
El 4 de diciembre de 2016, Yuliana Samboní jugaba frente a su casa en el barrio Bosque Calderón, en el norte de Bogotá, cuando desapareció. La noticia llegó a los padres porque uno de sus compañeros de juego fue corriendo a contarles lo que había visto, la preocupación fue inmediata. Les contó que un hombre la había llamado desde un carro y cuando la niña se acercó la jaló y la encerró en la camioneta.
Aunque algunos vecinos se habían dado cuenta del hecho y sospechado de la alta velocidad del vehículo, el macabro cazador, que vivía a unas cuantas cuadras de allí, había logrado su cometido. Se trataba de Rafael Uribe Noguera, un arquitecto perteneciente a una familia adinerada, que ese día decidió ir a un barrio marginal para capturar a una menor inocente y hacerla víctima de sus perversiones.
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Bosque Calderón es un barrio de invasión, ubicado sobre los cerros orientales y rodeado por costosos conjuntos de apartamentos. Varias de las personas que viven en el barrio trabajan para las viviendas contiguas prestando servicios de limpieza y otras labores. Pero ese día Noguera se aprovechó de la vulnerabilidad de los niños para cometer un crimen atroz, que se convirtió en el símbolo de los 62 casos diarios que para 2016 recibía el ICBF de violencia contra niños en el país.
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Sobre el mediodía, las autoridades ya estaban tras la pista del vehículo, pero aún no daban con el paradero de la menor. Pasaron cerca de seis horas, en las que Yuliana estuvo presa de su verdugo, en una situación que ningún niño debe vivir jamás.
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La noticia se difundió y el país estaba expectante al desenlace de la historia, que resultó fatal. Sobre las nueve de la noche se encontró su cuerpo en el apartamento de Noguera. El asesino había sido trasladado a la clínica Navarra con una botella de aguardiente embutida para excusar un crimen que trataba de negar.
Pero el dictamen de Medicina Legal permitió que 72 horas después de su detención se pudiera probar su autoría, cerca de un aniversario después, Rafael Uribe fue condenado a 58 años de cárcel.
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Es la única condena por los hechos, pero las autoridades continúan buscando a la persona que manipuló el cuerpo antes de que fuera encontrado, por esto enfrentan un proceso penal los hermanos del violador que borraron chats de ese día de sus celulares, en un presunto intento por ocultar pruebas. Rafael Uribe se encuentra recluido en la cárcel de máxima seguridad de Valledupar, La Tramacúa, haciendo origami y leyendo libros junto a reclusos como Popeye o alias Candado, jefe de 'Los Urabeños'.
La vida de los Samboní
La tristeza para los Samboní siempre llega con más fuerza cuando la fecha del 4 de diciembre se acerca, no han logrado la calma del olvido, que se suma a las preocupaciones de conseguir dinero para mantener el alimento y proteger de los horrores a sus otros dos hijos. Justo seis meses después del asesinato de Yuliana, nació Javier Andrés, que ahora tiene 18 meses y se convirtió en un impulso más para Juvencio Samboní y su esposa de continuar la vida. "Los que se van criando van pa' arriba y toca seguir trabajando para poder sacarlos adelante, que crezcan. Yo quiero que puedan estudiar y que consigan un trabajo y puedan estar bien", dice Juvencio a KienyKe.com. [single-related post_id="651462"] Meses después de la tragedia que los mantiene en luto permanente por la pérdida de su hija mayor, los Samboní decidieron salir de Bogotá hacia una vereda de El Tambo donde viven actualmente. La decisión fue "un poco por temor", dice Juvencio."Le da a uno miedo que le pudiera pasar algo como lo que le pasó a la china mía, Yuliana, a Nicol (su otra hija)", afirma.Allí la vida no ha sido fácil, el trabajo no es constante y le pagan de 12.000 a 18.000 pesos por día por recoger café o maíz. No recibieron reparación, pero por las noticias que anunciaban exuberantes indemnizaciones, la gente de la vereda cree que se hicieron ricos y por eso a Juvencio se le complica conseguir trabajo. Dos fundaciones extranjeras le entregaron un lote donde la familia sembró unas matas de café que pretende explotar, pero como no está construida la casa, tienen que vivir en otra finca, allí no tienen que pagar nada porque el trato es a cambio de cuidar la propiedad. Juvencio agradece esas ayudas porque le permiten una vida más tranquila. Pero el miedo desde hace dos años es constante, principalmente con sus hijos: "A todo momento, cuando uno va a trabajar, la mamá es más pendiente de ella, la va a dejar en la escuela y la va a recoger y si no es con la familia no la dejamos con nadie. En todo lado hay mucho peligro para los niños, uno quisiera estar más pendiente de ellos pero no puede porque uno tiene también la obligación de salir a trabajar y conseguir la alimentación de ellos", afirma el padre. [single-related post_id="777319"] Esa es su principal preocupación, él sueña con que Javier y Nicol puedan estudiar y trabajar en un futuro. No sabe cómo estará con su mujer y prefiere vivir al día manteniendo los recursos diarios que les permiten continuar con su vida. Este 4 de diciembre, a las 3:00 pm., la familia asistirá a una misa en la iglesia de la vereda en nombre de Yuliana, para conmemorar los dos años de su partida obligada. Mientras tanto, en Bogotá se convocó una movilización por la carrera Séptima en rechazo a las violencias contra niños y niñas en el país.