El cartel de la toga… blanca

Sáb, 14/04/2018 - 05:17
No es “el cartel de la toga”, la organización criminal creada y desarrollada en Colombia por magistrados y políticos corruptos, sino, figurativamente, el “cartel de la toga blanca”, formado,
No es “el cartel de la toga”, la organización criminal creada y desarrollada en Colombia por magistrados y políticos corruptos, sino, figurativamente, el “cartel de la toga blanca”, formado, en la imaginación de este columnista, por los candidatos que hoy aspiran a la Presidencia de la República. Viene al caso porque los ciudadanos que en la antigua Roma buscaban el favor del pueblo para ocupar un cargo de elección se presentaban vestidos con una toga blanca en señal de que sus intenciones eran limpias, sin mancha o intenciones oscuras. Por lucirla se les llamaba “candidatos”, término que viene del latín “candidus”, que significa “blanco”, pero también “cándido”. Y cándido es quien obra como sujeto de candidez, alguien “ingenuo, sin malicia ni doblez”, según el diccionario de nuestra lengua. Es evidente que los aspirantes actuales a la primera magistratura en Colombia no andan de toga blanca tratando de vencer a sus oponentes, convencer a los indecisos y reconvencer a sus adeptos. Pero el hecho de que no lleven la toga cándida no significa que no sean cándidos. Claro que lo son, si bien su candidez es, digamos, atrevida, audaz, provocadora. Esa candidez explica que el aspirante a la Presidencia tome y ejecute decisiones que generan desconcierto, incluso malestar, en una amplia capa de ciudadanos, no pocos de los cuales interpretan tales decisiones o acciones como una muestra relevante del talento y la capacidad de aquel, y no como una expresión de su ingenuidad. Quizás ignoran que los candidatos asumen la candidez –tal vez los candidatos creen que no lo es– como una fuerza impulsora y definidora, persuadidos de que sus proposiciones a la sociedad van con una intención cándida, blanca, sin mancha, sin riesgos mayores para sí y para los demás. Así las cosas, ¿en qué muestran su candidez, su imaginaria toga blanca, los aspirantes a la Presidencia? En muchas de las propuestas que quieren realizar en cuatro años, ¡cuatro años! (salvo que a don Gustavo Petro, si gana, le dé por buscar “con el pueblo” la presidencia vitalicia común en países cercanos a su corazón), y en aspectos distintos a las ideas de gobierno propiamente dichas. Me refiero a decisiones, de candidez provocadora y audaz, que convirtieron en acciones concretas. Veámoslas en cada candidato. Gustavo Petro: ¿Cómo no va a ser candidez (algunos me van a descalificar por decir candidez y no otra palabra) en el señor Petro afirmar que no tiene nada que ver con el chavismo, que no es un cuento uribista? ¿Ni con lo que suele entenderse como “extrema izquierda”? ¿Ni con ideologías que dieron lugar al surgimiento y consolidación de regímenes totalitarios como el cubano, el norcoreano, etc.? Humberto De la Calle: Al, hasta ahora, candidato liberal, la candidez “se le salió”, por ejemplo, al escoger a Clara López Obregón, de apellidos capitalinos de estrato seis plus, para que fuera su fórmula vicepresidencial. “¿Dónde está la candidez?”, preguntará alguien. Pues “hombre”, como le gusta decir al doctor De la Calle, en algo muy simple: ¿cómo nombra a quien se halla en la misma matriz ideológica, en el mismo espectro conceptual de las guerrillas que han azotado y azotan al pueblo colombiano desde hace décadas? Si eso no es candidez, toga blanca en la inteligencia, ¿entonces qué lo es? Germán Vargas: En su caso la candidez lo llevó a presentarse como un candidato que se desmarca de un gobierno de muy baja aceptación, aunque de innegables logros, con el que estuvo comprometido a fondo durante casi ocho años, que hoy lo apoya en sus aspiraciones para arribar a la Casa de Nariño. Sergio Fajardo: Aquí, la candidez, la atmósfera sin manchas, brotó en dos aspectos: decirle a Claudia López: “Usted es mi fórmula para la vicepresidencia”, y a Jorge Robledo: “Usted hará de mentor especial”. ¿Cómo se explica que el doctor Fajardo haya escogido a la senadora López, la contradicción de su sindéresis, y al senador Robledo, la contradicción de su matriz ideológica? ¿Cómo se entiende? Por la candidez que todos tenemos. Iván Duque: Debo decir que votaré por él, lo que no me impide señalar que es grande su candidez, su blancura en el espíritu. Es lo que explica que aspire a la Presidencia sin experiencia de gobierno. No lo niega. Tiene claro que “el ave canta aunque la rama cruja porque sabe lo que son sus alas”, como cantara Santos Chocano, poeta peruano. Lo tenía claro Pasteur, en la segunda mitad del siglo 19, cuando, sin haber visto jamás un gusano de seda y sin ser veterinario, aceptó enfrentar la enfermedad que atacaba a esta especie de insecto lepidóptero y amenazaba la industria de la seda en Francia, a la que salvó tras cuatro años de lucha. Y lo tenían claro Bolívar y  Santander, entre otros, que empezaron a gobernar sin experiencia de gobierno. Por todo ello, cándidamente dedico a este “cartel de la toga blanca” una sencilla y sabia reflexión de Bill Gates, publicada en El Tiempo hace unos años: “La decisión es un ingrediente importante en el éxito, pero por sí sola no garantiza nada. Una persona necesita sentirse impulsada por algo más que un simple deseo de lograr el éxito”. Que les sirva. Sobre todo a Duque… INFLEXIÓN: ¿Por qué hoy los candidatos no llevan toga blanca? Porque la llevan envuelta en su caja negra.
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