Luego de un largo periplo, lleno de obstáculos, regresa a la escena política con la frente muy en alto Óscar Iván Zuluaga. ¡Qué contraste con su antiguo contendor a la presidencia de la República, un tal Juan Manuel Santos, cargado de ignominia y vergüenza!
Para un país al que han arrastrado a la descomposición en todos sus estamentos la llegada de Óscar Iván Zuluaga es un signo que nos llena de fe y optimismo.
Un líder que ha sabido mantener su compostura, cuando ha recibido los peores ataques, ganando todas las batallas jurídicas con la mayor discreción, para enfrentar de nuevo una contienda electoral que se sabe llena de trampas y triquiñuelas con la gallardía que exige el difícil momento actual, es por lo que clama todo un pueblo.
Querer ser presidente de un país que han dejado arruinado y entregado a los peores criminales es cuestión de locos o de valientes. Por ahí se ven decenas de aspirantes que estarían mejor en un manicomio que en la Casa de Nariño. Por suerte el Centro Democrático ha llevado con altura el proceso que llevará a decidir un candidato que una a todos los colombianos, hastiados de tanta podredumbre, para alcanzar la presidencia en primera vuelta evitándose una segunda que no será distinta a la anterior, en la que la maquinaria para el robo de elecciones se puso a toda marcha.
Hace cuatro años soñamos un país mejor gracias a las propuestas que nos hacía un político que arrancó desde cero en las encuestas y que fue conquistando el apoyo de su pueblo sin aspavientos ni demagogias, simplemente diciendo como haría de Colombia un país en paz, seguro, sin pobreza, creativo, solidario y especialmente un país lleno de deseos de luchar y salir adelante para el bienestar de cada uno de sus habitantes.
Ahora nuestros dos grandes retos se transforman en un deber. El primero, no permitir el fraude en ninguna de sus modalidades en las elecciones parlamentarias y presidenciales; y el segundo, consolidar la unión de las fuerzas de la oposición a este gobierno corrupto y traidor, para alcanzar nuestra meta inmediata, tomar el poder y con él restituir la institucionalidad, la legalidad y la seguridad indispensables para construir una gran nación.
Le damos la bienvenida a Óscar Iván Zuluaga los más de siete millones de compatriotas que depositamos nuestros votos en las elecciones pasadas confiados en su capacidad para llevar a buen termino todas las promesas de campaña. La experiencia adquirida es muy valiosa en este momento, aprender de los aciertos tanto como de los errores es de personas de su talla.
