De haber recibido el tratamiento adecuado a tiempo, la trabajadora sexual Alejandra Monocuco haría parte de los 3.153.961 infectados por covid-19 que consiguieron recuperarse de la infección. Sin embargo, los paramédicos de la ambulancia que llegaron a “socorrerla” el 29 de mayo de 2020 se negaron a llevarla a un hospital porque era VIH positiva. A sus 39 años, esta mujer trans murió ahogada en brazos de sus compañeras, que poco pudieron hacer por ella.
Tal vez la opinión pública nunca habría escuchado sobre Alejandra Monocuco sin el ruido que hicieron los colectivos dedicados a la protección de mujeres trans por su muerte. Al alzar la voz por ella, buscaron que no quedara solo como una de las 88.282 personas fallecidas por covid. A ella no solo la mató el coronavirus, sino los prejuicios de quienes debían salvarle la vida.
Las mujeres lesbianas, bisexuales y trans (LBT) enfrentan todo tipo de violencias en los espacios que transitan. Además de sus elecciones diversas de compañía sexoafectiva, presentarse al mundo como mujeres les pone a cuestas varias cargas adicionales. Las violencias contra estas personas, además de ser tristemente comunes, son constantemente invisibilizadas, justificadas por la sociedad y cobijadas por la impunidad.
“No solo sufrían violencias diferenciadas, sino que tenían muchas más barreras en el acceso a la justicia que las mujeres cisgénero heterosexuales o los hombres de la sigla LGBT. Entonces, Enterezas surge como un proceso de investigación, de acercamiento con mujeres LBT. Queríamos entender muy bien esta realidad y mirar también cuáles eran los prejuicios que rodeaban, no solo la violencia, sino su abordaje desde lo institucional” dice Carolina Gómez Urueta, coordinadora del proyecto Enterezas.
La organización Caribe Afirmativo, dedicada a trabajar con población LGBTI en la costa Caribe colombiana, descubrió que hacía falta profundizar en los esfuerzos para empoderar a las mujeres LBT en sus procesos de autonomía, empoderamiento y búsqueda de justicia con enfoque de género. De ese modo, en conjunto con la Fundación Triángulo —una organización similar en España— y con el apoyo de la Agencia Extremeña de Cooperación para el Desarrollo Internacional (AEXCID), nació Enterezas.
Tras hacer una investigación preliminar en la que identificaron los problemas asociados a la condición de mujer LBT, Enterezas comenzó su gestión comunitaria en 2019. Su actividad más importante ha sido impartir talleres formativos: las mujeres LBT del Caribe colombiano aprendieron sobre el funcionamiento del sistema judicial, cuáles son sus derechos y cómo organizarse de forma colectiva. Por su parte, el sector público aprendió a trabajar de la mano con estas colectivas y la rama judicial está aprendiendo a impartir justicia con enfoque de género.
“Hemos tratado de tender puentes entre unos y otros a la hora de abordar los casos de violencia”, señala Carolina. Ella misma es una aliada y un puente: aunque no tiene una orientación sexual diversa, su formación como abogada y sus convicciones feministas la hacen creer en la causa de Enterezas
Para Carolina es muy importante enseñar a las mujeres LBT a liderar sus procesos, a valorar su existencia como ciudadanas públicas e impulsarlas a buscar justicia cuando son agredidas. Por ejemplo, considera que la sola acción de existir como una mujer LBT en una vereda o municipio, cuando no hay nadie más que lo sea, es un acto de liderazgo individual y resistencia. “Ese tipo de liderazgo individual es supremamente importante porque también alienta a personas que no se han atrevido a existir libremente como lo que son en el espacio público”, asegura.
También resalta la importancia de que existan las resistencias colectivas, que en Enterezas encuentran un semillero. “A la hora de ejercer los derechos y de afrontar la violencia, la respuesta colectiva es mucho más potente cuando están juntas y hay muchas más posibilidades de superar o de exigir que cuando están solitas”, señala.
Para probar el impacto que Enterezas ha tenido en la formación, visibilización y apoyo de lideresas, Carolina cita el caso de cuando el proyecto hizo una formación en procesos organizativos a las mujeres LBT del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina: “ni siquiera se asumían como colectiva sino que era mujeres lesbianas bisexuales y trans que se conocían, pero no tenían un proceso organizativo consolidado. Entonces, cuando nosotras empezamos a hacer los talleres formativos, las impulsamos y ellas rápidamente se pusieron a buscar un nombre y mirar qué tipo de organización podían tener. Ahora son una fundación”.
La sed de justicia para las mujeres LBT víctimas de tantos atropellos no se quedó en la costa colombiana, sino que se esparció por Centroamérica y el Caribe. Hoy en día, Enterezas trabaja para garantizar los derechos humanos de las mujeres LBT en Honduras, Nicaragua y República Dominicana.
Su propósito más grande es que Enterezas viva a través de las mujeres que se comprometen a replicar el mensaje, visibilizarse como sujetos de derechos y seguir trabajando por la justicia. También están documentando los casos que han recibido en estos dos años de servicio y piensan hacer un documental para comunicar qué hacen y por qué es tan importante.
Para que toda Hispanoamérica conozca el trabajo que Enterezas está haciendo, así como para que las líderes LBT y el sector público se conozcan entre sí, sepan lo que se está haciendo en esta materia e identifiquen lo que falta, el proyecto adelantará el encuentro virtual Enterezas en movimiento: encuentro internacional de mujeres LBT y funcionariado público.
El encuentro contará con eventos para todo público, así como espacios exclusivos para mujeres LBT y talleres para funcionarios. Tendrá lugar de forma gratuita entre el 2 y el 4 de junio de 2021, con inscripción previa en este enlace.
