El presidente Santos está solo, y no lo digo por la ausencia del favor popular, que, por cierto, le es bastante esquivo por estos días. Los índices de aceptación del primer mandatario bordean los que hace dos décadas tenía el expresidente Samper. Amén de esa coyuntura, que no es de poca monta, hay una circunstancia más compleja aún: Juan Manuel Santos capitanea un barco llamado Colombia, en medio de una tormenta nunca antes vista y sin la ayuda efectiva de la mayoría de sus ministros, que poco o nada le han servido para gobernar.
La economía hecha harapos; el proceso de paz, en crisis; el ELN, haciendo desastres como antaño; un racionamiento eléctrico a la vuelta de la esquina; el campo colombiano, arruinado; las exportaciones, languideciendo, y las importaciones, in crescendo; la criminalidad exacerbada, y la corrupción, disparada. A este “coctel letal” hay que agregarle la cereza que no puede faltar: la justicia en Colombia está más desprestigiada que meretriz de pueblo pequeño.
Con ese panorama tan oscuro, la capacidad de maniobra para un presidente no muy popular se reduce a su mínima expresión, sobre todo teniendo en cuenta que está rodeado de una manada de incompetentes que no resuelven nada, lo que obliga a Santos a poner, cada tanto, la cara por cuenta de la mediocridad de sus subalternos.
María Ángela Holguín, Canciller: perdió brillo, se quedó rezagada, se le ve cansada y desgastada. Desde hace tres años todos los temas internacionales salen al revés. Luis Carlos Villegas, Ministro de Defensa: la tropa no lo respeta, no sabe donde está parado en materia militar, y su consabida postura de querer quedar bien con todo el mundo lo inhabilita para el cargo. Lucho Garzón, Trabajo: una caricatura, cuyo único mérito es haber iniciado la senda del desastre para Bogotá. Yesid Reyes, Justicia: ni fu, ni fa. Aurelio Iragorri, Agricultura: improvisado como el que más. El agro colombiano atraviesa su peor “verano económico”.
Ginna Parody, Educación: esta funcionaria es el gran “paquete” del Gobierno: al igual que las pruebas del saber, pierde hasta el recreo. Cecilia Álvarez, Comercio Exterior: Colombia ya no exporta nada, solo importa. Bien puede retirarse la doctora Ceci (el puesto evidentemente le quedó grande). La Ministra de Cultura y el de Medio Ambiente, son tan anodinos que ni siquiera recuerdo sus nombres. Tomás González, el de Minas, ya se fue, antes de ser suspendido por la Procuraduría. Calculen ustedes. Mauricio Cárdenas, Hacienda, no tiene hoja de vida, sino prontuario: Dragacol, Reficar, Isagen y ahora el apagón. ¡Qué horror! A Natalia Abello, Transporte, ya se le acabó el kilometraje. Juan Fernando Cristo, Interior: podría ser un gran viceministro.
Los que sacan la cara y deben quedarse: David Luna, Comunicaciones: es un hombre trabajador, decente, honesto y comprometido. Le ha tocado limpiar los desastres que dejó el farsante de Diego Molano, y hoy, la casa está en orden. Luis Felipe Henao, Vivienda: el mejor Ministro de este gobierno: resultados palpables y ejecutorias exitosas; es, sin duda, un tipo de lujo en donde lo pongan.
Presidente, con todo respeto, llegó la hora de cambiar su gabinete, rodéese de pesos pesados, que le ayuden a soportar la carga. Es momento de dar un timonazo, para que evite ahogarse en las bravías aguas del desgobierno.
¡Cambio de gabinete ya!
Lun, 14/03/2016 - 09:00
El presidente Santos está solo, y no lo digo por la ausencia del favor popular, que, por cierto, le es bastante esquivo por estos días. Los índices de aceptación del primer mandatario bordean los