Me disculpa Oscar Iván Zuluaga, candidato presidencial del Puro Centro Democrático, por tutearlo en éstas líneas. No acostumbró hacerlo en primera persona cuando de escribir se trata, menos cuando no existe la empatía personal, pero la ocasión lo amerita por razones estrictamente electoral y sería un despropósito descomunal no referirme a su candidatura cuando me ronda y me persigue ese tema a cuanta reunión personal y laboral me encuentro y asisto, ya que me fustigan irremediablemente con la exigencia de prodigar una respuesta, por muy cierta o por muy equivocada con que la sellen.
Las últimas encuestas del centro nacional de consultoría, de gallup y en colaboración con otros medios de comunicación –de las que por cierto no creo-, dan por descontado que el jugador que tiene la carta más alta para repetir y quedarse con la presidencia es Juan Manuel Santos.
Sin embargo, entrar a confrontar los métodos que utilizan los encuestadores para medir los niveles de aprobación y desaprobación, junto con los perfiles y sus consecuentes actos de personas públicas es perder el tiempo, por cuanto se ponen al descubierto más razones personales que verdaderas concluyas representativas y de interés, y que ni más y menos aprovechan a los sugestionados y engañados del país de la mojigatería y majadería, de la moralidad en voz alta, de los presuntos usufructuarios de la nobleza europea y de aquellos que en su honestidad no se resisten a los embelecos de no quedar por fuera de las posibilidades de la posición renacentista a que traguen en seco.
Empero, son muchas las colijas de un eventual fracaso de la candidatura del ungido de Pensilvania. Por un lado se encuentra en la mitad de las encrucijadas, disputas y en los permanentes debates heredados de su mentor, que insiste más en ser el verdadero candidato sin poder serlo, arrebatándole cualquier posibilidad de darse a conocer como un indiscutible y real postulante a la presidencia, marginándolo de la atención nacional, por el acaparamiento intenso y necio que hace de las redes sociales y de las tintas que corren a favor y en contra en diferentes páginas y micrófonos.
Por otro lado, la preocupación de los aspirantes de la lista cerrada del puro centro –senado y cámara-, está más encaminada a lo que ocurra en marzo y no en mayo, porque dependiendo de lo resultados obtenidos en votación, podrán definir con mayor apresuro el paso a seguir como fuerza política opositora en el congreso si hay reelección, y definiría posteriormente la consolidación de los cuadros en las próximas elecciones locales y departamentales si es que aciertan. Además, sobra decir que si logran descifrar el destino exitoso y el reinventado previo como grupo legislativo, quizás le darían un parte de tranquilidad en sus anhelos al pretendiente de la sombra, y tal vez obligaría a los demás partidos, considerados como ingratos y participes de la entonces seguridad democrática, de regresar y reforzar a Zuluaga Escobar.
Desconozco quienes son los asesores de imagen de Oscar Iván Zuluaga, el cual lo sitúan por debajo de las candidatas al reinado de la belleza cuando de subir puntos en pasarela, entrevista, vestido de gala y de baño se trata. No ésta demás que los comités departamentales de la belleza le colaboren.
Sin más y menos, su gran enemigo en las encuestas, su peor jefe de debate y mal asesor de imagen es el mismo expresidente uribe, porque en nada le coadyuva, le beneficia y le suma a su candidatura, precipitándole su fracaso indiscutible como legatario.
La fructífera candidatización se lograría si los errores que se ven el gobierno los trinara más Zuluaga Escobar y no Uribe Velez, que las tomas guerrillera y sus indescifrables muertos los denunciara más Zuluaga Escobar y no Uribe Velez; que la interminable corrupción que embarga al Estado y a sus funcionarios con nombres y apellidos los saque a relucir Zuluaga Escobar y no Uribe Velez; que las cifras del desempleo, el falso crecimiento de la economía y la desbordada quiebra del sector industrial y empresarial nacional las entregue Zuluaga Escobar y no Uribe Velez. En fin, para ser protagonista de la serie, se debería ser más consecuente y consciente con el papel, procurando una escenificación creíble para sí mismo y la opinión nacional, intentando desprenderse del libreto de otrora, sin olvidar la esencia que representa, pero clarificando un gobierno mejorado, estructurado, de inversión, de esperanza, de oportunidades y de calidades, de respeto de los derechos, dispuesto a corregir lo vulnerado y reinsertar lo desplazado por igualdades y mayores espacios de participación.
A rajatabla se sabe, que lo anterior está lejos de darse por la continuada obsesión y enfermiza democracia que pregona el exmandatario, deslizando las intenciones y los propósitos de Oscar Iván Zuluaga. Solo toca esperar y revisar como se desarrollan los venideros meses de campaña y de la Habana, para definir si el caldense es o no es el presidente soñado de algunos o si seguirá siendo el candidato en la sombra.
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Mediocre el incremento en $ 616.000 del salario mínimo para los trabajadores. Ya debería pensarse una reforma al mismo y pensar en un salario mínimo mensual mixto, donde no sea de exclusividad estricta el aumento según la chequera de los empresarios, sino también del mismo gobierno en inyectarle liquidez a las aspiraciones y necesidades de miles de asalariados.-----o-----
Un feliz y venturoso año 2014, lleno de muchas alegrías, felicidades, de deseos cumplidos y de infinitas bendiciones para cada uno de ustedes. @JorgePerezSolan