
En una jugada que sorprendió tanto a fanáticos como a críticos del entretenimiento digital, Alejandro Riaño llevó al escenario de The Juanpis Live Show a uno de los streamers más controversiales de la actualidad: Luis Fernando Villa, mejor conocido como WestCol. Esta inesperada colaboración no solo rompió récords de audiencia, sino que también expuso una de las condiciones más singulares del famoso programa de entrevistas.
El encuentro tuvo lugar en el teatro Juan Pablo González Pombo, ubicado en el Centro Comercial Santafé, al norte de Bogotá, un espacio que se ha convertido en el epicentro del sarcasmo político y social de ‘Juanpis González’, el irreverente personaje creado por Riaño. Sin embargo, esta vez, el habitual tono satírico fue puesto a prueba con la presencia del antioqueño, figura destacada en la plataforma Kick y uno de los streamers más vistos a nivel mundial.
Durante la entrevista, que fue seguida en vivo por más de 150.000 personas, se tocaron temas de alto calibre, como el supuesto pasado criminal del padre de Villa —a quien él mismo llamó “narcotraficante”—, así como detalles íntimos de su ascenso en el mundo empresarial y digital.
Pero fue después del programa cuando WestCol decidió compartir su experiencia y, con ello, una revelación que sacudió a la audiencia: existe una regla no negociable para participar en el show de Juanpis.
“Si yo acepto una entrevista con una persona como él, es para seguirle el juego a él, es obvio. (...) Ese es su personaje, él te va a atacar, juzgar y te va a tirar”, expresó Villa en un directo posterior. “Muchas personas creían que su objetivo era hacerme quedar mal y no. Yo quiero que sepan que desde el principio él me lo advirtió”.
El joven paisa fue aún más directo al confesar que uno de los requisitos esenciales para estar en el programa es no llevarle la contraria al personaje de Juanpis González. “Si él coge y me tira, yo no le puedo alegar. Eso te lo dicen antes de entrar al show, porque es el show de él”, sentenció.
La declaración ha generado múltiples reacciones en redes sociales, abriendo un debate sobre los límites del entretenimiento satírico y la dinámica de poder entre entrevistador y entrevistado. Para algunos, se trata de una estrategia clara y honesta para proteger el formato del show; para otros, una condición que podría atentar contra la autenticidad de las entrevistas.