No tengo memoria de unas elecciones pacíficas como las que acabamos de cerrar el domingo 25 de octubre pasado. Siempre y desde que me acompaña la razón, las elecciones para los cargos públicos estaban signadas de innumerables acciones violentas que demostraban, a lo largo y ancho del país, la presencia de diferentes sectores armados, quienes manifestaban en esta forma su oposición y desagrado con el establecimiento democrático que regía. La gran puerta abierta hoy por el Presidente Santos y la insurgencia de las FARC con el avance de los diálogos de Paz en La Habana, trajo estos aires renovadores de Paz que cubren el territorio nacional, para alegría y complacencia de la gran familia colombiana.
Si bien estamos lejos de presentar ante los ojos escrutadores del mundo un sistema eleccionario que sea modelo de honradez y transparencia, hay que reconocer que, en medio siglo es mucho lo que hemos podido avanzar a pesar de violencia vivida. Desde los tiempos remotos en que los directorios partidistas elaboran las listas y posteriormente mandaban a imprimir las papeletas con los candidatos a su gusto, hay una diferencia significativa a lo que sucede hoy en día, donde se evidencia una rigurosa vigilancia para evitar los desafueros de la compra de votos y el robo de los mismos en las urnas, se ha recorrido un revelador camino. Todavía falta mucho por hacer en el proceso transparente de las elecciones, pero cada día a los pillos les va quedando más difícil.
Hay que reconocer los esfuerzos que en democracia ha realizado Bogotá. El juego abierto en la confrontación de las ideas permitió un mayor conocimiento de cada una de las plataformas políticas y esto ha redundado en un verdadero empoderamiento de la ciudadanía. La izquierda comenzó a presentar profundos baches en sus realizaciones, lo que la convirtió en una propuesta débil en esta contienda, no pudo resistir el embate ideológico que le plantearon sus adversarios. La izquierda debe realizar un profundo y descarnado análisis de sus años en el poder de la capital. Ver sin atenuantes, cuales fueron realmente sus fallas, tanto en sus estructuras políticas como en el comportamiento de sus dirigentes. Un autoanálisis sereno debe ser realizado: Apuntando a las fallas que la llevaron a perder el gran capital político de otros tiempos.
El partido Liberal volvió a demostrar que es la primera fuerza política de Colombia, como bien lo dijo su Director Horacio Serpa: “Fuimos los que más gobernaciones ganamos a nivel nacional. Fuera de esto ganamos muchas alcaldías, concejales y diputados. Rompimos la tendencia que teníamos. Veníamos de tener 6 gobernaciones y estas las aumentamos. Además, somos la fuerza mayoritaria de la unión nacional. Esta es una versión absolutamente verificable”. En Bogotá, si bien su candidato Rafael Pardo no pudo ganarle a su más férreo contrincante Enrique Peñalosa, si logró poner una votación cercana a los 800.000 votos (28.55%) que convierte a Bogotá nuevamente en la Plaza Roja más importante del país y con mucha fuerza para los próximos desafíos eleccionarios. En igual forma ratificó su presencia en el Concejo Capital con seis concejales, siendo Horacio José Serpa el concejal más votado de la capital, con casi 40.000 votos.
Se presentaron también sorpresas que terminan revitalizando nuestra Democracia. En Medellín, la tierra natal del Centro Democrático, desde donde el senador Álvaro Uribe Vélez ejerce como supremo sacerdote, perdió su candidato estrella, el ex senador Juan Carlos Vélez Uribe, frente a Federico Gutiérrez, lo que se veía como un imposible, cuando todas las encuestas sin excepción lo daban como fijo alcalde de la capital de la montaña.
En Santander rompió todos los pronósticos el candidato popular que se inscribió por firmas: El ingeniero Rodolfo Hernández Suarez, pues los pronósticos inicialmente favorecían al candidato liberal Carlos Arturo Ibáñez. En una excelente y limpia campaña a la alcaldía de Bucaramanga, en un fotofinish se alzó con el triunfo, declarándose en franca oposición a las coaliciones políticas.
En Cali donde el ex presidente y dirigente sindical Angelino Garzón jugó sus restos políticos, perdió contra un candidato sin pasado político, pero ungido por los sectores gerenciales y populares del Valle, el empresario Maurice Armitage. Vale la pena recordar que Angelino quedó de tercero en esta aspiración, siendo superado también por Roberto Ortiz Ureña, quien ocupó el segundo lugar.
Otro dato bien importante para tener en cuenta fue la alta votación que llegó a 20.012.773 sufragantes, se trata de la mayor votación registrada hasta ahora en la historia del país, con una reducción de 7 puntos en el nivel histórico de abstención en la capital colombiana, expresó la Registraduría Nacional.
Decíamos al principio que todo este ambiente de florecimiento democrático se debe al avance y consolidación de los diálogos de Paz en La Habana y así lo destacó el Presidente Juan Manuel Santos, cuando dijo: Colombia votó en Paz y por la Paz. Ahora nos corresponde seguir impulsando estos esfuerzos que deben abrir aún más la participación democrática, para que ojala, esté pronto el día en que las Insurgencias de las Farc, después de sellados los acuerdos y convertidos en partidos y movimientos políticos puedan participar activamente en estas sagas democráticas, donde con organización popular y planteamientos políticos aspiren a los cargos de elección popular que consagra la Constitución política nacional.
Esperamos confiados en que estas últimas elecciones abran en forma definitiva el camino de la Paz y así lo ratificó el Presidente Santos al final de su alocución: “A ustedes, nuevos alcaldes y nuevos gobernadores, nuevos concejales, nuevos diputados, nuevos ediles, les corresponderá la transición de un país en guerra a un país en Paz. Vamos a trabajar juntos”. Hoy con hechos hemos decidido hacer realidad estos sueños de esperanza para la gran familia colombiana.
Ex Embajador de Colombia en Europa
Vicepresidente del Comité Permanente por la Defensa de los DDHH (CPDH).
Elecciones y futuro de paz
Mar, 27/10/2015 - 15:24
No tengo memoria de unas elecciones pacíficas como las que acabamos de cerrar el domingo 25 de octubre pasado. Siempre y desde que me acompaña la razón, las elecciones para los cargos públicos est