Algunos hechos especiales e independientes, relacionados con la práctica del periodismo, ocurrieron en los últimos días en Colombia. La avalancha diaria de sucesos tiende a minimizar su trascendencia y a que se desaproveche la enseñanza que nos pueden dar:
Con aire convincente de empresaria, Arianna Huffington nos habló en el Primer Festival de los Sentidos organizado por KIENYKE.com. Recalcó que el futuro de los medios de comunicación está en el mundo digital, mediante ediciones que combinen información, blogs, cuentas de Twitter y diversificación de las secciones de contenidos. Todo ello para lograr impacto en las redes sociales y así alcanzar grandes volúmenes de seguidores. Tal como ella lo logró (48 millones de usuarios) en tan solo ocho años con su portal The Huffington Post.
La preocupación está en el riesgo que para el ejercicio periodístico representa un medio de comunicación como modelo de negocio exitoso. Cuando ‘la Reina de Internet’ dice que ven el negocio en los clientes que están dispuestos a patrocinar secciones con contenidos útiles y que hay marcas que quieren unirse a causas e identificarse con sus clientes (El Tiempo, 19-04-2013, p.6), la cosa está bien por el objetivo empresarial. Pero brotan interrogantes: ¿en un mundo mercantilizado como el de hoy, el patrocinador de una sección que representa buenas entradas para el medio, al estar expuesto a la publicación de una información que no le convenga, tendrá incidencia en el tratamiento o la omisión de tal contenido? ¿En un medio cuya prioridad es ser empresa, pesarán más los ingresos que puede dejar de percibir, o la ética y su compromiso periodístico? El peligro de este tipo de situaciones y denuncias sobre ellas, existen en el mundo de los medios tradicionales. La cosa no es nueva. Pero ante mayores volúmenes de audiencias es muy probable que ese riesgo aumente. Si el negocio se impone, quien más pierde es la comunidad y el valor periodístico del medio queda proscrito.
Pero, otro caso, aleccionador para el conjunto de medios, en el que tampoco debe perder la comunidad, está en un experimento de debate, realizado por el portal La Silla Vacía y la Universidad Javeriana, el pasado 17 de abril. Mediante la pregunta: ¿Le conviene a la democracia colombiana otorgarles participación política a los guerrilleros de las Farc si dejan las armas? enfrentaron a Antonio Navarro (líder desmovilizado del M-19) como defensor de tal otorgamiento y a José Félix Lafaurie (precandidato presidencial del uribismo) como opositor. Antes de iniciar, los asistentes al auditorio votaron: un 77% dijo estar de acuerdo con la participación en política. Un 23% se declaró en desacuerdo. Terminadas las confrontaciones, se volvió a votar. El resultado cambió: un 61% lo hizo a favor y un 39% en contra. El valor de este ejercicio radica en el efecto pedagógico y formador en un país carente de educación política en todos los niveles de la población. Con rigurosidad en la escogencia de los participantes (en esta oportunidad parece que no fue la más acertada), extender la realización de discusiones sobre temas similares, ante audiencias más disímiles y con metodologías de este tipo, es poner a los medios en un papel que la sociedad les reclama pero que hace rato no cumplen, y, de paso, a las universidades a reactivarse como promotoras de pensamiento.
Finalmente, destaca por lo útil que puede resultar, el acercamiento entre el gobernador de los zenúes del alto San Jorge, Irrael (no Israel) Aguilar, en representación de la comunidad que vive cerca a la mina de Cerro Matoso y el presidente de la empresa que la opera, Ricardo Escobar. Tras la publicación en El Tiempo de un artículo de Juan Gossaín, donde da cuenta de la problemática de los habitantes de ese territorio, atribuida al proceso minero, y de la advertencia de la Contraloría General al gobierno nacional sobre violaciones normativas que se habrían cometido en la prórroga del contrato de explotación, el directivo de la compañía (luego de sostenerle al mismo diario, y al propio Gossaín, que las críticas no son fundamentadas), le pidió al periodista que hiciera de intermediario entre empresa y comunidad. Su propósito era reunirse con ellos. Cosa que en treinta años de operación jamás había sucedido. Las conversaciones ya están en curso. Un escrito de opinión logró ese efecto. La lección es para mucho columnista reconocido (y mucho periodista) interesado en tener un tema para escribir u opinar, pero cuyo compromiso no está con la solución de los problemas de la comunidad.