Cuando un ciudadano medianamente ilustrado conoce el prontuario déspota, arrogante y casi criminal de un pelafustán como German Vargas Lleras, le queda difícil creer que éste execrable oligarca tenga todas las posibilidades de ser el próximo presidente de los colombianos, una granuja que negoció su respaldo a Santos a cambio de una vicepresidencia con facultades omnímodas y una chequera de cincuenta billones de pesos para que con el presupuesto nacional engatusara a los más pobres del país haciéndoles creer que les “regala” casas como si la plata saliera del peculio del vicepresidente.
Y es que no renunció a creer que para ocupar cualquier cargo de poder en el Estado y como ingenuamente me lo enseñaron en la escuela y el colegio, ser presidente de la República era sinónimo de ser el modelo de ciudadano y persona en el país. No sé si mis profesores de verdad se lo creían o solo recitaban la lección de un libro sobre una sociedad idealista, pero el caso es que si un canalla como Vargas Lleras llegase a ser presidente de Colombia, la lección quedaría bien aprendida para las generaciones vigentes y venideras: para ser el hombre más importante del país no necesitas carisma, bondad, humildad, sabiduría ni simpatía; solo nacer y crecer en medio de una camarilla que atiborre de burocracia y clientelismo a un guarro al cual quieren hacer el primer mandatario de una nación con una insipiente democracia.
El asistencialismo ha sido la punta de lanza de toda esta recua de acumuladores compulsivos de poder, radicar en el imaginario colectivo que los derechos son favores que los politiqueros le hacen al ciudadano, es una cruel estrategia que han adoptado hasta los más inexpertos líderes comunitarios. Las famosas fichas del SISBEN, los cupos en Familias en Acción, el programa de Colombia Mayor –más conocida como la media pensión–, el régimen subsidiado en salud, los programas de seguridad alimentaria, los cupos escolares, los planes de vivienda, etc. Se convirtieron en instrumentos de engaño a través de los cuales los avivatos pretenden hacer creer al ciudadano que, si no es a través de su injerencia, no es posible acceder a estos derechos.
Todo este universo de engaños, mentiras y espejismos, es lo que ha movido y soportado el aparato político en el país durante décadas, desde las corporaciones públicas hasta el ejecutivo. La elección popular de alcaldes y gobernadores acabó de agudizar aún más este fenómeno asistencialista, al punto que la gran mayoría de regiones y territorios se volvieron los mendigos del gobierno central, sofisticando el asistencialismo a nivel administrativo, cometiendo desfachateces tan increíbles como la entrega de parte del presupuesto nacional a los congresistas para que “dispongan” de inversiones a su libre albedrío en los territorios.
La futura presidencia de German Vargas Lleras está cimentada, construida y ocupada por lo más pura versión del asistencialismo, siendo así, Colombia se llenará de más pobreza, más desigualdad y menos oportunidades para las clases sociales que pretendan emerger, pues la materia prima del asistencialismo es la adversidad en la calidad de vida de los ciudadanos.
Algunos que lean esta columna pensarán que jamás trabajaran para una presidencia de Vargas Lleras, pero se acordarán de mí cuando lleguen los “jefes” a decir: “Es con Vargas Lleras”.
Vargasllerismo y Asistencialismo
Mié, 26/04/2017 - 03:49
Cuando un ciudadano medianamente ilustrado conoce el prontuario déspota, arrogante y casi criminal de un pelafustán como German Vargas Lleras, le queda difícil creer que éste execrable oligarca te