Permítame felicitarlo: usted es un gran lector. Usted es un gran lector pues, apenas leyó el título de esta entrada, se dio cuenta de que algo andaba mal. Percibió un asomo de ironía insultante. Felicitaciones. No cualquiera lo habría notado.
Y ahora se siente un poco ofendido, pues se imaginó la sonrisa burlona que asomó en mi cara mientras escribía «Felicitaciones». Pero el sutil insulto que acabo de lanzarle solo confirma que usted es hábil descifrando la ironía. Eso, mi estimado amigo, sólo lo puede hacer un gran lector. De nuevo, lo felicito.
Usted es de los que leyeron mi texto anterior, Nos manipulan, y notó sin demora un tono de sátira también insultante. Se dio cuenta de inmediato de que nadie puede escribir «un país tan tranquilo y pacífico como nuestra bella Colombia» y salirse con la suya. Usted leyó esto y pensó «sarcasmo», y continuó su lectura con la prevención lógica que acompaña el saber que, tras la palabrería adornada y aparentemente depurada del texto, se esconde un reclamo, una burla, un escupitajo.
Ni siquiera se le pasó por la cabeza que estuviera leyendo un texto retrógrado en favor de la censura. Nunca se le ocurrió que ese tono condescendiente y políticamente correcto pudiera venir en serio. Usted ya estaba sumergido en la ironía hasta el cuello, usted se dio cuenta desde el principio.
O tal vez le tomó un par de líneas. Es normal. Tal vez le tocó leer los primeros dos párrafos completos, pues el doble sentido no es evidente desde el comienzo. Pero cuando llegó a este fragmento, se dio cuenta de que el texto no podía ser más que un chiste insultante:
"(Debemos) centrarnos en las cosas bonitas de nuestro país: sus mujeres, su folclor, la felicidad de sus habitantes (no por nada somos el país más feliz del mundo), su gente linda y emprendedora, la pasión de su fútbol. ¡Ya pronto regresaremos al mundial después de casi dos décadas! Con esto (y menos violencia en las ciudades y los campos, y un mejor sistema de salud, y más trabajo, y más educación, y si es posible, una que otra bala perdida menos en Navidad) la felicidad será completa."
Así que lo felicito. Y me felicito, pues mi texto cumplió con la difícil tarea de comunicar un mensaje diciendo lo contrario. No me vi en la necesidad de explicarle que yo no defiendo la censura, que el reclamo de quienes se quejan por el auge de las narconovelas me parece innecesario, que el apagón contra RCN del próximo 9 de abril me parece el colmo de la estupidez, y que la gente que se ofende por series como Tres Caínes me parece patética, ridícula e indigna de respeto.
Ni siquiera tuve que agregar que estas personas con delirio de superioridad moral no son tan diferentes del procurador Ordóñez en su cruzada contra el aborto, pues la barrabasada de atentar contra la libertad de expresión y armar semejante escándalo únicamente por una serie de televisión mal hecha, sólo puede provenir de un godo que se las da de liberal y se alegra mirándose al espejo mientras piensa: «Qué buena persona soy». Para qué cambiar de canal o apagar la televisión, mejor salir a protestar y pedir censura.
Así que bien por usted, que es tan buen lector. Y bien por mí, que me hice entender a la perfección.
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