tener presencia en las regiones. Era fuerte cuando tenía al electorado liberal, porque era el partido del pueblo, de los matices de izquierda, de los que no tenían suficiente peso autónomamente para ejercer su vocería. No como los gremios y otros que tienen peso y acceso a los medios y recursos para influir las decisiones. Al haber cambiado la participación de todos esos sectores y cambiarlos por un director único y una junta parlamentaria, todo el mundo se salió. Hoy lo que están diciendo es que vuelven a haber directorios regionales, pero no elegidos por los de las regiones sino nombrados por el señor Serpa. ¿Cuál sería el camino para resolver esto? Aquí no hay alternativas, es cumplir la sentencia del Consejo de Estado.

Los candidatos presidenciales

¿Cuál es el candidato que quieren apoyar? Ustedes se reunieron y apoyaron públicamente a Clara López. No, corrijo, tuvimos un encuentro con Clara López, otro con Ernesto Samper y también con Viviane Morales; tenemos otro programado con Piedad Córdoba, estamos pendientes de hacerlo con De La Calle. Nosotros estamos en una campaña cívica, se acabó la institucionalidad y estamos tratando de hacer caer en cuenta que no puede ser que se caiga la institucionalidad de esa forma, que un partido desconozca una sentencia, o que un señor que tiene semejantes calificaciones esté manejando el cargo más importante para la paz y el futuro del país. ¿Por qué hacer esta defensa cívica en un momento en que la gente ya no cree en los partidos y quizás no son los partidos la solución para la crisis política? Precisamente la crisis de los partidos es la crisis política, pero es la causa de la corrupción y de lo que se está planteando como falta de ética pública. Es claro que ahí está el origen. Pero si existe esta desaprobación hacia los partidos no es sólo porque estén mal manejados. En las reformas pendientes están (al lado de la salud, la educación, las pensiones) las que son más importantes: la de la justicia y la electoral. La segunda porque los partidos políticos en el sistema actual son la fuente de la politiquería, el clientelismo y la corrupción; y la justicia porque el ejemplo, o el mal ejemplo, es algo que caracteriza a toda nuestra administración de justicia. La corrupción y la violencia que caracterizan la falta de ética pública no se producen por fallas o en contra de nuestra institucionalidad sino son fruto de ella y su desarrollo y consecuencia por la forma en que están diseñados.
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