"¿Es posible que la solución de la crisis nacional venga de allá mismo, de los que la han provocado?" Jaime Garzón
Claro está que los partidos políticos en Colombia gozan de tal grado de deslegitimación, que es casi imposible despertar el espíritu de participación en los ciudadanos y ciudadanas. En un estudio barómetro realizado en el año 2012 el país aparece con un promedio de confianza hacia los partidos políticos de 31 puntos, en una escala de 0 a 100[i]. Y las razones son conocidas por gran parte de la población, una percepción generalizada de corrupción, clientelismo, nepotismo, en fin. Todas las circunstancias por las cuales en Colombia, el descontento de la gente tiene razón de ser.
En este sentido, los partidos políticos en lugar de recuperar la credibilidad, ahondan la percepción de ilegitimidad con su forma de actuar, aunados por los mecanismos jurídicos ha implementado el Estado para cerrar las oportunidades de participación de los partidos minoritarios. En Colombia, el umbral para que los partidos políticos puedan conservar la personería jurídica aumentó del 2 al 3%.
Una muestra de las actuaciones engañosas de los partidos políticos es el mecanismo denominado “convención” definida por la Real Academia Española como una reunión general de un partido político o de una agrupación de otro carácter, para fijar programas, elegir candidatos o resolver otros asuntos. Obviamente, en nuestro país las convenciones tienen su sello característico.
La primera gran convención este año fue la del Uribe Centro Democrático, reunión que le demostró al país que ese colectivo no tiene ni el más mínimo atisbo de democracia. En primer lugar, decidieron hacer una consulta para elegir a su candidato presidencial, mecanismo que apoyaron Luis Alfredo Ramos, Francisco Santos y Carlos Holmes Trujillo, sin embargo, cuando la fiscalía dictó medida de aseguramiento contra Ramos, las cosas cambiaron, dado que varios militantes del partido le pidieron a Uribe reconsiderar el tema de la consulta popular con el argumento de que otras fuerzas podían influir en la decisión. Pero en realidad todo tenía un fin, y era consagrar como candidato único al preferido por Uribe, Oscar Iván Zuluaga. Dos fuentes muy conocedoras de los hechos (le contaron al portal La Silla Vacía) que aunque a Francisco Santos no le gustaba la idea de la convención, terminó aceptando porque sentía que la “sugerencia” era en realidad una orden de Uribe. Tengo que decir, que del Centro Democrático nada me asombra, el país sabe el tipo de marrullas que realizan, y los que no lo quieren aceptar es porque hacen parte del juego y reciben su mermelada. Al final todo salió como se esperaba, Zuluaga candidato, y el cacique contento.
Por otro lado, las toldas liberales. María Jimena Duzán[ii] afirmó que la convención liberal superó la del Uribe Centro Democrático. En los rojos, Cesar Gaviria es quien maneja el poder tras las bambalinas y como lo había señalado Duzán, en la reunión iban a reelegir a Simon Gaviria como presidente del partido y que en pago de ese favor la lista al Senado la encabezaría Horacio Serpa (que fue lo que efectivamente sucedió).
Lo impresionante es que con los hechos antes mencionados, tienen la osadía de invitar a otros a la lucha del Partido por “la reivindicación de Colombia con una bandera roja”. No sobra recordar que los liberales enarbolan la bandera del renacer del partido y de la necesidad de que nuevos líderes continúen con la lucha, pero al final, todo sigue igual, los mismos haciendo lo mismo y peor. Por último, los liberales al anunciar a viva voz que quieren liderar el cambio, afirman estar satisfechos de llevar como candidato oficial del partido a la presidencia a Juan Manuel Santos.[iii] Es ahí en donde nadie entiende cual es el concepto que tienen de “reivindicación”. ¿Excelente convención, verdad?
Ahora bien, de los partidos tradicionales nada puede esperarse, de la izquierda sectaria tampoco, del partido verde no se sabe, porque lo que nació como una respuesta joven a la descomposición política del país, ha venido diluyéndose en ilusiones, dado que el oportunismo hizo que algunos “políticos” se infiltraran en el partido, por ejemplo: Peñalosa -tan cercano al uribismo que se busca derrotar - es precandidato presidencial de esa colectividad.
Al parecer, ni ellos se salvan de la idea de una convención, ya hay voces que la anuncian y al instante voces que la rechazan. Camilo Romero le envió una carta a los dirigentes del partido solicitando que se respeten las reglas de juego, y que la consulta que se acordó al firmar la alianza se realice. ¿Será que caerán en el juego de las convenciones? ¿Harán lo mismo que los uribistas y los liberales, hablando de democracia y haciendo todo lo contrario? Ojalá que no, porque ese partido tiene excelentes candidatos.
Al parecer en Colombia las famosas convenciones no son más que artimañas para seguir haciendo lo mismo, todo lo que le hace daño al país, repartiéndose la mermelada entre los de siempre y sosteniendo el país en sus males, para tener el discurso de cambio y engañar a Colombia para defender intereses personales.
[i] http://www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12605563.html