Algo va de Oscar Iván a Iván…

Jue, 23/11/2017 - 05:26
Sin pelos en la lengua el expresidente Álvaro Uribe Vélez le pidió a Oscar Iván Zuluaga que se hiciera a un costado para la contienda presidencial del 2018 porque no quiere arriesgar su proyecto p
Sin pelos en la lengua el expresidente Álvaro Uribe Vélez le pidió a Oscar Iván Zuluaga que se hiciera a un costado para la contienda presidencial del 2018 porque no quiere arriesgar su proyecto político ante las posibilidades de que la Fiscalía, que no se muestra muy imparcial en esta coyuntura, decida abrir investigación contra el excandidato por el caso Odebrecht. Uribe sabe por donde va el agua al molino y no va a dar papaya ni a quedar con esa espada de Damócles hasta el final de la campaña, a pesar de que reconoce en Zuluaga un guerrero casi kamikaze que se la jugó por su partido y tiene sobrados méritos para aspirar a continuar la leyenda. Y sin que le temblara su mano tendida esta vez prefirió usar el bolígrafo a su estilo y ponerse colorado antes que vivir descolorido otros cuatro años. Acto seguido Uribe, como jefe supremo del CD, decidió ponerle fin al juego que había inventado para que se abrieran mil flores en materia de candidaturas y ahora promueve la salomónica propuesta de que el candidato sea escogido mediante el ejercicio de promediar el resultado de tres encuestas sobre los nombres de los cinco precandidatos que han jugado el rol de mantener la llama viva de la oposición al gobierno de Juan Manuel Santos. Con el abanico de aspirantes, Uribe no solo logró medirle el aceite a cada uno en temas de lealtad, sino que se encontró su propio antídoto contra la traición, que tanto le ha dolido y de la que tanto ha aprendido en estos ocho años con Santos. Con excepción de María del Rosario Guerra, quien obviamente tiene el mérito de ser la más aplicada y juiciosa con las tareas de Uribe en el Congreso, casi todos los candidatos mantuvieron una prudente distancia con la idea de no parecer como que presionaban de alguna manera para que el fiel de la balanza se inclinara a su favor con el fin de ganarse el puesto de ser el que diga Uribe. Ella en una audacia de lambonería, en la que incluso no le importó delatarse propuso que Uribe fuera su vicepresidente, con la idea de ganar puntos si conseguía seducir el ego del expresidente y ponerle la cascarita de acariciar los sueños de terminar por esa vía como su reemplazo en la presidencia. En todo caso lo que se demuestra una vez más es que no se equivocan los seguidores del expresidente Álvaro Uribe cuando con contundencia en las redes dejan claro que votarán por el que diga Uribe. Ellos saben que el Centro Democrático tiene un líder que fue capaz de conseguir más de 7 millones de votos para endosárselos a Oscar Iván Zuluaga y que por encabezar la lista Senado logró conseguir 20 curules para seguidores suyos que por sí mismos nunca hubieran llegado al Congreso. Y Uribe sabe que para ganar las próximas elecciones se necesita mucho más que buenas intenciones. Más que lealtad o que comprender la filosofía del uribismo, o tener experiencia pública o carisma, se necesita marcar en las encuestas. Es decir que el candidato sea popular. Así las cosas, Iván Duque se perfila como indiscutible ganador para ser el candidato. No solo porque tiene carisma, es uribista leal y tiene experiencia a pesar de su juventud, sino porque justamente lo que le critican los furibistas de no ser un radical veintejuliero o un populista de derecha estrambótico es por lo que se ha granjeado la simpatía de muchos colombianos decentes decepcionados del gobierno Santos. Incluso muchos creen en su criterio para no hacer trizas los acuerdos de La Habana sino para promover una adecuada aplicación, acorde con las demandas uribistas, aunque algunos extremistas que prefieren al exprocurador Alejandro Ordóñez por ultraderechista extrafalario, lo venden como un traidor anunciado. Pero Uribe sabe que su ponderación, su compromiso, su conocimiento y su vocación democrática son garantía para que Duque no sea un voltearepas. Sabe que Iván Duque tiene futuro y que no se suicidaría políticamente. Y por si acaso queda alguna duda, Uribe sabe que es más fácil vender un candidato decente y moderno que unos aspirantes con perfiles anacrónicos como el de María del Rosario Guerra, que es más famosa por ser hermana de Joselito Guerra y sus nexos con el 8000 y de Antonio Guerra de Cambio Radical, ahora como perteneciente al cartel de Odebrecht o candidatos con perfiles escandalosos como el que se ha forjado Paloma Valencia, o con perfiles politiqueros como el que carga Carlos Holmes Trujillo, o con perfiles fundamentalistas como el que le brota a Rafael Nieto. Uribe tiene claro que el uribismo necesita remozarse y él ha demostrado que es un campeón para reinventarse. Así el gran ganador no sólo sería Iván Duque Márquez, sino el propio Uribe, ya que al final quedaría el que diga Uribe. Y además la candidatura de Duque tomaría de inmediato un vuelo que puede adquirir dimensiones insospechadas, dadas las características de sus contendores. Un Germán Vargas Lleras que por más esfuerzos que haga no se va a lograr desprender del gobierno Santos y por más coscorrones que pegue no logrará hacer creer a nadie que sus 4 millones de firmas fueron conseguidas sin las maquinarias de Cambio Radical o sin las de sus nuevos mejores amigos, los politiqueros regionales que comienzan a desmarcarse de Santos. Es decir, las esposas de los Noños y de los Musas, para empezar. Un Gustavo Petro que, aunque el Consejo de Estado le ha dado su espaldarazo al quitarle la extrema sanción que se había inventado el exprocurador Ordóñez, no le quedará fácil convencer a los ciudadanos de que a pesar de su sentido social él no representa un riesgo para que Colombia termine por el sendero de la Venezuela chavista. Un Humberto De la Calle que, aunque ganó la consulta liberal dejó ver que su pobre partido está hecho trizas. Un Sergio Fajardo que, aunque puntea las encuestas depende de que se desinfle totalmente De la Calle y que santistas, gaviristas y samperistas decidan apoyarlo para que no sea el que diga uribe. Y una Martha Lucía Ramírez, con prestigio, que ya tiene la bendición pastranista pero con otro partido hecho trizas y cuyo éxito depende, otra vez, de lo que diga Uribe. Y de remate ganarían los grandes uribistas triple A, bien diferentes a los furibistas. Esos que han estado con Uribe en las buenas y en las malas, como José Obdulio Gaviria, que ha sido el principal impulsor de Iván Duque. O quienes siguen el legado de Fabio Echeverry Correa como su hijo Luis Guillermo, quien se ha convertido en un verdadero soporte para las aspiraciones de Duque. Una vez escogido Iván Duque se reconciliarán algunas fricciones en el uribismo como la de Pacho Santos que todavía no se repone del conejo que le hicieron cuando hace 4 años Oscar Iván Zuluaga fue el que dijo Uribe. Y de paso el que se ganaría el Oscar al mejor reparto sería José Obdulio porque después de haber sufrido la descalificación pública por parte de Zuluaga hace 4 años es ahora el principal promotor de Iván.
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