La vida de Alejandra Ahumedo cambió para siempre desde el día que pisó por primera vez la cárcel El Buen Pastor de Bogotá. Tenía tan solo 21 años y había sido enviada a prisión preventiva luego de que un juez considerara que era “un peligro para la sociedad” por, supuestamente, ser una de las jóvenes que vendía e incitaba el consumo de estupefacientes en una prestigiosa universidad de la capital.
La historia detrás de las rejas de esta joven estudiante de derecho inició el 10 de septiembre de 2018. Según comunicó la Fiscalía General en ese momento, Ahumedo hacía parte de una organización dedicada a vender este tipo de sustancias ilícitas en el plantel educativo de la Universidad Javeriana, en un bar cerca de la institución y en sitios como el Parque Nacional y sus alrededores.
Alejandra pasó 14 meses en este centro de reclusión después de haber sido acusada por la supuesta comisión de los delitos de concierto para delinquir con fines de narcotráfico y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes.
Actualmente, después de haber salido de prisión por vencimiento de términos, está a la espera de saber en qué concluirá el juicio en su contra y, mientras tanto, se dedica a ayudar a las personas que están privadas de la libertad con su fundación Transformando Libertad.
KienyKe.com conoció de cerca la historia de Alejandra Ahumedo, quien asegura que, en su caso, el proceso en su contra se trató de un montaje armado por la Fiscalía para mostrar resultados porque, por el contrario, ella es una víctima de quienes la indujeron al mundo del consumo de drogas.
“A mí me señalaron de ser una persona que tenía los medios para estudiar en una universidad privada y que se valió de su posición social para atraer a otras personas y meterlos en el mundo de la droga. Eso no fue así. Yo también era una estudiante que una vez fue a la universidad, alguien le ofreció droga, la probó y ahí se quedó. Realmente siento que, en mi caso, fui víctima de esos expendedores de droga en la universidad y no es justo que, por medio de la manipulación, hayan dicho que induje a los demás cuando a mí también me indujeron a la drogadicción”, contó.
Vea aquí la entrevista completa que realizó KienyKe.com a Alejandra Ahumedo:
Una nueva forma de ver la vida
Alejandra Ahumedo dice que la mujer que es hoy en día y el 95% de lo que sabe actualmente lo aprendió en la cárcel. Allí no solo logró convertir el problema en una nueva oportunidad organizando lo que a hoy es la Fundación Transformando Libertad sino que, también, salió del mundo de las drogas gracias al apoyo de su familia y de un grupo de comunidad terapéutica.
“Al principio fue muy difícil porque yo nunca había estado en un entorno como este ni había tenido que enfrentarme a una situación tan dolorosa yo sola. Cuando entré a la cárcel, empecé a pensar que esa era mi realidad y que tenía que hacer algo para mejorar y sentirme más tranquila, no me podía quedar llorando y contando rejas porque me iba a volver loca”, contó.
Tras salir de la cárcel por vencimiento de términos, Ahumedo materializó la idea con ayuda de su familia y, ahora, junto a un grupo de voluntarios, le envía elementos de aseo, ropa, comida y hace actividades de apoyo y aprendizaje para las personas que actualmente están privadas de la libertad en El Buen Pastor para así mejorar, aunque sea un poco, sus condiciones y su vida.
“La fundación ha sido también un proceso de sanación, ha sido mi terapia y me ha ayudado a superar lo que viví en ese momento. Desde que salí organicé la idea y poco a poco se ha ido construyendo. Ha sido difícil porque al principio solo podía enviar de a 1 o 5 encomiendas para las internas, pero ahora puedo mandarles de a 20 y 25. Más adelante me gustaría realmente hacer presencia en más cárceles y así ayudar a más personas que se encuentran en esa situación”, señaló.
Vea aquí una galería de imágenes del trabajo de la Fundación Transformando Libertad:
Por último, hizo una reflexión sobre sus días en prisión: “No importa la situación en la que nosotros como seres humanos nos veamos en determinado momento, con los correctos apoyos podemos salir adelante. Yo pensé que mi vida estaba destruida, que se había acabado, pero salí y ahora estoy haciendo algo que me gusta, que me hace feliz y con lo que puedo ayudar a más personas que lo necesitan. Pasar por el Buen Pastor me fortaleció, me hizo una mejor persona y una mujer mucho más empática y consciente. Y ahora la fundación es mi mayor bendición”.